lunes, 18 de febrero de 2019

De una primavera a un duro invierno

Ocho años desde el estallido de la ola de protesta o la llamada Primavera Árabe, y la economía no ha ido a ninguna parte entrando en un círculo vicioso. Solo cinco de los 22 países de Oriente Medio han registrado un crecimiento económico.

Desde 2011 hasta 2017,la región ha perdido 802.800 millones de dólares en actividad económica. Algunos países están al borde de la ruina económica y financiera, por las guerras y la inestabilidad política. Además, los riesgos geopolíticos surgen por el terrorismo y la insistencia de algunos gobernantes en no dejar sus sillas aunque esto cueste cientos de miles de vidas y millones de desplazados. 

El PIB de Argelia, Irán, Kuwait, Egipto y Sudán es menor ahora que en 2011. El conflicto ha arruinado las economías de Siria, Libia y Yemen. Las sanciones contra Irán y el precio del petróleo y la crisis en la región del Golfo han hecho más daño.

El desempleo fue uno de los factores fundamentales de los movimientos de protesta, junto con la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática. Pero, ocho años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno derivado del fracaso político y económico ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados se radicalicen o intenten emigrar lejos y huir de la guerra y la miseria. 

Con 40 millones de jóvenes desempleados, la mitad sin educación ni formación, la región tiene la mayor tasa de paro juvenil en el mundo: un 27,2%. El mayor desafío es crear empleo al mismo ritmo que crece la población. 

El progreso económico requiere un cambio político, pero la inestabilidad ha impactado en el crecimiento y el empleo. Se necesita crear economías inclusivas y empleo juvenil. Se requiere un enfoque dual en la creación de puestos de trabajo, incluido el autoempleo y adaptar los conocimientos al mercado laboral, liberar el camino para el sector privado, una mayor inversión pública en infraestructuras, en sanidad y educación.

Los árabes cuentan con todos los recursos para tener éxito: una población joven, una gran cantidad de fuentes de energía (petróleo, gas, energía solar), destinos turísticos impresionantes y una ubicación geográfica excepcional en la encrucijada de Europa, África y Asia.

Los jóvenes menores de 30 años son mayoría. Ellos representan el futuro y deben ser la prioridad de los gobiernos. Es necesario proporcionarles un proyecto alternativas para acomodar su enorme energía, para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.

Expansión, Opinión. Ed. Catalunya Pag.2, Jueves, 14 febrero 2019

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