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lunes, 24 de mayo de 2021

Renovables en el presente para sustentar el futuro

 Sea cual sea la nueva normalidad, ésta estará definida por las decisiones que se tomen ahora.

 Por ello, es imprescindible aprovechar los rayos de esperanza en forma de iniciativas y propuestas que nos ha dejado el tsunami del Covid-19

No podemos permitirnos repetir los mismos errores y volver al mismo paradigma de un modelo económico insostenible; ni tampoco volver a la vieja actitud de encarrilar la economía a expensas del planeta. Los desastres naturales y el cambio climático son problemas que están afectando al mundo de manera drástica. Conocemos la limitación de los recursos disponibles, por lo que nos enfrentamos a la responsabilidad de responder debidamente con soluciones duraderas.
 
La opción es crear un concepto de vida sostenible que aborde los problemas actuales con el objetivo de proporcionar un futuro mejor y, al mismo tiempo, preservar tradición y herencia. Imaginar una comunidad que brinde a sus residentes muchas oportunidades para disfrutar de una alta calidad de vida y se esfuerce por conservar y mejorar su economía, su medio ambiente y la salud y el bienestar de su gente. Es decir, un proyecto autónomo y sostenible para el que la preservación del medio ambiente sea una prioridad y donde las personas adopten un estilo de vida productivo y saludable. Algo que supone un gran desafío.
 
La prisa por volver a "los negocios como siempre" no debe conducirnos a volver a otra década de emisiones de gases de efecto invernadero sin precedentes y a los 10 años más calurosos en la historia de la humanidad. La década de 2010 será recordada como la que nos llevó a un dato potencialmente catastrófico de 3,2 grados de calentamiento Celsius en el mundo.

Renovables para sustentar el futuro
 
La recuperación mundial solo puede estar liderada por una transición energética global que integre paquetes de estímulo para la energía renovable en presupuestos nacionales de todo el planeta, lo que facilitaría la creación de empleo y un mayor crecimiento económico.
 
Las soluciones renovables pueden agregar 98 billones de euros a la economía global en los próximos años, generando más empleos, un mayor crecimiento económico, mejores condiciones de vida y un bienestar mejorado en un clima sostenible y bajo en carbono, que asiente a su vez las bases para un desarrollo económico estable a largo plazo.
 
En la última década, el mundo ha invertido casi 3 billones de dólares en energías renovables, lo que ha hecho que aumente al doble la capacidad energética instalada. Las energías renovables representan un 25% de la generación de energía y un 35% de la capacidad energética mundial. Los costes de la energía solar y eólica se han reducido, haciendo que sean ahora a menudo las fuentes más baratas de nueva capacidad energética.
 
Aunque los estragos causados en las cadenas de suministro globales también impactan en la industria de las energías renovables, ya que las piezas, materiales y suministros para proyectos se enviarán desde diferentes partes del mundo.
 
En la región mediterránea el enfoque hacia la sostenibilidad y la energía renovable debe ser integral e impulsar los cambios necesarios no solo en la producción y el consumo, sino también en las colaboraciones entre las múltiples partes interesadas: en asociaciones público-privadas, en el pensamiento económico ecológico y en las opciones de financiación verde. Somos conscientes de que todos deben participar de este movimiento para producir el impacto imprescindible para un cambio duradero.
 
El empoderamiento y la inclusión de la juventud y las mujeres es vital para promover la adopción de prácticas sostenibles y de fuentes de energía limpia. La mayor de la contribución de las mujeres a la construcción de un futuro sostenible ha hecho que el sector sea más dinámico.
 
La necesidad de un plan integral para impulsar las energías renovables de manera sostenible es primordial, ya que el aumento de la población y la diversificación económica han llevado a una mayor demanda energética. Las energías renovables, aunque son un participante relativamente reciente en el panorama energético regional, tienen un gran potencial para reducir los costes de la energía a largo plazo; reducir las emisiones de carbono; conservar la escasez de agua, y crear empleos. Sin las energías renovables, no podemos construir el mundo de nuevo. 

Barcelona, 24 Mayo 2021


versión en inglés

viernes, 10 de julio de 2020

Impulsando la Economía Azul en el Mediterráneo

El mundo está evaluando los efectos de la COVID-19 y las vías hacia la recuperación, entre las que destaca la Economía Azul como una prioridad post pandemia. 

