domingo, 6 de marzo de 2022

Mujeres emprendedoras en estados frágiles

 

El espíritu empresarial es clave para impulsar la inclusión económica de las mujeres sobre todo en el sur del Mediterráneo y África, y especialmente en los estados frágiles.

Las desigualdades que afectan a las mujeres en el sector empresarial tienen raíces profundas que van desde factores culturales hasta el apoyo insuficiente ofrecido a las empresas lideradas por mujeres, la falta de marcos políticos que aborden la brecha de género y el reto de promover la conciliación familiar con el trabajo, entre otros.

La integración de las mujeres en la economía, en la región mediterránea y el continente africano, sigue siendo una asignatura pendiente, a pesar de los progresos realizados en algunos países.  Lamentablemente, la renta per cápita sigue siendo de las más bajas del planeta, la pobreza continúa afectando a amplias capas de la población y la coyuntura internacional ya no es tan favorable como en el pasado.

Por tanto, hace falta una acción seria para crear economías inclusivas y empleo femenino. En esta misión, los gobiernos juegan un rol fundamental a la hora de facilitar un marco legal para favorecer la creación de empresas, liberar el camino para el sector privado y redirigir la inversión pública hacia elementos intangibles, como la educación, la salud, I+D y la innovación.

Además, hay que promover el emprendimiento femenino y aumentar el número de mujeres empresarias, ya que ello favorecerá no sólo el crecimiento económico, sino que ayudará también acelerar la igualdad y reducir la brecha salarial. Se trata de favorecer la inclusión y promover la igualdad.

Para 2030, casi el 60% de la población empobrecida del mundo vivirá en estados frágiles sobre todo en África afectados aún por experiencias pasadas de violencia y que luchan por entregar a sus poblaciones las formas más básicas de gobernanza. Los vínculos entre la fragilidad y la desigualdad han sido la preocupación central de numerosos acuerdos internacionales, en particular, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que traza un camino para llegar a sociedades más equitativas y pacíficas. La igualdad de género y más específicamente el empoderamiento de las mujeres son componentes críticos para lograr esos objetivos.

Por esto hay que facilitar el intercambio de experiencias y mejores prácticas, e identificar medidas para mejorar el apoyo a las micro y Pymes dirigidas por mujeres en regiones devastadas por conflictos. La conmovedora experiencia de muchas de las mujeres emprendedoras de algunos países mediterráneos y africanos demuestra la importancia de apoyar a las mujeres como propietarias de negocios incluso en las circunstancias más difíciles, donde la seguridad y muchas de las necesidades básicas no están cubiertas, o cuando las mujeres se resisten e insisten en mantener los negocios existentes y emprender nuevas empresas para apoyar a sus comunidades locales.

Es importante apostar por programas para mejorar la resiliencia de las Pymes de mujeres en contextos frágiles como motores potenciales para la innovación, el empleo y una mejor calidad de vida. Promover estas empresas para aumentar sus oportunidades a través de la facilitación de inversiones directas e indirectas, así como mejorar su ecosistema empresarial y la formación y el crecimiento a través del desarrollo de capacidades empresariales, programas de subvenciones de contrapartida y apoyo a la orientación económica.

Las empresas están en una posición única para derribar los muros y las restricciones basadas en el género y en elementos culturales, abordando la desigualdad como uno de los aspectos centrales de los ODS y así facilitar el acceso al mercado laboral y a la vez mejorar la retención de empleo femenino. Las empresas pueden responder de manera mucho más eficaz a las necesidades de las mujeres afectadas por las guerras y conflictos.

Pero las prácticas comerciales inclusivas pueden no ser suficientes para eliminar las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres. Es necesario un cambio sistémico, que aborde los numerosos aspectos que dificultan el camino. Por ejemplo, sin una identidad legal, es imposible, para las mujeres poder acceder y tener derecho a la propiedad de la tierra en algunos países, lo cual es esencial para la vida de las mujeres. A esto hay que añadir, la necesidad de acometer cambios en el sistema financiero orientados a favorecer el empoderamiento de las mujeres y establecer incentivos para la inversión, proporcionando activos que puedan ser apalancados para el desarrollo empresarial, y que ofrezcan una base sólida para la estabilidad financiera.

