viernes, 16 de febrero de 2018

Ayuda al Desarrollo, malos tiempos.

Trump y la Ayuda al Desarrollo
Con 51.000 millones de dólares al año, Estados Unidos es el mayor donante de ayuda externa, un 0.2% de su PIB. Pero la administración Trump, con su política de "América Primero", propone reducirla un 30%, y vincularla a los intereses estadounidenses y a la votación en las Naciones Unidas a favor de EEUU. Como, por ejemplo, en el caso de Palestina: Los refugiados palestinos solo recibirán las ayudas de la agencia de la ONU si aceptan los dictados de la política estadounidense sobre el conflicto Palestino-Israelí. Pero las ayudas con condiciones solo perjudican a la gente necesitada como se demostró en algunos países.

La ayuda al desarrollo que los países ricos otorgan a los más pobres ha sido fuente de controversia durante décadas. El debate se ve agravado últimamente por la crisis financiera. Es difícil justificar ante los votantes el gasto en el extranjero cuando hay recortes presupuestarios y problemas para financiar servicios públicos como salud, educación o bienestar social. Los políticos populistas y algunos medios emplean un lenguaje tóxico y xenófobo olvidando que la ayuda externa no es caridad, sino una importante herramienta de política exterior, entre otros numerosos beneficios. 

Vivimos en un momento de desplazamiento de refugiados y emigrantes sin precedentes. Pero en lugar de prever nuevas iniciativas de desarrollo global y ayudar a solucionar los problemas en los países de origen, se construyen muros y todo tipo de impedimentos que multiplican la tragedia y aumentan la pobreza y alejan la solución.

Incluso para los más ardientes críticos de la ayuda exterior, sería difícil argumentar, por ejemplo, que el Plan Marshall de EEUU para Europa Occidental de 1947, o la reconstrucción de Japón después de la Segunda Guerra Mundial no rindieron enormes dividendos. Fueron proyectos de ayuda internacional completos y exitosos, sin los cuales Europa y Japón no se habrían reconstruido y la economía mundial nunca habría alcanzado los niveles de prosperidad que ha disfrutado desde entonces.

En 1970, La ONU adoptó una resolución que establece el objetivo de que las economías más ricas del mundo asignen el 0,7% de su PIB para ayudar a los países en desarrollo. Los países avanzados respondieron con diversos niveles de compromiso a esa directriz. Hasta ahora, solo Suecia, Noruega, Luxemburgo, Dinamarca y los Países Bajos han cumplido este objetivo de forma consistente, mientras que Francia y el Reino Unido se unieron a ellos en los últimos años. 

Pero continúa el debate sobre si la ayuda externa logra sus objetivos de erradicar la pobreza y promover el buen gobierno, o si por el contrario crea una cultura de dependencia, distorsiona el libre mercado y alienta la corrupción

Mejorar las condiciones económicas crea nuevos mercados. Priva a los movimientos extremistas de reclutas potenciales vulnerables, principalmente hombres jóvenes, y por lo tanto conduce a una mayor seguridad. El desarrollo también reduce la motivación de las personas para abandonar su tierra, un tema con el que muchos en los países más prósperos están tan obsesionados. Los programas de salud detienen la propagación de epidemias y salvan muchas vidas. Una mejor educación reduce la dependencia de los recursos estatales y aumenta las posibilidades de generar riqueza. Estos son solo algunos ejemplos de las retribuciones del desarrollo que, en muchos casos, son generadas por la ayuda externa y que benefician a la sociedad global, no solo a los países receptores.

Obviamente, el enfoque populista sugiere que la ayuda es un tipo de caridad que priva a los países donantes de recursos, pero olvida estos beneficios comprobados, además de un fuerte argumento moral:  muchas dificultades de los países receptores pueden atribuirse a su legado colonial y a la estructura del capitalismo moderno que explota su mano de obra barata y sus recursos naturales.

