martes, 28 de octubre de 2014

¿Un país competitivo?

Según un informe del World Economic Fórum sobre la competitividad internacional en 2014, ningún país mediterráneo está en el top 20 de los más competitivos del mundo: Francia está en el puesto 23, España en el 35 y Turquía en el 45.

Los países mediterráneos continúan sufriendo deficiencias de competitividad en términos de desequilibrios macroeconómicos, de financiación, de rígidos mercados laborales y un déficit de innovación. La persistencia de brechas en la competitividad en Europa, está en el origen de las turbulencias y esto condiciona el futuro. Si se busca crecer, hay que actuar mediante la adopción de medidas a largo plazo en lugar de colocar parches.

La competitividad de un país, que reside en diversificar su economía, se mide por la capacidad de exportar y garantizar el equilibrio externo en el medio plazo. Otras formas de aumentar la competitividad pasan por tener salarios y precios más bajos, pero esto no es deseable. Otra manera es restringir las importaciones, pero es difícil en un mundo abierto y, además, provocaría represalias. Por lo tanto, es más efectivo convencer a los consumidores de las ventajas de los productos. Para ello, la formula es innovación, productividad, formación, reputación y marca.

Es esencial combatir el proteccionismo, mejorar el acceso a la financiación, dinamizar la asociación público-privada y proveer un marco para la cooperación I+D.

Los países se enfrentan a múltiples desafíos y será necesario redefinir el papel de los gobiernos y las empresas en el marco de una nueva asociación. Esto requiere la selección de los instrumentos idóneos, establecer las prioridades correctas, confiar en los procesos de ejecución y potenciar reformas estructurales que serán factores claves para impulsar el éxito. No hay nada que empresas e inversores teman más que la incertidumbre, la falta de información, la aplicación de las leyes comerciales con distintas varas y la proliferación de reglas que alienta a quebrantarlas a quienes deben velar por su cumplimiento.

Para competir hay que modernizar el entorno económico. La inversión sólo puede desarrollarse en el seno de un ambiente favorable y transparente. La mejora de las infraestructuras es la valorización del elemento humano, que es el pilar del desarrollo. Las experiencias exitosas ponen de manifiesto que el desarrollo social y el buen gobierno no son solo simples obras que acompañan a las políticas. Éstas constituyen una condición esencial.

Expansión, Opinión, Página 2 Martes, 28 octubre 2014

viernes, 17 de octubre de 2014

Suez, un nuevo canal y un escenario diferente


Economia Digital, dimarts, 14/10/2014

http://www.economiadigital.es/es/notices/2014/10/suez_un_nuevo_canal_y_un_escenario_diferente_60572.php

Coincidiendo con el centenario de la apertura del Canal de Panamá, el mundo es testigo de tres acontecimientos históricos: se duplica la capacidad de Panamá, se proyecta un nuevo canal Atlántico-Pacífico rival a través de Nicaragua, y Egipto ha lanzado su plan para ampliar el Canal de Suez inaugurado hace 150 años, en 1869.

Tras permanecer bajo control colonial hasta 1956, el Canal de Suez es una arteria vital por donde pasa el 20% del comercio marítimo de contenedores del mundo, es la ruta fluvial más rápida entre Europa y Asia. Es una importante fuente de ingresos que proporciona el equivalente al 10% de los impuestos de Egipto, unos 5.000 millones de dólares al año.

El megaproyecto planificado ahora construirá un centro internacional logístico de 76.000 kilómetros cuadrados en tierra y un corredor de 160 kilómetros de largo alrededor del canal. 

Egipto ha decidido enfocar sus esfuerzos en la ampliación y modernización del canal. Las estimaciones sugieren que una vez terminado, los ingresos por esta vía podrían aumentar a 13.500 millones de dólares. Aunque algunos aspectos del proyecto, incluyendo su ubicación, han sido objeto de críticas.

El plan implica 35 kilómetros de excavación seca y 37 kilómetros de expansión y profundización, creando un tramo mucho más largo deautovía donde los barcos pueden pasar más fácilmente. La expansión debería conducir a una mayor eficiencia así como a una reducción en el tiempo de espera máximo para bajar de 11 a 3 horas. El número de barcos que pasan llegará a 97 desde los 72 de la actualidad, facilitando el transporte y el comercio entre Europa y Asia, reduciendo el costo económico de la navegación; y permitiendo el paso de buques petroleros a plena carga y buques de carga seca a granel que transportan las materias primas como hierro y carbón, y también cereales, como el trigo. 

