viernes, 28 de agosto de 2020

Beirut, el sol volverá a salir

Un inmenso daño ha causado la doble explosión que ha devastado Beirut, la capital libanesa. La muerte, el sufrimiento y la destrucción han golpeado a un país que ya estaba en estado de shock dejando miles de heridos, más de un centenar de muertos, 300.000 personas sin hogar y unas pérdidas materiales estimadas en más de tres mil millones de dólares.

Cualquiera sea la causa, el gigantesco hongo naranja y gris que se elevaba sobre el puerto de Beirut evoca implacablemente la implosión del sistema y las estructuras políticas de un país devastado desde hace años por múltiples crisis económicas, políticas, sociales y ahora sanitarias, como consecuencia de la pandemia por Covid19, conflictos interminables que han provocado la caída sin freno de este pequeño país.

El Estado libanés moderno, con un siglo de vida, ha sufrido experiencias desconocidas para otras naciones con historias milenarias: una larga guerra civil de 15 años, invasiones extranjeras, malestar socio-político, terrorismo y además hoy es el país con la mayor tasa de refugiados por habitante del mundo, una densidad enorme que ha tenido un efecto devastador. El país sigue sumido en un conflicto regional que trasciende sus fronteras lo que ha creado una conmoción sin precedentes en su tejido social, político y económico. Líbano ha sobrevivido a todos estos choques. Pero con esta nueva catástrofe no hay señales de ningún respiro para el país de los cedros.

Beirut, en el corazón de Oriente Próximo, en la otra orilla del Mediterráneo, es una ciudad plural, desconcertante, fascinante y adictiva. Tras milenios de ocupaciones de diferentes imperios, y una larga historia de emigraciones forzadas que han traído de vuelta influencias de todo el mundo, se ha convertido en una fusión cultural, política y religiosa única.

Hoy está reconocida como una de las ciudades más antiguas del mundo, otomanas y francesas, y a pesar de vivir tiempos difíciles por décadas de invasiones o la guerra civil, pocos signos quedan de la destrucción. Y, en el caos, en el choque de ideas, edades y visiones, Beirut ha generado algunas de las mentes más innovadoras: escritores, músicos, arquitectos, diseñadores inspirados por las contradicciones y la energía de esta ciudad donde todo es posible, incluso si no está permitido.

En los 20 años previos al estallido de su guerra civil, en 1975, la pequeña capital de este estado frágil y complejo atrajo todo tipo de gentes e ideas. Se publicaron diarios sin censuras. Los bancos locales se llenaron de depósitos de los estados del Golfo. Se cuadruplicó el área construida. Beirut atraía a pensadores, artistas, espías y empresarios de todo el mundo.

Hoy, tras nuevas guerras e invasiones, y nuevas crisis y recuperaciones, la ciudad es el verdadero termómetro de la región, para bien o para mal.

A unos centenares de kilómetros de Beirut, está prohibida la vida nocturna. Se prohíbe hablar de historia o literatura, del respeto a las minorías, de la libertad de expresión, de los derechos de la mujer, de los derechos de los homosexuales o de la laicidad. Beirut es un soplo de aire fresco en una región donde estos y otros temas no pueden todavía expresarse sin denuncia.

Aunque todo esto puede cambiar. Líbano está lejos de ser el país de las maravillas. Está acosado por graves desafíos internos y externos, y una clase política que es un mosaico de alianzas contradictorias basadas en su supervivencia por encima de todo y controlada por los grandes actores regionales. Al Líbano le cuesta aprender la lección y aceptar que es una nación de minorías donde todos pueden vivir, y donde la convivencia es posible si hay voluntad.

La guerra civil terminó hace 30 años, pero la política todavía está dominada por ex caudillos y dinastías familiares enredadas en divisiones sectarias. Mientras tanto, la gente tiene demandas y aspiraciones, como estabilidad, electricidad, agua, recogida de basuras, empleo juvenil, seguridad, oportunidades económicas y un estado que refleje esas demandas y su diversidad.

Cuando el Líbano sangra, todo el mediterráneo sufre con él. La solidaridad internacional debe ejercerse plenamente y acorde con las pérdidas y la destrucción. Es necesaria y urgente la actuación de la Unión Europea y las Naciones unidas. La catástrofe que azota Beirut es una tragedia para los libaneses que se añade a otras tantas que sufre y ha sufrido este pueblo. No hay palabras suficientes para describir la situación.

Pero, a pesar de todo, el sol volverá a salir. Los libaneses siguen siendo un pueblo resistente a las incertidumbres, con una red sin igual de emigrantes por todo el mundo. Desde tiempos remotos, Beirut es un puente entre el este y el oeste, la puerta natural hacia y desde la región. Centro comercial, financiero y universitario. Mestiza, con su rica cultura, y su sociedad vibrante. Ocupada y destruida en varias ocasiones, pero tras ocho mil años, siempre renace como el ave fénix. De hecho, no es ninguna sorpresa su reconocida capacidad de recuperación.


viernes, 14 de agosto de 2020

Gas Mediterráneo, ¿Un dividendo o un desafio?


  Los recientes acontecimientos que han tenido lugar en el Mediterráneo oriental por la batalla del gas originan perspectivas peligrosas en las relaciones entre los países vecinos de la región.

