lunes, 28 de enero de 2019

Barcelona tiene poder

Las ciudades se enfrentan a múltiples retos y se convierten en espejo amplificador de las dificultades con las que se encuentran los países. Y Barcelona es un reflejo de esta situación.  

Una ciudad es atractiva mientras sea diferente. Varios procesos forman su identidad como por ejemplo, la calidad del entorno urbano, las infraestructuras,  la lucha contra el cambio climático, los servicios públicos, la accesibilidad y la movilidad, el desempeño de la economía, la satisfacción de los residentes, la identificación de su comunidad y la cohesión. Todoe estos factores están fuertemente relacionados con el éxito. 

Las ciudades se encuentran en constante competencia por el talento, la inversión y los visitantes. El talento sin fronteras crea valor, y la diversidad es un revulsivo para la economía. Las ciudades son cunas de innovación y emprendimiento. Por ello, deben salvaguardar su imagen y la construcción de una reputación se ha convertido en un tema crucial. En un mundo impulsado por el flujo transnacional de personas, capitales e ideas, la carrera por captarlos es difícil. Ganarán las ciudades que apuestan por crear entornos competitivos, por innovar convirtiendo sus atractivos en productos. Generar actividades de valor, buscar mayores niveles de satisfacción, facilitar redes y servicios logísticos eficientes.

Barcelona dispone de infraestructuras, una gran oferta hotelera, distritos de innovación que son herramientas útiles para la promoción internacional, y puede desarrollar una oferta que sea a la vez cuantitativa y de calidad. Sin embargo, tiene que consolidar y rentabilizar su marca y reputación y facilitar la atracción, la llegada y la retención de talento, de empresas, de centros académicos y de instituciones internacionales, para beneficiar a la ciudad y sus ciudadanos.

Desde su posición estratégica y decisiva en el Mediterráneo, puede ser referencia para el intercambio, el dialogo y la integración. Pero tiene que seguir el camino para consolidarse como ciudad global, líder en el comercio, las artes y el conocimiento. Tiene el alcance, y la ambición para dar forma, no solo al mundo de la economía, sino también ser su modelo,  promover sus ideas, su cultura, sus políticas y su futuro. Y apostar por la habitabilidad, no solo para la rentabilidad.

Para ello, debe emprender un proceso integral y continuo. Es preciso aunar voluntades, y recursos, coordinar la participación. Tener una estrategia clara, un discurso sólido y conocimiento profundo.

Las ciudades y no los países, impulsan la creación de riqueza. Cada vez son más grandes y están interconectadas. Trascienden las fronteras y perturban las agendas internacionales. Son imanes para los negocios, la gente, y la innovación. Conducen la economía mundial. Las 600 ciudades más grandes representan más del 60% del PIB mundial. Se habla mucho de cómo el "Siglo de China" está reemplazando al "sueño americano". Pero, este es el siglo de las ciudades. El verdadero poder no es de las naciones, sino de sus centros urbanos. Barcelona tiene poder.

El Periódico de Catalunya, Opinión, Pag.7,  Lunes, 28 de enero de 2019

miércoles, 23 de enero de 2019

El comercio no es un arma

El mundo apenas ha salido de la grave crisis del 2007-2008 cuando numerosas amenazas nublan el horizonte. Aumentan las desigualdades, las crisis migratorias, el ultranacionalismo y el populismo, como en EEUU con Trump o en Francia con los chalecos amarillos. Es preciso desarrollar un nuevo contrato social para restablecer la confianza entre el Estado y los ciudadanos.

Se discute sobre los beneficios y desventajas del libre comercio y la globalización, y las tensiones nos pueden llevar a  guerras comerciales, siendo EEUU, la economía más grande del mundo, quien más critica el orden económico que ayudó a establecer.

Pero la globalización es un fenómeno que se puede gestionar, combatir sus efectos perversos y sus desigualdades.

El mundo ha alcanzado un punto de no retorno. Somos testigos de la globalización de los datos, de la educación, del conocimiento, del talento y de las ideas. Aparecen nuevas oportunidades, y han surgido compañías como Apple, Amazon y  otras que comparten su conocimiento a nivel global, y generan billones de dólares.