El nuevo canal podrá satisfacer la tendencia mundial de aumentar el tamaño de los buques, lo que permite el transporte de grandes cantidades de mercancías. El coste por tonelada transportada se reduce en buques grandes y se favorece el comercio internacional. 

El coste del proyecto será de 4.000 millones de dólares, más otros 4.200 millones estimados para la construcción de seis túneles para el transporte de coches y ferrocarril en dirección al Sinaí. Lo que eleva el coste total de los dos proyectos a 8.200 millones de dólares.

El objetivo es consolidar el papel del país como un importante centro de comercio y logística regional e internacional, así como reforzar su fuente de divisas. Los mercados han acogido con satisfacción la noticia, viendo el proyecto como un signo de la mejora de las condiciones económicas de Egipto. 

Además, la ejecución impulsará numerosos proyectos relacionados, con ingresos estimados de 100.000 millones. Egipto, además de aumentar sus ingresos al 259% creará un millón de puestos de trabajo, se crearán también nuevas ciudades industriales en las orillas del canal, incluyendo el área de barcos, de contenedores, de fabricación de coches y para industrias tecnológicamente avanzadas, textiles, muebles de madera y las industrias de vidrio, además de proporcionar seguridad alimentaria a través del establecimiento de proyectos de acuicultura.

La clave para Egipto está en crecer y crear empleo, se necesitan diez millones de empleos hasta el 2020. Es el termómetro de la estabilidad. El nuevo liderazgo tendrá que impulsar la inversión en proyectos de infraestructuras que generen empleo y el proyecto del canal es clave para crear empleo. En este empeño, se buscará el apoyo de aliados internacionales, lo que podría facilitarle el favor de una población cansada de tres años de vaivenes.

Con un PIB de 270.000 millones de dólares y una población de 80 millones de habitantes, la economía egipcia se basa en tres grandes pilares: los ingresos del canal, las remesas de los emigrantes y el turismo, combinados con el apoyo internacional.

Desempleo, falta de vivienda, infraestructura inadecuada, mala distribución de la riqueza y amplia brecha social son los males. El desafío será conseguir la transformación radical. En particular, fortalecer el sistema judicial, la protección del derecho de propiedad, la corrupción la burocracia, el papel del sector privado y simplificar los procedimientos para la inversión.

Las autoridades recurrirán al sector privado para implementar muchos de sus ambiciosos proyectos que pretenden ser el nuevo símbolo el país, a parte del proyecto del canal, se impulsará la construcción de un millón de viviendas con un presupuesto de 40.00 millones de dólares y 104.000 millones dólares para el AVE Alejandría–Luxor. También metro, puertos, plantas eólicas, solares, aguas residuales, eléctricas o refinerías, entre otros proyectos. Si se consolida la estabilidad, el país será escenario de nuevas oportunidades para empresas internacionales.

El canal es una pieza clave, pero la nueva era económica dependerá de la transparencia, la buena dirección para construir un nuevo y emergente Egipto para toda su gente.

miércoles, 15 de octubre de 2014

El mediterráneo también es Europa

El 10 de septiembre, Jean-Claude Juncker presentó la nueva Comisión Europea que, una vez pasado este miércoles el examen del Parlamento, comenzará a trabajar el 1 de noviembre en un contexto de recesión económica, euroescepticismo y desconfianza en las instituciones. Estos factores dieron muchos diputados y alas a las opciones extremas y ultranacionalistas contrarias a la UE, desgastando el proyecto europeo. Es preciso, por lo tanto, el apoyo interno a una Europa unida y también respuestas políticas apropiadas y coordinadas ante los acontecimientos sociopolíticos que suceden en sus bordes geográficos.

Las divisiones y la falta de voluntad política, en las instituciones comunes de la UE y en los Estados que la componen, provocan su ausencia de la escena internacional, y la incomprensión de sus pueblos y socios. La UE está debilitada en el campo internacional por una década de declive estadounidense, por el aumento del populismo y el poco operante eje franco-alemán. Su papel en el vecino Mediterráneo, y en los conflictos allí presentes (Siria, Libia, Egipto, Turquía, Irán, Iraq o el contencioso palestino-israelí) es casi testimonial. Esto afecta al deterioro de los intereses, las relaciones, y la seguridad en toda la zona.

