martes, 26 de febrero de 2019

Automóviles "Made in África"

Los fabricantes de automóviles más importantes del mundo están transformando el norte de África en un centro de fabricación regional, construyendo nuevas unidades de producción, en su estrategia de apostar por el continente como la próxima frontera de crecimiento.

No era ningún secreto que muchos países de la zona quieren desarrollar una industria del automóvil, y esta visión ha comenzado a tomar una forma coherente en Egipto, Marruecos, Argelia y otros países.

La inversión extranjera directa en el norte de África aumentó de 5.000 millones de dólares en 2011, a 15.000 millones de dólares en 2018, en gran medida impulsada por la inversión de los fabricantes de automóviles. La situación en la región se está estabilizando, para construir plantas de ensamblaje a cambio de garantías gubernamentales para proteger las inversiones.

Hay un gran nicho en los vehículos de bajo coste, en los transportes comerciales y colectivos, y en la fabricación de componentes. Además, las inversiones de los fabricantes de automóviles en la región se están expandiendo, en parte porque varias naciones africanas han comenzado a rechazar las importaciones de automóviles para atraer la capacidad de producción, y porque las perspectivas de crecimiento en África superan con creces los mercados más maduros. Las ventas de vehículos nuevos en EEUU, China o Europa están disminuyendo tras una década extraordinaria. Las empresas también reconsideran sus cadenas de suministro globales, a medida que aumentan las barreras comerciales en todo el mundo, impulsadas en gran medida por las políticas del Presidente Donald Trump.

Marruecos ya ha superado a Sudáfrica como centro automotriz del continente, y pronto se espera que produzca más automóviles al año que Italia. El reino también se está convirtiendo en un proveedor importante para las fábricas de automóviles europeas. En Marruecos, Renault, que tiene una participación de mercado de más del 40% en la región, ha construido dos plantas de ensamblaje en los últimos cinco años que producen más de 200.000 automóviles al año. Peugeot, en una importante unidad de expansión, está construyendo una planta en Marruecos que se pondrá en funcionamiento a finales de este año.

Desde el año pasado, Argelia ha requerido que casi todos los autos nuevos vendidos en el país se produzcan allí. Esa decisión ayudó a convencer a Renault y Volkswagen de construir una nueva planta, y SEAT, la unidad española de la compañía, está produciendo algunos de sus modelos.

Los gobiernos locales, deseosos de atraer inversión extranjera, en parte para pagar los préstamos de infraestructura, están adoptando políticas favorables a los negocios, como el relajamiento de los controles cambiarios, la creación de zonas de libre comercio y el suministro de incentivos financieros. Algunos también están construyendo o expandiendo carreteras, enlaces ferroviarios y puertos de aguas profundas.

Los fabricantes de automóviles son conscientes de los riesgos de hacer negocios en África, donde las combinaciones de corrupción, inestabilidad económica, terrorismo o turbulencia política son altas en muchos países. Las anteriores incursiones en mercados extranjeros como Sudamérica, Rusia e India parecían prometedoras, pero han agotado en gran medida las finanzas de la industria automotriz.

Por supuesto, hay riesgos. Pero lo que se ve es el potencial de la región. Es un mercado muy joven que se está volviendo más industrial cada día. La industria del automóvil tiene sentido en el norte de África, hay muchas ventajas: energía barata, materias primas, dinero, ubicación geográfica y mano de obra joven que puede ser formada con las habilidades requeridas. Otra gran ventaja es el efecto multiplicador de la creación de nuevas empresas y oportunidades para los jóvenes. Un 45% de la población son menores de 21 años, y la creación de empleos aleja la emigración, la delincuencia y el extremismo. La estabilidad y la prosperidad en la región son claves para la seguridad de todos.

La visión debería ser crear un hub mediterráneo mundial, para fabricación de automóviles, tanto de bajo coste como de alta gama, y los coches del futuro de nueva generación tecnológica o eléctrica. Y las cadenas de valor industrial y logística asociadas. Porque la competencia no es entre el norte y el sur del Mediterráneo. En un mundo globalizado hay que competir con otras regiones, especialmente Asia.

Los últimos obstáculos que frenaban el desarrollo de una industria del automóvil local se están eliminando, Sólo podía ser una cuestión de tiempo  para que esta industria inicia su despegue y se perfila como una gran oportunidad para la región.

Crónica Global,  Economía - Pensamiento, Sábado, 23 /02/2019 

martes, 19 de febrero de 2019

España - Marruecos : interés mutuo

Demasiados estereotipos perjudican las relaciones entre España y Marruecos. Sin embargo, se necesitan mutuamente y su relación es estratégica para ambos. Por supuesto, hay temas espinosos, como el Sahara, Ceuta-Melilla o la Inmigración. Pero la evolución es positiva en materias como la lucha contra el terrorismo, la seguridad o la cooperación económica.
  