En África hay una de las tasas más altas del mundo, con 7.5 millones de microempresas y pymes que trabajan en el sector formal liderado por mujeres, y cuatro veces más en el sector informal. Las mujeres pueden jugar un papel clave cuando los esfuerzos se dirigen a cerrar y financiar las brechas económicas. Muchas dominan sectores clave de la economía. Una mujer emprendedora exitosa, guía a otras y contribuye con su ejemplo a reducir las barreras que crean brechas de género cuando se trata de acceder a oportunidades.

Existen también historias de coraje y ambición en el Mediterráneo protagonizadas por mujeres empresarias. Iniciativas innovadoras, con gran impacto en su comunidad y que están cambiando mentalidades. Si bien el número de mujeres empresarias en el Sur del Mediterráneo y África se encuentra en ascenso con una participación del 22%, pero lejos del promedio mundial del 33%. En definitiva, es imprescindible continuar avanzando para favorecer la inclusión económica de las mujeres en la economía formal y mejorar sus ingresos su participación en la economía aumenta la clase media y reduce las desigualdades.

Anwar Zibaoui, Opinión, Atalayar,  6 marzo 2022

https://atalayar.com/blog/mujeres-emprendedoras-en-estados-fr%C3%A1giles


martes, 1 de marzo de 2022

Nuevo impulso a la OMC

Una economía global próspera necesita un comercio que impulse el crecimiento, la innovación y el empleo. Es el único sistema para conseguir un mundo desarrollado equilibrado y justo. Y hasta los más grandes defensores del libre comercio saben que el sistema precisa mecanismos para fomentar la cooperación, impulsar la coordinación e integración, evitar guerras comerciales o militares y resolver disputas de forma pacífica. Es evidente que actualmente, el sistema no cumple con sus objetivos. La Organización Mundial del Comercio, OMC necesita una reforma para mejorar su funcionamiento e impulsar el progreso.

El orden económico y comercial establecido desde la Segunda Guerra Mundial está llegando a su fin. En este momento, los estados buscan asegurar sus intereses políticos y económicos mediante aranceles y otras medidas proteccionistas. Estas nuevas "guerras comerciales" paralizan el sistema y amenazan la eficacia de organismos internacionales especializados como la OMC, que se estableció para fortalecer un sistema multilateral de comercio.

Es imprescindible una actualización de sus principios y objetivos, en la que todos los países y actores muestren flexibilidad y establezcan consensos para superar su estancamiento. Necesitamos un sistema que asegure la distribución equitativa de los beneficios del comercio internacional garantizando el desarrollo de los países menos favorecidos.

Porque en este nuevo mundo poscovid, el poder es difuso y las relaciones internacionales se están volviendo impredecibles. La políticas proteccionistas y los sentimientos nacionalistas chocan con la realidad de la globalización, que no se puede detener, pero debe ser más inclusiva, sostenible y debería crear trabajo. Se precisa una nueva OMC con claridad de visión, estrategia y pragmatismo.

Problemas como el cambio climático y la seguridad geopolítica, las epidemias, las superpoblación, la desigualdad, el hambre, las migraciones o el desempleo requieren de enfoques de colaboración que solamente pueden resolverse a escala mundial. Pero no aparece ningún tipo de consenso. Estos problemas están interconectados y no pueden ser resueltos a través de soluciones provisionales.

Nunca en la historia reciente se ha vivido cambios tan fundamentales. Para enfrentarse a estos nuevos desafíos, es necesario un nuevo impulso que revitalice el sistema multilateral. Una OMC fortalecida y respaldada por reglas inclusivas que promuevan el comercio, el desarrollo empresarial y la inversión, puede desempeñar un importante papel en la recuperación de la economía mundial tras el impacto de la Pandemia de COVID-19.

La naturaleza de los problemas que enfrentamos hoy en día es de tal magnitud que ningún país puede hacer frente a ellos en solitario. En un mundo interconectado los acontecimientos en un país o una región pueden tener un impacto significativo sobre todos los demás.

No hay mejor comercio que el de la acción correcta. Él comercio, no es un arma sino una fuerza para un crecimiento inclusivo que erradique la pobreza porqué la actividad económica debe ser un verdadero instrumento de paz y prosperidad.

 
Anwar Zibaoui; La Vanguardia, opinión,economía, 05 febrero 2022