Uno de los periodos que seguramente marcaran la historia económica reciente de Argelia fue el conocido como la Primavera Árabe en 2011. Para evitar el contagio, el Gobierno argelino pagó un alto precio en subsidios, en aumentos salariales, en puestos de trabajo públicos y la construcción de cientos de miles de viviendas sociales para jóvenes. El otro periodo es en 2014 con la caída en picado del precio del petróleo que redujo los ingresos de Argelia a la mitad.
La conjugación del shock económico vinculada a la primavera árabe y la crisis del petróleo elevó el déficit presupuestario en un 15% del PIB, Argelia hipnotizada por el oro negro y dependiendo de su fluctuación en los mercados internacionales ha visto cómo sus arcas de reservas acumuladas en la década anterior se vacían. Pasaron de los 200.000 millones de dólares en 2014 a 100.000 millones del 2017. La evolución del mercado mundial de energía y la tensión geopolítica en sus fronteras obliga a Argelia a adaptar estrategias claras sin parches.
La situación es muy preocupante, Argelia dispone de reservas de divisas, de oro, fondos de estabilización, una alta tasa de ahorro interno que le permitiría aliviar el malestar,... pero no será suficiente. La economía argelina, pese a su potencial, tiene muchos problemas estructurales. El excesivo peso del Estado y la dependencia de los hidrocarburos son dos de estos problemas.
El gasto público se excede, las subvenciones representan el 25% del PIB, un tasa extravagante, se debe de tratar de contener esta sangría y aplicar más rigor.
Más allá del actual desajuste de capital entre los gastos y los ingresos del gobierno que refleja tanto la dependencia fiscal de los hidrocarburos como los mecanismos político-económicos de una economía rentista, el país debe enfrentarse a desafíos estructurales, como el desempleo masivo, el factor demográfico, con una tasa de fertilidad del 2,8, y la sostenibilidad del Estado social.
Argelia se encuentra en una encrucijada y solo el camino de las reformas puede garantizar una salida. Pero esto requiere una transformación completa de la economía, comenzando por el marco fiscal y los grandes grupos públicos, y la gobernanza. Una fase de aceleración del crecimiento solo puede lograrse con el aumento de la inversión privada, lo que es frenado con el actual sistema, y sobre todo apostar por la diversificación para alejarse de la dependencia de los hidrocarburos que representan el 70% de los ingresos del presupuesto, el 95% de las exportaciones y el 36% del PIB.
Argelia cuenta con todos los recursos humanos y materiales. El problema no solo es económico.
Las reservas actuales y el bajo nivel de endeudamiento dan una ventaja de tres o cuatro años para las reformas. Dispone de una fuerza laboral bien capacitada, energía a bajo costo y un gran mercado interno. Este es el momento de reformar. Y construir, y apostar por la iniciativa privada, dejar de estigmatizar a los inversores extranjeros, impulsar una economía productiva y diversificada, debe empezar a reformular los subsidios y reservar el dinero para los presupuestos de inversión.
El país magrebí ha impulsado desde 2005 varios planes para construir infraestructuras con más de 600.000 millones de dólares. Pero el resultado ha sido modesto y lejos de las expectativas por la lentitud de las reformas que han limitado la participación de los inversores extranjeros y privados.
Argelia, un importante proveedor de gas a Europa, tiene posibilidades para reposicionarse en el mercado mundial del gas mediante la explotación a su favor de su asociación y vecindad con la UE. Es el tercer proveedor de gas de Europa y el octavo mayor productor de gas del mundo, y España sigue siendo el primer cliente de Argelia y su cuarto proveedor con intercambios que superan los 15.000 millones de euros. El 50% del gas que consume España viene de Argelia. Unas 300 empresas españolas se han instalado en Argelia, muchas son multinacionales de sectores como la construcción y la obra pública y han ganado suculentos contratos.
En este mundo turbulento e incierto anunciando grandes trastornos geoestratégicos, las fronteras políticas y económicas en las futuras batallas por el desarrollo están condicionadas por el buen gobierno y la mejora del conocimiento. Argelia tiene la ambición pero requiere una estrategia del desarrollo y adaptarse a los cambios en el mundo. Pero será necesaria una visión de largo plazo para construir una economía productiva exitosa con instituciones sólidas. El progreso económico dependerá de la capacidad de mejorar el clima social, de atraer a los inversores y del desarrollo de una clase empresarial, especialmente las pymes. Conciliar la eficiencia económica y la cohesión social será clave.