El mar tiene un papel esencial que protagonizar en términos de salud, medicina, seguridad alimentaria y energética, en la mitigación y adaptación al cambio climático y en la investigación científica; pero también, y quizás lo más relevante para el futuro tras el virus, en fortalecer la resiliencia para prevenir otros choques similares.

Es preciso centrarse en aprovechar las oportunidades compartidas a nivel regional y global para resolver el impacto de la crisis del coronavirus y trabajar para la recuperación. Algo que se hace evidente en el dominio global que nos une: el mar. Necesitamos aprovechar ese potencial, que representa el 70% de nuestro planeta, para proporcionar el impulso azul a nuestras economías, y construir un mundo más resistente y sostenible.

El océano es fundamental para la vida en la Tierra. Absorbe una cuarta parte de todas las emisiones de dióxido de carbono y captura más del 90% del calor adicional que estas generan. La economía azul está valorada en más de 2,5 billones de dólares anuales; proporciona pescado y marisco a más de 3.000 millones de personas cada día, y transporta alrededor del 90% del comercio mundial. Es una fuente de energía e ingredientes clave para combatir las enfermedades. Para muchos, es sin duda su medio principal de vida, un lugar de trabajo y un hogar.

El mar para los mediterráneos es determinante y protagonista de todo lo que ocurre: medio de vida, transporte, y comunicación. Es como el gran catalizador de todo lo que sucede, ya que de una u otra forma siempre está presente.

Los habitantes del Mediterráneo dependemos extensamente del mar. Obtenemos suministros esenciales y servicios, desde la acuicultura, pasando por la pesca, hasta el turismo. Y, de hecho, la pandemia ha puesto en riesgo todo esto. La industria turística mundial tendrá que hacer frente a incertidumbre y profundos desafíos en los próximos años. El Mediterráneo prevé una disminución del 52% en las llegadas de turistas en 2020 con una caída del 25% del PIB. La seguridad alimentaria también está en riesgo porque se han interrumpido cadenas de suministro por las cuarentenas en un sector tan vulnerable como el de la pesca.

El Mediterráneo debe cooperar para poner en marcha e implementar un sistema de gobernanza marítima sostenible que beneficiará a ambas orillas y así impulsar la contribución económica de los océanos, todo ello en el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Es necesario un nuevo modelo económico que impulse el potencial del Mediterráneo. Hay importantes oportunidades para la inversión en la economía azul y el desarrollo sostenible. Se debe, por tanto, unir esfuerzos y fortalecer la colaboración de las comunidades empresariales relacionadas con el sector marítimo regional para aprovechar estas oportunidades y enfrentar estos desafíos.

La llamada economía azul abarca muchos sectores con diferentes tipos de oportunidades de inversión. No es tan fácil de definir como la economía verde, en la que se encuentran las conocidas como energías limpias. Pero el azul podría ser hoy el nuevo verde. Este engloba la seguridad y gestión marítimas, el transporte y las actividades portuarias, la construcción naval, el reciclaje, la energía ‘offshore’, la bioprospección, el papel de los ecosistemas, la pesca y la acuicultura, los servicios.... Además, la educación de la juventud es fundamental para darle forma: la economía azul tiene la capacidad de proporcionar empleos muy necesarios en toda la región.

La economía azul es una fuente esencial de riqueza y prosperidad para el Mediterráneo. La región debe aprovechar ese potencial y las oportunidades de crecimiento, empleo e inversiones que esta proporciona. Las estrategias nacionales deben identificar claramente las prioridades, desarrollar una visión estratégica para el desarrollo sostenible y garantizar las políticas y las acciones necesarias para promover la economía azul, además de salvaguardar el mar.

Los sectores de esta economía del mar se apoyan en los ecosistemas marinos naturales y los recursos marítimos. Existen interrelaciones evidentes: los turistas requieren de transporte marítimo y disfrutan de pescado o marisco tradicional. La energía eólica marina puede interferir con las actividades pesqueras. La construcción naval y el reciclaje dependen en gran medida de la demanda del sector del transporte. Algunas actividades innovadoras (por ejemplo, el turismo de pesca) enfatizan aún más la importancia de la integración entre diferentes sectores. La adopción de un enfoque intersectorial es crucial para analizar y desarrollar estrategias que beneficien a varios sectores económicos.