Desplazando las cuestiones delicadas, los dos países están creando fuertes vínculos políticos, económicos, militares, sociales y culturales. Porque el único camino son los intereses compartidos. Y es imprescindible encontrar las formulas que beneficien a las dos sociedades a ambos lados del estrecho.

En lo político, Marruecos es un aliado fundamental para España y su política exterior en el Magreb y en África. Es imprescindible, reforzar la cooperación multilateral, poner en marcha proyectos de interés común y en beneficio del continente africano. Rabat y Madrid pueden jugar un papel importante, convertirse en ejes entre África y Europa, impulsar una mejor alianza euroafricana. Es un gran desafío, pero ofrece grandes oportunidades.

Socios Naturales

En lo Económico, los datos son conocidos, con un crecimiento sostenido de los intercambios comerciales. España es el primer socio comercial del Reino. Marruecos es el segundo mercado fuera de la UE y el Primero de África. 22.000 empresas españolas exportan a Marruecos. Más de 1.500 están presentes en múltiples sectores. Somos Socios naturales por cercanía y complementariedad.

Marruecos presenta una paradoja: a pesar de los grandes avances sigue siendo una sociedad que enfrenta serios desafíos sociales y desigualdades de desarrollo. Pero a España y Europa les interesa que a Marruecos le vaya bien, que progrese sin grandes problemas hacia la democracia, los derechos humanos, la igualdad de los géneros y un reparto más equitativo de la riqueza.

En el terreno cultural, España es cada vez más activa y dispone de una las de redes más importantes de Institutos Cervantes. Una relación provechosa y sostenible se basa en la cooperación y el conocimiento mutuos, en conectar las sociedades y desmontar estereotipos.

Uno de los problemas comunes entre Europa y África, y entre Marruecos y España, y principal fuente de tensión entre ambas orillas del Mediterráneo, es la emigración. Hoy, cerrar fronteras o cerrar los ojos no es la solución. De ahí la importancia del Pacto Mundial sobre Migración, que se firmó en Marrakech el pasado diciembre. Buenas intenciones para que el fenómeno sea digno, ordenado, más justo y más humano.

Con Marruecos se debe aspirar a construir una relación parecida a la que se mantiene con   Francia y Portugal. Es preciso recordar las relaciones geopolíticas, humanas, turísticas, económicas, comerciales y culturales, extender la cooperación multilateral entre ambos países en África para poner en marcha proyectos de interés común. Para beneficio de ambos países y del continente africano. El interés mutuo minimiza los temas espinosos.

El Periódico de Catalunya, Actualidad Política. Mirador, Página 18, Viernes, 15 febrero 2019
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20190214/espana-marruecos-interes-mutuo-articulo-anwar-zibaoui-7304889 

lunes, 18 de febrero de 2019

De una primavera a un duro invierno

Ocho años desde el estallido de la ola de protesta o la llamada Primavera Árabe, y la economía no ha ido a ninguna parte entrando en un círculo vicioso. Solo cinco de los 22 países de Oriente Medio han registrado un crecimiento económico.

Desde 2011 hasta 2017,la región ha perdido 802.800 millones de dólares en actividad económica. Algunos países están al borde de la ruina económica y financiera, por las guerras y la inestabilidad política. Además, los riesgos geopolíticos surgen por el terrorismo y la insistencia de algunos gobernantes en no dejar sus sillas aunque esto cueste cientos de miles de vidas y millones de desplazados. 

El PIB de Argelia, Irán, Kuwait, Egipto y Sudán es menor ahora que en 2011. El conflicto ha arruinado las economías de Siria, Libia y Yemen. Las sanciones contra Irán y el precio del petróleo y la crisis en la región del Golfo han hecho más daño.

El desempleo fue uno de los factores fundamentales de los movimientos de protesta, junto con la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática. Pero, ocho años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno derivado del fracaso político y económico ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados se radicalicen o intenten emigrar lejos y huir de la guerra y la miseria. 

Con 40 millones de jóvenes desempleados, la mitad sin educación ni formación, la región tiene la mayor tasa de paro juvenil en el mundo: un 27,2%. El mayor desafío es crear empleo al mismo ritmo que crece la población. 

El progreso económico requiere un cambio político, pero la inestabilidad ha impactado en el crecimiento y el empleo. Se necesita crear economías inclusivas y empleo juvenil. Se requiere un enfoque dual en la creación de puestos de trabajo, incluido el autoempleo y adaptar los conocimientos al mercado laboral, liberar el camino para el sector privado, una mayor inversión pública en infraestructuras, en sanidad y educación.