Argelia tiene que moverse y no aplazar lo inevitable, contar con todos sus activos y actores para superar las dificultades y hacer su revolución económica para situarse entre las potencias emergentes.
La conjugación del shock económico vinculada a la primavera árabe y la crisis del petróleo elevó el déficit presupuestario en un 15% del PIB, Argelia hipnotizada por el oro negro y dependiendo de su fluctuación en los mercados internacionales ha visto cómo sus arcas de reservas acumuladas en la década anterior se vacían. Pasaron de los 200.000 millones de dólares en 2014 a 100.000 millones del 2017. La evolución del mercado mundial de energía y la tensión geopolítica en sus fronteras obliga a Argelia a adaptar estrategias claras sin parches.
La situación es muy preocupante, Argelia dispone de reservas de divisas, de oro, fondos de estabilización, una alta tasa de ahorro interno que le permitiría aliviar el malestar,... pero no será suficiente. La economía argelina, pese a su potencial, tiene muchos problemas estructurales. El excesivo peso del Estado y la dependencia de los hidrocarburos son dos de estos problemas.
El gasto público se excede, las subvenciones representan el 25% del PIB, un tasa extravagante, se debe de tratar de contener esta sangría y aplicar más rigor.
Más allá del actual desajuste de capital entre los gastos y los ingresos del gobierno que refleja tanto la dependencia fiscal de los hidrocarburos como los mecanismos político-económicos de una economía rentista, el país debe enfrentarse a desafíos estructurales, como el desempleo masivo, el factor demográfico, con una tasa de fertilidad del 2,8, y la sostenibilidad del Estado social.
Argelia se encuentra en una encrucijada y solo el camino de las reformas puede garantizar una salida. Pero esto requiere una transformación completa de la economía, comenzando por el marco fiscal y los grandes grupos públicos, y la gobernanza. Una fase de aceleración del crecimiento solo puede lograrse con el aumento de la inversión privada, lo que es frenado con el actual sistema, y sobre todo apostar por la diversificación para alejarse de la dependencia de los hidrocarburos que representan el 70% de los ingresos del presupuesto, el 95% de las exportaciones y el 36% del PIB.
Argelia cuenta con todos los recursos humanos y materiales. El problema no solo es económico.
Las reservas actuales y el bajo nivel de endeudamiento dan una ventaja de tres o cuatro años para las reformas. Dispone de una fuerza laboral bien capacitada, energía a bajo costo y un gran mercado interno. Este es el momento de reformar. Y construir, y apostar por la iniciativa privada, dejar de estigmatizar a los inversores extranjeros, impulsar una economía productiva y diversificada, debe empezar a reformular los subsidios y reservar el dinero para los presupuestos de inversión.
El país magrebí ha impulsado desde 2005 varios planes para construir infraestructuras con más de 600.000 millones de dólares. Pero el resultado ha sido modesto y lejos de las expectativas por la lentitud de las reformas que han limitado la participación de los inversores extranjeros y privados.
Argelia, un importante proveedor de gas a Europa, tiene posibilidades para reposicionarse en el mercado mundial del gas mediante la explotación a su favor de su asociación y vecindad con la UE. Es el tercer proveedor de gas de Europa y el octavo mayor productor de gas del mundo, y España sigue siendo el primer cliente de Argelia y su cuarto proveedor con intercambios que superan los 15.000 millones de euros. El 50% del gas que consume España viene de Argelia. Unas 300 empresas españolas se han instalado en Argelia, muchas son multinacionales de sectores como la construcción y la obra pública y han ganado suculentos contratos.
En este mundo turbulento e incierto anunciando grandes trastornos geoestratégicos, las fronteras políticas y económicas en las futuras batallas por el desarrollo están condicionadas por el buen gobierno y la mejora del conocimiento. Argelia tiene la ambición pero requiere una estrategia del desarrollo y adaptarse a los cambios en el mundo. Pero será necesaria una visión de largo plazo para construir una economía productiva exitosa con instituciones sólidas. El progreso económico dependerá de la capacidad de mejorar el clima social, de atraer a los inversores y del desarrollo de una clase empresarial, especialmente las pymes. Conciliar la eficiencia económica y la cohesión social será clave.
Argelia tiene que moverse y no aplazar lo inevitable, contar con todos sus activos y actores para superar las dificultades y hacer su revolución económica para situarse entre las potencias emergentes.
Crónica Global. Diario Digital. 19/03/2018. Artículo Opinión. Análisis Económico
https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/argelia-aplazar-inevitable_128264_102.html
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