La macrorregión euromediterránea no se ha dibujado en la práctica. A pesar de las repetidas iniciativas por activarla y la compleja situación actual, Europa no debería considerar el Mediterráneo como una historia pasada o como la zona de amortiguamiento de emigrantes y turbulencias en África y Oriente Medio. El próximo año se cumplirá el 20º aniversario de la Declaración de Barcelona y el nacimiento de la Asociación Euromediterránea que se pronunció a favor de una zona común de diálogo e intercambio, Fue un hito importante, pero los objetivos de 1995 no se han cumplido.

Tres instrumentos de cooperación

Europa aún no apuesta por una visión convincente a largo plazo. Incluso la condición de socio avanzado obtenida por Marruecos es una motivación insuficiente para el sur. La UE dispone de tres instrumentos distintos para la cooperación con el Mediterráneo. Son el proceso de Barcelona -una asociación nacida en 1995 entre la UE y los 14 países que bordean el mar-, la política europea de vecindad -una política iniciada en el 2003 de la UE hacia sus vecinos-, y la unión por el Mediterráneo -una organización intergubernamental de 43 países nacida en el 2008-. Estas iniciativas tienen el mismo objetivo: transformar el Mediterráneo en una zona de paz, democracia, cooperación y prosperidad. Cada uno de estos planes es, sin embargo, estructuralmente diferente. Estos marcos parecen, a veces, contradictorios y crean confusión, por lo que urge fusionarlos en uno solo capaz de coordinar la cooperación entre la UE y sus socios mediterráneos. Por supuesto, cada país sigue la política que considera idónea para sus intereses. Especialmente las grandes potencias actúan de acuerdo con ese interés, y por lo tanto no hay obras de caridad.

La política de la UE afirma estar junto a la libertad y la democracia aunque estas declaraciones no se han traducido en acciones, como se ha demostrado con las revueltas populares en las orillas sur y oriental del Mediterráneo. Los vecinos del sur, que apostaron por subir al tren de la transformación a pesar del alto coste que representa para sus vidas y economías, se sienten solos en esta lucha. La UE está inmersa en una crisis política y económica, y ya se sabe que las democracias son débiles en tiempos de crisis. No es sorprendente que se prioricen los problemas internos u otros como el de Ucrania. Pero, ¿no resulta peligroso olvidarnos del Mediterráneo?

Una fuerte interdependencia

No puede Europa mantenerse ajena a lo que allí pasa. Su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo de toda la región por la fuerte interdependencia y los múltiples canales de transmisión. En un Mediterráneo lleno de división, que se levanta cada día con conflictos que ya contaminan a la UE, no implicarse tiene un coste muy alto. Hay que superar los muros de incomprensión, herencias y conflictos que están hipotecando el futuro.

La Comisión Europea tiene una oportunidad para que el rol de la UE sea relevante como actor internacional. Oriente Medio, el Golfo Pérsico y África cercan geográficamente a Europa. Hay intereses económicos, energéticos y estratégicos obvios. La UE es el aliado natural de esta región, no solo por razones históricas, geográficas y comerciales, también como equilibrio en las relaciones EEUU-Rusia-China. La UE debe posicionarse como jugador, y no como mero socio financiero o apéndice de los otros. El Mediterráneo también baña las costas del sur de Europa, ambas regiones son mucho más que vecinos, y deberían ser propietarios de un futuro común.

El periódico de Catalunya, Opinión, Pag.9.  Viernes, 10 octubre 2014

jueves, 2 de octubre de 2014

No frustremos a los jóvenes






Miércoles, 30 septiembre 2014
http://www.economiadigital.es/es/notices/2014/09/no_frustremos_a_los_jovenes_59879.php


La región mediterránea sufre una de las mayores tasas de desempleo entre la población joven y formada del mundo. De sus 450 millones de habitantes, el 45% son menores de 21 años. La región requiere 100 millones de nuevos empleos para el 2020.

El 50% de los jóvenes está en paro en España; el 41% en Grecia e Italia; el 36% en Portugal; el 35% en Egipto; el 30% en Jordania; el 28% en Túnez, etc.. A muchos jóvenes formados sólo les queda una salida difícil ante un futuro sin trabajo en su país: emigrar. 

Forman la llamada generación de refugiados económicos. Esta fuga de cerebros podría tener graves consecuencias para estos países. Será muy difícil construir una sociedad y crecer sin contar con ellos, sin las mentes jóvenes y brillantes.