Desarrollar una economía azul saludable y sostenible es imprescindible. Invertir en acciones oceánicas clave como la descarbonización del transporte marítimo, la conservación y restauración de manglares, la producción sostenible de productos del mar o el desarrollo de energías renovables, proporciona beneficios globales. No se trata solo de beneficios financieros, sino también de mejores resultados de salud para los consumidores, una biodiversidad más rica y trabajos más seguros, entre otras prestaciones. Un mar sostenible debe verse no solo como un imperativo de conservación, sino también como una prioridad para el futuro de la economía, el ecosistema y la sociedad.








viernes, 5 de junio de 2020

Acelerando la Economía Verde en el gran Mediterráneo


Otra de las consecuencias de esta pandemia de la COVID-19 en el mundo son los cielos azules, los árboles verdes y las noches estrelladas.

 La reducción de la circulación de vehículos y de las actividades industriales ha despejado el aire en ciudades habitualmente contaminadas, dejando a sus residentes asombrados. Esto no significa necesariamente que estemos progresando para mitigar el cambio climático, pero sí demuestra hasta qué punto nuestras acciones afectan a la naturaleza.

La COVID-19 ha interrumpido cadenas de suministro y financiación, y también afectará a los nuevos proyectos de energía solar y eólica. Sin embargo, las energías renovables serán el único sector energético que presenten crecimiento de su demanda este año. De hecho, el carbón verá su mayor disminución de demanda desde la II Guerra Mundial.

Nos encontramos en un contexto particular y complejo, marcado por crecientes incertidumbres económicas, políticas, de seguridad y geoestratégicas. Por ello, es imperativo formular respuestas urgentes y soluciones efectivas para afrontar juntos los grandes desafíos comunes. Es el momento de repensar el Mediterráneo para que sea un actor positivo y reactivo en la escena internacional. Hay que establecer una reflexión mediterránea adecuada para la región en su conjunto porque no se trata solo de energía limpia, sino de una forma diferente de operar, una normalidad diferente.

La región vive inmersa en múltiples desafíos: la pandemia, el desarrollo económico, el cambio climático, la demografía, los jóvenes, la inclusión de la mujer, el paro, la urbanización, la educación, la democracia... Y a pesar de todo, estamos condenados a tener éxito. La región Mediterránea cuenta con una de las poblaciones más jóvenes del mundo. Casi el 50% tiene menos de 30 años. Es increíblemente emocionante y nos obliga a mirar hacia el futuro. Necesitamos nuevas ideas que satisfagan las necesidades de esa población tan joven.

Hay muchos desafíos en juego, en particular en la gestión del turismo y la lucha contra la contaminación. El cambio climático es una seria amenaza para el desarrollo y la sostenibilidad. Es preciso gestionar los recursos, impulsar las políticas energéticas, y conservar nuestro gran patrimonio histórico común.

La hoja de ruta a seguir se puede basar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. El alcance es ambicioso: poner fin a la pobreza, lograr una educación inclusiva, ciudades sostenibles, el acceso a agua potable, la igualdad entre géneros, el acceso a energías limpias... El problema es que muchos gobiernos ya han incumplido todos los compromisos anteriores y, sin la participación empresarial, estos objetivos seguirán siendo inalcanzables. Es preciso involucrar al sector privado, que no olvidemos que aporta el 60% del PIB mundial y el 90% de los puestos de trabajo.

El cambio climático y la escasez de agua en el Mediterráneo acrecentarán el impacto de los diferentes conflictos y retos. La mayoría de países han empezado a sufrir las consecuencias de la contaminación y sus efectos sobre la población y los demás aspectos de la vida. Hay una creciente conciencia de que la situación afecta a todo el mundo: no entiende de nacionalidad, religión, ni ideas políticas, ni orillas de un mar. Por tanto, la situación nos exige movilizarnos y construir juntos un medio ambiente sostenible.

En el Mediterráneo, es urgente impulsar la creación de economías eficientes en recursos y resistentes al clima. Es el primer paso hacia un futuro que debe incrementar la cooperación entre sus dos riberas y para ello se requieren medidas para ordenar los usos, así como para proteger un ecosistema.