El descubrimiento de los últimos yacimientos de gas está incrementando la agitación regional, provocando diversas reacciones: la tensión entre Turquía, Grecia y Chipre; entre Líbano e Israel; la ausencia de una ley de demarcación de límites marítimos entre Líbano, Israel y Chipre, o la guerra en Siria y el apetito de otros jugadores externos como Rusia, China y Qatar, provocan una situación volátil y altamente complicada.

Estos descubrimientos han generado nuevas expectativas en el mercado mundial de la energía; plantean nuevos retos para gobiernos y actores internacionales, e inician la carrera para explotar la riqueza descubierta. Además, tienen implicaciones económicas regionales, ya que probablemente se podría convertir el Mediterráneo oriental en una de las principales áreas globales de suministro de gas. Los recursos de la región se estiman en 122 trillones de pies cúbicos de gas, además de 1,7 millones de metros cúbicos de petróleo en las costas de Siria, Líbano, Chipre, Israel, Egipto y Palestina.

Estados Unidos y Rusia, los mayores productores mundiales de gas natural, están preparados para desempeñar un papel en la intermediación y el beneficio de las próximas crisis. Todo ello conlleva que las potencias europeas, a pesar de ser las principales beneficiarias de esta riqueza, podrían quedar relegadas.

A la región mediterránea no le sobran conflictos ni desafíos estratégicos para los próximos años, y hay muchos factores que se unen para desencadenar una posible crisis. Por ejemplo, los planes de expansión de Turquía en el Mediterráneo, un conflicto que casi desencadena una guerra entre Turquía y Grecia hace unas semanas y que se evitó por los esfuerzos y presiones realizados por la canciller Angela Merkel. Al mismo tiempo, la tensión prevalece en el frente libio, con el riesgo de un conflicto egipcio-turco. En cualquier caso, Europa se encuentra involucrada en luchas de poder y energía en el Mediterráneo.

En la era del eclipse europeo dentro del escenario de las relaciones internacionales, Francia, Italia y España intentan mantener la presencia europea activa en el Mediterráneo porque constituye, junto con Asia occidental y África del Norte, una extensión de la seguridad económica y estratégica europea. Por lo tanto, Europa estaría cometiendo un grave error si la seguridad del Mediterráneo oriental se deja en manos de otras partes.

La seguridad energética es una preocupación fundamental. La UE debería disponer de alternativas para diversificar sus fuentes de suministro, así como sus riesgos políticos y económicos, además de limitar su dependencia del gas ruso, que representa el 38% de sus importaciones. La crisis en Ucrania y la posibilidad de una interrupción en el suministro de gas a Europa muestran la necesidad de obtener soluciones, y los recientes y grandes descubrimientos en el Mediterráneo oriental dan a la UE la opción que justamente está buscando.

Las cantidades globales pueden justificar un nuevo gasoducto entre el Mediterráneo oriental e Italia y el resto de Europa. Desde el sur del Mediterráneo, ya están los gasoductos que transportan el gas desde Argelia a la UE, a donde se dirige el 70% de la producción del país magrebí. Argelia es el tercer exportador mundial de gas con una capacidad de producción de 80.000 millones de pies cúbicos de GNL. Pero sería necesario completar el gasoducto MIDCAT a través de los Pirineos catalanes, cuya capacidad prevista es precisamente de 8.000 millones. Eso convertiría a España en país ‘hub’ o de tránsito, proporcionándole así grandes ingresos y beneficios económicos.

Una de las ventajas de la explotación de gas mediterráneo no es solo la gran oportunidad de desarrollo y crecimiento para los nuevos países productores, sino también para la UE, que para el año 2030 necesitará importar unos 113.000 millones de metros cúbicos anuales.

Hasta el 2035, se espera que la demanda de gas natural crezca en un promedio del 1,9% al año, superando a todas las demás fuentes de energía. Se prevé también que el consumo mundial de energía crezca un 41% hasta 2035.

Los riesgos internos y geopolíticos son las principales causas de todo esto. Algunos países tendrán que unir sus fuerzas si quieren aprovechar sus recursos y encontrar las mejores soluciones económicas y estratégicas para optimizar sus operaciones. Deberán tener en cuenta que explotar esas enormes reservas de gas y atraer la inmensa inversión extranjera no será posible sin promover un entorno pacífico y estable entre ellos.

Esta crisis de la COVID-19 nos recuerda la importancia del colectivo, la proximidad, la interdependencia y la necesidad de contar con una visión compartida a largo plazo, algo esencial para movilizar los recursos necesarios para desarrollar la cooperación energética entre las dos orillas del Mediterráneo e impulsar la construcción de un mercado energético en la región.

Han existido diversas iniciativas en el ámbito de la cooperación euro-mediterránea de energía que no han generado resultados significativos. Por ello, los principales actores públicos y privados deberían multiplicar sus esfuerzos para cambiar esta tendencia, puesto que todos son conscientes de la dependencia mutua en materia de energía entre Europa y el Mediterráneo.

https://atalayar.com/blog/gas-del-mediterr%C3%A1neo-%C2%BFun-dividendo-o-un-desaf%C3%ADo

https://elcandelerotecnologico.com/2020/07/31/gas-mediterraneo-un-dividendo-o-un-desafio/

https://www.cronicaeconomica.com/gas-mediterraneo-un-dividendo-o-un-desafio-146086.htm