La pobreza se ha reducido del 35% de la población mundial en 1990 al 10 % en la actualidad. Hay evidencias de que la ayuda externa contribuye a una tasa de crecimiento del 1-1.5% en el largo plazo. Al mejorar el acceso a escuelas, salud, electricidad, agua potable y otros servicios esenciales, se favorece también a segmentos de la sociedad tradicionalmente marginados, como las mujeres o las minorías. La ayuda al desarrollo no es el remedio para todos los males y muchas veces no alcanza sus objetivos, pero sin ella el mundo será un lugar más pobre y inseguro. Promover valores como la libertad y la dignidad humana es una tarea ardua y complicada.

El Periódico de Catalunya, Economía - Opinión, Viernes, 9 febrero 2018

miércoles, 14 de febrero de 2018

Jordania, evitar males mayores

Son tiempos difíciles para Jordania. Los problemas internos y regionales amenazan con perturbar su delicado equilibrio. Este pequeño país con grandes aspiraciones se enfrenta a una situación complicada en su entorno, su débil economía no consigue levantar el vuelo por las secuelas de las guerras en Irak y Siria, el terrorismo, el conflicto palestino-israelí, las tensiones entre Arabia Saudí e Irán, y los problemas y el boicot entre Qatar y varios países del Golfo que son sus principales avalistas ya que invierten grandes sumas de ayuda financiera y técnica, y hay una creciente sensación de ansiedad a nivel interno. Su estabilidad es de mucha importancia para Occidente ya que sería mucho más costoso para la comunidad internacional la desestabilización de este reino fronterizo con Arabia Saudí, Irak, Siria, Egipto, Israel y Palestina.

La historia y la geografía bendijo o maldijo a Jordania, según la perspectiva desde la que se mire. Mientras su posición geográfica --rodeada de 140 millones de personas--, su relativa estabilidad, un sistema financiero y unas infraestructuras que le conectan con los países del entorno afianzan su papel como plataforma regional, su geografía también le obliga a enfrentarse a una situación complicada como los conflictos múltiples de su entorno, que impactan en su desarrollo y crecimiento.

A nivel interno, los diferentes gobiernos y la oposición no han conseguido un consenso sobre la reforma política y de los derechos humanos, la debilidad de los partidos políticos no ha permitido que muchas de las reformas pasen del papel a la acción. La economía no se presenta mejor, su fragilidad es el desafío más urgente y complicado. Se encuentra estrechamente ligada a las economías de la región por su factura petrolera, las remesas de sus emigrantes, las inversiones y el turismo, por esto las autoridades tendrían que actuar con mucha cautela, impulsando una un política económica consensuada con los agentes sociales que permita reducir el impacto de los shocks externos.

Jordania se ha visto sitiada entre dos frentes de guerras, con un número creciente de refugiados que llegan de Irak y Siria. El país tiene una historia familiar con los desplazados, con casi la mitad de su población de 6,7 millones de habitantes originarios de Palestina. La escala del último flujo --casi tres millones de refugiados-- está sobrecargando su economía, aumenta el coste de vida, la demanda insostenible para la educación, la vivienda, la alimentación, la energía y el agua, y las cuestiones laborales se están convirtiendo en una amenaza para la cohesión social.
La economía de Jordania continuó luchando en 2017 debido a una desaceleración en sus sectores clave, la agricultura, el turismo y las exportaciones, así como el empeoramiento de la estabilidad regional, agravada aún más por la afluencia de refugiados de Siria.

Desde su ascenso al trono en 1999, el rey Abdalá II ha aprendido el arte de la supervivencia a largo plazo, juega con puño de hierro algunas veces, y de seda otras. Esta técnica ha demostrado su eficacia para mantener a Jordania aislada del tumulto regional. En los últimos 20 años, Jordania se dirigía a un estado en crisis, pero el líder ha sido muy astuto al equilibrar sus intereses en el país. Ha puesto en marcha importantes reformas económicas, como la liberalización del comercio y la privatización de empresas y servicios. Esta apertura ha tenido un relativo éxito, pero sigue siguiendo insuficiente. Las protestas han aumentado y la tasa de desempleo del 25% muestran que no satisface los retos sociales.