La Economia Verde en el gran Mediterráneo

La economía Verde proporciona una gran oportunidad para fomentar un desarrollo global con crecimiento sostenible y en línea con la Agenda 2030. Está presente en las tecnologías limpias, las energías renovables, los servicios de agua, el transporte verde, la economía circular, la edificación verde, la agricultura sostenible y la conservación ambiental, entre otros. Los empleos verdes ya no son un espejismo sino una realidad cuyo tiempo parece que ha llegado. Todo ello no ofrecerá sino oportunidades de negocios y empleo.

El potencial de la región es considerable. Las energías renovables pueden ser el catalizador para estimular este crecimiento sostenible en el Mediterráneo. Además de energía hidroeléctrica y recursos eólicos, cuenta con la radiación solar más alta del mundo y con grandes extensiones de desierto. Técnicamente, la región podría cubrir sus propias necesidades y las del resto del mundo solamente con energía solar. La inversión total prevista en el sector de energías renovables hasta 2030 será de 250.000 millones de euros. Riqueza debe estar al servicio del Mediterráneo, de sus economías y sus pueblos.

La industria puede despegar de una recesión masiva, aunque todavía no hayan comenzado los esfuerzos para ello. Es imprescindible tener ambición y formular una nueva visión global mediterránea para que la región se convierta en líder en economía verde. Los parques solares a gran escala y los parques eólicos en tierra ofrecen la fuente de electricidad más barata para aproximadamente dos tercios de la población mundial. El futuro es optimista.

El impacto de la COVID-19 debe acelerar una transición global al 100% de energía renovable con una estrategia regional para alcanzar este rumbo. Debemos crear sistemas de energía sostenibles y abordar las emisiones de CO2.

Saldremos de esta pandemia más fuertes y debemos aprovecharla también para ser más inteligentes. La sostenibilidad tiene que ser una parte importante de la era post COVID-19 en la agenda global. Desde las decisiones individuales hasta las acciones corporativas y gubernamentales, debemos adoptar una economía verde, renovable y circular.

Para garantizar el desarrollo sostenible, los países mediterráneos deben invertir en recursos humanos proporcionando financiación para su desarrollo. El cambio climático afecta todos los aspectos de nuestras vidas: nuestro medio ambiente, nuestra economía y nuestra salud. El tiempo de hablar ha terminado. Es el momento de tomar medidas.

Una nueva era amanece para este sector, situando a esta región en el corazón de la industria global. Una planificación a largo plazo y una visión compartida son esenciales para movilizar los recursos necesarios que desarrollen la cooperación energética entre las dos orillas del Mediterráneo. Todos somos conscientes de la dependencia mutua en materia de energía entre Europa y el Mediterráneo. Hay opciones.

Barcelona, 25 Mayo 2020 











jueves, 19 de diciembre de 2019

Mediterráneo sostenible

Encajado entre África, Asia y Europa, con una gran biodiversidad y características históricas que lo hacen único, el mar Mediterráneo se enfrenta hoy a numerosos desafíos.  Su futuro y el de toda la región pasa por resolver múltiples amenazas: el desarrollo económico, el cambio climático, la demografía, la desigualdad entre el norte y el sur, la población joven, la inclusión de la mujer, el paro, el exceso de urbanización, la democracia, la gestión del turismo, la contaminación, el tráfico marino...

Es imprescindible mejorar la gestión de este mar común y de sus recursos, como por ejemplo la política energética, especialmente en el campo del gas y la energía solar, y conservar su inmenso patrimonio. La historia del Mediterráneo siempre ha estado dependiente  del clima  y la dieta: no hay que olvidar que los productos del suelo dependen del cielo.

En los próximos años, las consecuencias del calentamiento global se volverán más graves. Si no se toman medidas urgentes, el cambio climático y la escasez de agua en el Mediterráneo acrecentarán el impacto de los diferentes conflictos y añadirán nuevos retos. Es preciso ordenar los usos, gestionar los recursos y conseguir la sostenibilidad.

Hoy la mayoría de países están comenzando  a sufrir los efectos de la contaminación y hay una creciente conciencia de que el cambio climático no tiene fronteras, nacionalidad o religión y no se puede detener construyendo muros. Afecta a todos. La situación exige movilizarse y construir juntos un futuro sostenible.
En el Mediterráneo es urgente impulsar la creación de economías eficientes en recursos y resistentes al clima. Es el primer paso hacia un futuro que debe incrementar la cooperación entre las riberas del Mediterráneo, proteger su ecosistema, impulsar los empleos verdes y fomentar el crecimiento sostenible en línea con la Agenda 2030.