Estos jóvenes salen de las universidades o las escuelas. Comparten la realidad de la desesperación y el deseo. No están motivados por un líder inspirador o espiritual. Las redes sociales facilitan las citas y el espacio abierto les protege de las prácticas que algunos regímenes utilizaron para silenciarles.

No se puede comprar el tiempo y los gobiernos incapaces de proporcionar empleo a su población joven e inquieta, no pueden escapar de la agitación política y social. Se deben proporcionar incentivos suficientes para priorizar el empleo. 

Es difícil para los jóvenes licenciados y formados sentirse respetados y dignos cuando viven con sus padres y son incapaces de independizarse o mantenerse por sí mismos, debido a la falta de oportunidades de empleo en sus entornos. Los problemas económicos causan frustración en la vida personal y en la trayectoria de crecimiento. El período de estancamiento prolongado de estos jóvenes después de su graduación está paralizando la cohesión social.

Para muchos jóvenes, el sueño de mejorar o superar lo que sus padres han disfrutado ya no es más que una pesadilla. La desesperación está aumentando y crece el número de jóvenes que asumen posiciones o ideologías extremas de todos los colores que les prometen que tendrán un futuro mejor.

Han pasado más de un tres años desde que Mohamed Bouazizi, un joven de 26 años de edad, licenciado universitario, pero vendedor ambulante de Túnez, provocó el inicio de lo que se conoce como la Primavera Árabe. Fue el último acto de un joven abatido cuyos esfuerzos por ganarse la vida se vieron frustrados. Decidió quitarse la vida, prenderse fuego, en una plaza pública para que todos conocieran su protesta y desesperación.

Nadie podría haber imaginado que este acto desesperado, uno más, desataría un levantamiento popular en Túnez, que rápidamente se extendió por toda la región, alcanzando a muchos países. 

Los jóvenes están en el centro de todo. Constituyen el eje del desarrollo socioeconómico de un país. Sin ellos no hay ni crecimiento ni expansión. El principal reto ahora es la obtención/creación de empleo para los jóvenes durante la década actual y la siguiente. Es la consecuencia de un aumento importante demográfico, la incapacidad de muchas economías para absorber un gran número de solicitantes de nuevos empleos y la creciente competencia internacional. 

Los jóvenes tienen tres veces más dificultades para conseguir un trabajo. Los gobiernos deben asumir su responsabilidad y prever un entorno propicio para los negocios, la inversión y el desarrollo. Deben ampliar los ámbitos de la educación y la relación con el mercado laboral. 

Los jóvenes exigen que no se frustren sus esperanzas, que el título universitario no sea sólo una tarjeta del club de los parados, que un trabajo digno no sea un sueño inalcanzable, que las cosas cambien. No están dispuestos a perder su presente y menos su futuro y reclaman ser socios de las decisiones que afectan a sus vidas.

Cada generación necesita una nueva revolución, pronosticó Thomas Jefferson. Hace falta un cambio de mentalidad. Debemos pasar del trabajo público para toda la vida y del dinero fácil, a la acción proactiva, el espíritu emprendedor, el autoempleo, las Pymes. 

La sociedad debe aprovechar su creatividad y el potencial de sus jóvenes, les debe dar el apoyo, la oportunidad y la libertad para hacer su contribución. No hay que matar al genio y a la innovación, sino dar valor a sus ideas, alimentar su esfuerzo, talento y la confianza en sí mismos para buscar de forma natural un trabajo. Se necesita una nueva revolución en el empleo juvenil. Es el momento de las intervenciones inteligentes para aliviar el desafío. El cambio es inevitable y será enriquecedor si abarca a los jóvenes. 

En su mensaje a los jóvenes, Andrés Bello les animaba: "aprended a juzgar por vosotros mismos: aspirad a la independencia del pensamiento", para ser individuos, para ser ciudadanos, para ser hombres libres, por encima de la voluntad de cualquier otro, por encima de la voluntad de los gobiernos jamás superior a la autoridad de la nación, al mandato de la Ley y a la soberanía del pueblo. 

Si buscamos la transformación cualitativa de nuestras sociedades, tenemos que luchar contra las actitudes negativas que frustran a los jóvenes. Los jóvenes no sólo son el futuro de mañana. Son los líderes, empresarios, trabajadores y solucionadores de problemas de hoy.



También publicado/difundido  en atalayar
http://www.atalayar.com/blog/no-frustremos-los-j%C3%B3venes