La gente está agotada de promesas. Está por ver la respuesta de la calle a la eliminación de los subsidios en los precios de los productos básicos como el pan y la gasolina. Las señales no son halagüeñas, a medida que las autoridades no gestionen bien el tiempo político, las demandas irán en aumento.

El reino también intenta satisfacer las necesidades de una población que aumenta a razón de unos 200.000 habitantes al año, y trata de estimular su economía con más apertura impulsando planes importantes de infraestructuras. Además, goza de elementos saludables para crecer a pesar de importantes retos como la situación regional, el paro, la corrupción​ y el déficit fiscal, las principales amenazas que pueden perturbar su delicado equilibrio.

Jordania tiene un considerable efecto arrastre en una región con muchos recursos. Pero el país, plagado por una economía frágil, bordeando guerras y tensiones regionales, y con una presión interna de mayores reformas, no puede permitirse el lujo de ver disminuir su economía y la apertura política, sino que estas deben ser la opciones prioritarias para evitar males mayores. Unos objetivos que los jordanos pueden y deben conseguir, pues la alternativa la están presenciado en sus vecinos Iraq y Siria.

Cronica Global. Diario Digital. 08/02/2018. Artículo Opinión. Análisis Económico.
https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/jordania-evitar-males-mayores_119600_102.html 

jueves, 8 de febrero de 2018

Turismo a largo plazo

Por octavo año consecutivo el sector turístico crece, alcanzando una tasa del 7% y los 1.322 millones de turistas. En 2017, Europa fue el líder, con un 8% de crecimiento favorecida por el auge de sus destinos mediterráneos especialmente España. África creció un 8%, Asia-Pacífico un 6%, Oriento Medio un 5%, y América un 3%. Este año se caracterizó por una recuperación en países que sufrieron caídas en años anteriores. Los resultados fueron en parte fruto de la recuperación económica global y de la fuerte demanda de mercados tradicionales y emergentes. Se prevé que en 2018 siga este ritmo, pero más sostenible, con un alza del 4%. 

El turismo es el tercer sector de exportación mundial, el 10% del PIB mundial y absrobe uno de cada diez empleos. Pero con el crecimiento viene la responsabilidad. Se estima que el turismo representa el 5% de las emisiones mundiales de CO2. Hay que avanzar hacia una turismo verde, donde el crecimiento se disocia del uso de los recursos naturales.

El impacto del turismo lo convierte en un instrumento vital para contribuir al logro de los 17 Objetivos de Desarrollo. Si se hace de manera responsable, el turismo estimula el crecimiento inclusivo y equitativo, crea Pymes y empleo, especialmente para jóvenes y mujeres, y atrae inversiones en infraestructura y tecnología. 

Pero esta industria a menudo vive al límite. El turismo no solo tuvo que enfrentar actos de terrorismo y asesinatos sin sentido, sino que la naturaleza planteó más desafíos, desde terremotos, huracanes y tornados hasta sequías. Además de epidemias, o crisis económicas. Lo que ocurre en el mundo afecta al turismo. 

En el turismo, una percepción puede no ser cierta, pero sus consecuencias siempre lo son. Las reputaciones negativas no son fáciles de borrar y las percepciones pueden se destructivas para esta industria.

El impacto del turismo no solo es importante en la economía. También es una experiencia de aprendizaje que abre nuevas perspectivas a otras culturas, facilita la comprensión de la historia, y el modo de vida de otros pueblos. Compartir una historia de viaje es inspirador y educativo. No es de extrañar que algunos de los mejores escritos de la literatura han sido producidos por viajeros como Marco Polo e Ibn-Battuta.

El turismo es clave para la creación de empleo y la prosperidad. Sin embargo, se debe asegurar que su expansión beneficie a toda la población de los países receptores, y está en línea con los Objetivos de Desarrollo,y el desafío que plantea el cambio climático, fundamental para la perdurabilidad a largo plazo.

Expansión, Opinión, Edición Catalunya, Pag.2. Miércoles, 7 febrero 2018