Resulta necesario buscar un consenso global con la participación de todos los actores públicos y privados  en torno a los principios generales de afrontar el desafío climático con una combinación de solidaridad social e internacional, innovación tecnológica y oportunidades de negocios.

El potencial de la región es considerable. Cuenta con un sistema de energía hidroeléctrica, recursos eólicos y radiación solar de las más altas del mundo. Técnicamente, la región podría cubrir sus necesidades y la del resto del mundo a través de energía solar.

Todos los recursos deben estar al servicio del Mediterráneo y sus economías y sus pueblos. Ahora es el momento de estimular este crecimiento sostenible en el Mediterráneo .

EXPANSIÓN, Edición Catalunya, Pag.2. Miércoles, 18 Diciembre 2019

jueves, 21 de diciembre de 2017

Mediterráneo, estrés hídrico

El agua es un elemento vital en el Mediterráneo debido a cuestiones culturales, económicas y sociales, con la historia de la región siempre dependiente del clima y la dieta. No hay que olvidar que los productos de la tierra dependen del cielo. Es precisamente la gran escasez sufrido a lo largo de la historia lo que ha hecho que el agua sea tan apreciada, ya que sin ella la supervivencia, el desarrollo o la migración no habría sido posible. 

A nivel mundial, la disponibilidad media de agua per cápita es de 7.000 metros cúbicos por persona y año, mientras que en la región es sólo 1,200 por persona y año. La mitad de la población de la región mediterranea vive en condiciones de estrés hídrico, y la situación empieza a ser preocupante. Además, la población aumentará en 150 millones de personas, lo que reduciría a la mitad la disponibilidad de agua en 2050.

El agua, nos conecta, no nos separa. Una crisis regional del agua se convertiría rápidamente en un problema global. La mayor amenaza durante la próxima década es una crisis mundial de agua que provocará, conflictos derivados del control de las bolsas disponibles que existan en el territorio.

Por otra parte, el 75% de los puestos de trabajo en el mundo dependen del agua. Por tanto, la escasez puede limitar el crecimiento económico en numerosos países. 

Las amenazas de seguridad, la inestabilidad y la emigración están condicionando a Europa y las relaciones en el mediterráneo. El cambio climático y la escasez de agua en el Mediterráneo acrecentaran el impacto de los diferentes conflictos. El crecimiento previsto en los próximos años del turismo, el tráfico marítimo, la acuicultura o la búsqueda de hidrocarburos requieren medidas para ordenar estos usos y conseguir la sostenibilidad de la enorme riqueza. 

La gestión ineficiente está alcanzando unas pérdidas de agua por encima de 30% en sus redes, mientras que a nivel internacional, son del 10%. La mejora de la gestión tendría ventajas considerables y generaría para el sur del mediterráneo 5.000 millones de dólares en ganancias económicas y el retorno por cada Euro invertido sería de cuatro en ganancias.

La demanda de agua crecerá el 20% en 2025 en el Mediterráneo. Por todo ello, es imprescindible el uso de las tecnologías más adecuadas con mejores ratios de consumo energético y una mayor regulación. El tratamiento de aguas residuales para su uso en la agricultura o la industria facilitaría un desarrollo sostenible y crearía puestos de trabajo.

Es imprescindible formular un nuevo consenso regional sobre el agua. La búsqueda de nuevas fuentes no convencionales reduciría al mínimo el impacto y permitiría una solución consistente. Hay que dar pasos hacia el futuro, crear economías eficientes en recursos y resistentes al clima. Porque, sin un enfoque que se oriente a romper las tendencias de despilfarro, sin una mayor cooperación y sin alternativas renovables, los países de la región no lograrán la sostenibilidad y el estrés hídrico aumentará inevitablemente. Ya hay demasiadas señales.

El Periódico de Catalunya, Economía, Pag. 24, Jueves, 21 diciembre 2017

martes, 10 de marzo de 2015

El sol como solución

Mientras en España el sector de los renovables vive una crisis importante,  en oriente medio y África ha llegado el momento para las energías renovables. Esta región, rica en energía y con una de las mayores reservas de petróleo y gas en el mundo, puede aparecer como el defensor más improbable de las renovables. Y, sin embargo, con la recesión económica mundial, un mercado de petróleo impredecible y condiciones solares y eólicas muy favorables, el uso de estas energías como alternativa a las reservas de hidrocarburos está ganando un amplio consenso.