Los árabes cuentan con todos los recursos para tener éxito: una población joven, una gran cantidad de fuentes de energía (petróleo, gas, energía solar), destinos turísticos impresionantes y una ubicación geográfica excepcional en la encrucijada de Europa, África y Asia.

Los jóvenes menores de 30 años son mayoría. Ellos representan el futuro y deben ser la prioridad de los gobiernos. Es necesario proporcionarles un proyecto alternativas para acomodar su enorme energía, para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.

Expansión, Opinión. Ed. Catalunya Pag.2, Jueves, 14 febrero 2019

martes, 5 de febrero de 2019

La migración tiene su pacto


El pasado mes de diciembre 164 países aprobaron en Marrakech el primer Pacto sobre Migración Segura, Ordenada y Regular. No tiene carácter vinculante, pero la comunidad internacional pudo llegar a un compromiso. Un acuerdo, a pesar de las voces en contra de los que intentan tapar con muros o fingen no ver las crisis humanitarias, y de quienes dudaron de que se alcanzaría un consenso.

La coincidencia del pacto de Marrakech sobre emigración con la conmemoración del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no fue fortuita. En 1948, la humanidad comenzaba a despertar apostando por la universalidad de los derechos humanos, más allá de las naciones, las culturas y las civilizaciones. De manera similar, en 2018, la migración global es un problema de todos y la única solución es global, no levantando muros y fronteras entre países.

Hace falta una nueva visión para anticipar el futuro. Construir una movilidad ordenada. Hay que esforzarse en lograr un equilibrio saludable entre realismo y voluntarismo, entre los intereses legítimos de los Estados y el respeto de los derechos humanos de los migrantes.

El acuerdo es una pequeña victoria, pero no debe ocultar lo obvio. Este Pacto Mundial será criticado si se queda en papel mojado. Hablar de "dignidad del migrante" o de "mayor cooperación" sin medidas vinculantes no es suficiente.

Más allá de su victoria diplomática, el Pacto Mundial parecerá modesto si no está seguido de efectos. No debemos dejar que la duda se asiente. El tema de la migración es un alimento para la extrema derecha y el populismo de muchos países cuyos mapas políticos se están reconfigurando.

Existe una manera falsificada de analizar los movimientos humanos como amenaza a la identidad o una carga sobre los presupuestos públicos. No quiere ver que las personas son fuente de prosperidad, motor económico y válvula demográfica. La intolerancia ni siquiera es sensible a la desesperación de la gente obligada a huir de las guerras y los conflictos.

La migración no es un problema de seguridad. La cuestión de la seguridad no puede ignorar los derechos de los migrantes: son inalienables. Un migrante no es más o menos humano, a ambos lados de una frontera. La cuestión de la seguridad no puede negar ni detener la movilidad. Gestionarla, puede transformarla en una palanca de desarrollo sostenible, al igual que la comunidad internacional está trabajando para implementar la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El Pacto Mundial es una promesa que la historia juzgará. Todavía no es hora de celebrar su éxito. El desafío está en mostrar que la comunidad internacional está eligiendo una solidaridad responsable. El desafío es unirse ante el populismo y traer respuestas estructuradas ante hechos importantes de nuestro tiempo a través del diálogo y la cooperación internacional. Ningún país puede, por sí solo, enfrentar estos desafíos. Y si no hay alternativa a la cooperación, tampoco hay alternativa a la acción.

En un momento en que las voces de la globalización son cada vez más tenues, el multilateralismo es casi ingenuo y el orden internacional en torno a las Naciones Unidas es asimétrico y desigual. Se trata de eliminar esta imagen de un mundo cínico que ofrece regularmente facetas horribles. La cuestión de la seguridad debe ser sustituida por políticas de desarrollo socioeconómico encaminadas a reducir las causas fundamentales de la migración precaria.

Entre la laxitud inaceptable y la seguridad insoportable, hay un camino que opone la solidaridad soberana al nacionalismo excluyente, el multilateralismo al ostracismo y la responsabilidad compartida ante la indiferencia institucionalizada. Porque, al final, de eso se trata: poner fin al desorden, mientras se pone a la humanidad en orden.

El Pacto Mundial no es un fin en sí mismo. Sólo tiene sentido a través de su implementación efectiva. Por eso la Conferencia de Marrakech es, ante todo, una llamada a la acción. Abre la puerta hacia un nuevo orden migratorio, más justo y más humano.

Crónica Global, Pensamiento, Viernes, 1 febrero 2019