Desde Uarzazate a Omán, ha empezado una oleada de iniciativas y proyectos. Dubái inauguró un gran parque solar que pretende generar 1.000 megavatios en 2030, con una inversión de 3.300 millones de dólares. Arabia Saudita presentó su programa más ambicioso para instalar 54.000 megavatios de potencia hasta 2032. Abu Dhabi construyó la mayor planta termo solar en el mundo, con tecnología española. Marruecos está trabajando para instalar el mayor parque eólico y solar de África. Egipto planea contar con 12.000 megavatios de potencia en 2025, y Argelia está apuntando a 4.600 megavatios. La mayor parte de esta potencia es solar, y la inversión total prevista será de 190.000 millones de dólares.

El potencial de la región es considerable: cuenta con un sistema de energía hidroeléctrica, recursos eólicos, los niveles de radiación solar más altos del mundo, y grandes extensiones de desierto. Técnicamente, la región podría cubrir su necesidad energética y la del resto del mundo a través de energía solar.

Los principales factores que fomentan estas energías son la mejora de la eficiencia tecnológica, la preocupación de los productores de petróleo que el uso de hidrocarburos (que comenzarán a erosionar sus ingresos),las emisiones de CO2, y los ingresos por exportación de las energías renovables, especialmente hacia los países Mediterráneos.

Sin embargo algunos problemas siguen sin resolverse, como las subvenciones de hidrocarburos, la conexión a las redes nacionales en clima húmedos y polvorientos en algunos países, el marco normativo, el temor a la caída de los precios del petróleo y gas,etc. La capacidad para hacer frente a estas cuestiones será determinante.

Una nueva era amanece para este sector, situando esta región en el corazón de la industria global. Para las empresas proveedoras o productoras, que han visto paralizada la financiación en Europa a raíz de la crisis, el Golfo y el Norte de África les ofrecen un soplo de vida, y el sol, una solución.

Expansión, Edición Catalunya, Pag. 2 Opinion, Martes, 10 Marzo 2015

jueves, 4 de diciembre de 2014

Argelia 2015 - 2019

Argelia lanzará un nuevo plan 2015-2019 para invertir 210.000 millones de euros, con el objetivo de impulsar una economía productiva y diversificada lejos de la dependencia de los hidrocarburos. 

Este impulso viene precedido de los planes anteriores, el 2005-2009 y el 2010-2014 con más de 400.000 millones para construir infraestructuras, que incluían 1.200 km de autopistas, plantas de desalinización de agua y miles de viviendas. Los resultados fueron modestos, y estuvieron lejos de las expectativas proyectadas debido a la lentitud de las reformas que limitaron la participación de los inversores extranjeros y privados. Ahora, las autoridades, quieren contar con su implicación en el nuevo plan.

La financiación siempre es un factor clave del desarrollo económico, pero no soluciona todos los problemas. Es necesaria una visión de largo plazo que refleje la ambición de construir una economía productiva exitosa, unas instituciones sólidas la y participación de todos los actores. 

Argelia dispone de 154.000 millones de euros en reservas de divisas y 54.000 millones del fondo de estabilización, que ayudarán, pero no serán suficientes. La economía argelina, pese a su potencial de crecimiento, tiene problemas estructurales, el excesivo peso del Estado y la producción de hidrocarburos como principal fuente de riqueza. La proyección de crecimiento del PIB para 2015 es del 3%, y de un 4,2% sin hidrocarburos. Al ser un importante proveedor de gas para Europa, Argelia tiene posibilidades para reposicionarse en el mercado mundial mediante la explotación a su favor de la crisis entre la UE y Rusia, que suministra el 30% del gas a Europa, por el 10 que proporciona Argellia.

España sigue siendo el primer cliente de Argelia y su cuarto proveedor, con intercambios que alcanzan los 15.000 millones de euros. El 50% del gas que consume España viene de Argelia. Unas 270 empresas españolas se han instalado en este país y muchas son compañías de sectores como la construcción y la obra pública que han ganado suculentos contratos, como por ejemplo los 2.000 millones de euros ganados por 10 licitaciones de 12 de plantas desalinizadoras.

También Argelia gasta más de 50.000 millones de dólares al año en importaciones de bienes, productos alimenticios y farmacéuticos. El país cuenta con todos los recursos humanos y materiales para hacer su revolución económica y situarse entre las potencias emergentes. El problema no es económico, pero ahora es necesaria la valentía política de un país que aparentemente se niega a crecer.

Expansión, Ed.Catalunya, Opinión. Pag.2. Jueves, 4 diciembre 2014

martes, 3 de junio de 2014

Economía Verde no espejismo



Economía Digital, Miércoles, 28/05/2014
http://www.economiadigital.es/es/notices/2014/05/economia_verde_no_espejismo_55070.php


En los últimos años, la cuestión del cambio climático empieza a estar en la agenda de los gobiernos, ayudando a forjar sus políticas y empujando a las empresas y emprendedores a tener más en cuenta la cuestión de la economía verde. 

La recesión económica mundial provocó un debate serio en muchos países en cuanto a analizar las causas de los fracasos, las soluciones innovadoras asequibles y buscando alternativas para el crecimiento. Algunos lo han encontrado impulsando la energía limpia y las inversiones ecológicas como claves para un futuro mejor. 

La sostenibilidad se ha convertido en una necesidad y en una oportunidad que se materializa en un ahorro económico y en un menor coste medioambiental. Mientras, se impone el cambio del modelo productivo hacia la eficiencia de recursos, especialmente la energética. 

Se calcula que en los sectores de la economía verde se invertirá 55.000 millones de euros anuales hasta 2030. Lo que representa un gran potencial de futuro para la generación de empleo, el avance tecnológico y la competitividad. Las empresas, con el apoyo público y un nuevo marco legislativo más flexible deberían apostar por políticas verdes como visión de futuro.

Dirigirse hacia una economía más verde se traduce en reestructurar las empresas y sus infraestructuras para obtener un mejor retorno del capital invertido en productos, recursos naturales, humanos y económicos. Al mismo tiempo, se reducen emisiones de gases, disminuimos el uso ineficiente de recursos naturales y reducimos la disparidad social.

En el contexto mundial, la región del Mediterráneo se caracteriza por la enorme asimetría existente entre sus diferentes zonas y por un débil dinamismo económico. Aunque dispone de activos tan importantes como el turismo, su cultura, y su historia. Es una eco-región con un patrimonio único y unas características particulares, Y su futuro depende de que los patrones de desarrollo sean sostenibles en toda la zona.

Hasta el momento, no se han utilizado los recursos de manera adecuada, por lo que la relativa indolencia económica que caracteriza a la región ha afectado gravemente al desarrollo de muchos de sus países, así como a la calidad del medio ambiente, el contexto político y la estabilidad de la misma.

Empresas, pymes y emprendedores, porque son una parte inseparable de una economía sostenible y deben ser actores y no sólo unos meros ejecutores. Por su impacto en el crecimiento, la creación de empleo y del desarrollo social, su función no debe eliminar el papel del sector público, sino que debería complementarlo. Los dos sectores juntos pueden proporcionar una red de protección para la economía. 

Hay que establecer como objetivo la diversificación del desarrollo económico, la creación de clústeres, el aumento de la promoción en la escena internacional, la movilización de los activos y el reclutamiento de los principales talentos.

Mejorar el acceso a las inversiones verdes y la mejora de la cooperación internacional en la gestión de estos ecosistemas transfronterizos son esenciales si se quiere avanzar hacia una economía verde efectiva y de reducir sustancialmente las emisiones de carbono. Pero esto debe ser más que un eslogan y el concepto debe ser parte de una ambición por una transformación que debe tomar caminos diferentes de los que otros se han prestado hasta ahora.

Es imprescindible tener ambición y formular una nueva visión global mediterránea para convertirse en una economía verde entre los líderes del mundo.

Se debe impulsar la creación de economías eficientes en recursos y resistentes al clima. Es el primer paso hacia un futuro que debe incrementar la cooperación entre las riberas del Mediterráneo, así como proteger un ecosistema.

Aunque sigue siendo un nicho, la economía verde proporciona una gran oportunidad para fomentar un desarrollo global con el crecimiento sostenible. Está presente en las tecnologías limpias, las energías renovables, los servicios de agua, el transporte verde, el tratamiento de los desechos, la edificación verde, el ecoturismo, la agricultura, la industria manufacturera y en la conservación ambiental entre otros.

Los empleos verdes ya no son un espejismo sino una realidad cuyo tiempo parece que ha llegado.