Desde 1990, el comercio mundial se ha cuadruplicado, y el PIB mundial se ha duplicado. Como resultado, el número de personas que viven en la pobreza extrema se había reducido al 10%. El volumen total del comercio en 2017 fue de 17.700 billones de dólares de los cuales 6.300 billones de intercambios entre Norte-Norte, el mismo volumen que entre Norte-Sur. La internacionalización conduce a una globalización, pero también a una regionalización de sectores que se benefician de la ventaja de la proximidad geográfica y la complementariedad económica.

El comercio y la inversión son motores para el crecimiento, la innovación, y el empleo. Está reconocida la contribución que una economía global prospera hace al sistema multilateral. Pero, incluso los más grandes defensores del  libre comercio  Saben que para que el sistema internacional fomente la cooperación y la competencia, y evite guerras comerciales o militares, es necesario que las instituciones creen mecanismos para fomentar la cooperación, coordinación e incluso integración, así como en la resolución pacífica de disputas. Es evidente  que el sistema actualmente no cumple con sus objetivos. La OMC es inadecuada, su reforma es necesaria para mejorar su funcionamiento e impulsar  el progreso.

No hay mejor comercio que el de la acción correcta. Él comercio, no es un arma sino una fuerza para un crecimiento inclusivo que erradique la pobreza porqué la actividad económica debe ser un verdadero instrumento de paz y prosperidad.

Expasión, Edición Catalunya, Opinión, Pag.2, Miércoles, 16 enero 2019

miércoles, 16 de enero de 2019

Nueva ONU para un nuevo orden

La última cumbre del G-20 celebrada en Buenos Aires este pasado mes de diciembre, mostró discordia y poco contenido. Se trata de la reunión de los líderes de las 20 naciones que suman más del 85% del PIB mundial y del 70% de la población. El mundo está entrando en una nueva era. EEUU ya no es la incontestable potencia hegemónica. China y Rusia ascienden como actores políticos, económicos y militares. Surgen nuevos bloques regionales económicos. El desafío cada vez es mayor.

La ONU se estableció en 1945 para reemplazar a la ineficaz Liga de las Naciones que no había podido evitar la guerra mundial. Pero, en cuanto se estableció, EEUU y sus aliados se alzaron para dominar la agenda global. Y el tiempo ha demostrado, que la ONU actual sirve a los intereses de los 5 miembros permanentes,  que no se comprometen con la organización si esta no cumple con sus expectativas.

En estas décadas, el mundo ha hecho grandes progresos, avances médicos, científicos, sociales y tecnológicos. La cuarta revolución industrial liderada por la tecnología que duplicó sus capacidades y superó las fantasías más imaginativas. Sin embargo, este mismo mundo también está lleno de corrupción, avaricia y nuevas guerras. De pobres, refugiados y desplazados que huyen de sus hogares. Se amenaza la seguridad global, la de los bancos, la de las elecciones. Hay una crisis de identidad, resurge el populismo hostil al pluralismo y la diversidad, se reconstruyen muros.

Este nuevo mundo es caótico, y los desafíos superan a los estados. El poder es más difuso y las relaciones internacionales se están volviendo impredecibles. El aumento de políticas proteccionistas y sentimientos nacionalistas choca con la realidad. La globalización no se puede detener, pero debe ser más inclusiva, sostenible y debería crear trabajo. Los planes estratégicos deben reconfigurarse. Es preciso claridad de visión, agilidad y pragmatismo.

La comunidad internacional se enfrenta a complejos retos como la defensa de los derechos humanos, las guerras comerciales, o el cambio climático que a su vez contribuyen a los crecientes niveles de migración y sus consecuencias. Sin embargo, no aparece ningún tipo de consenso mundial. Algunos de estos problemas están interconectados y no pueden ser rescatados a través de soluciones provisionales.

La ONU estaba destinada a mantener el respeto a la Ley, la paz y la seguridad global. Pero, el mal uso del veto, la rendir cuentas y el desequilibrio estructural han reducido su papel. La ONU actual refleja la impotencia para abordar realmente problemas acuciantes.El orden conocido desde la Segunda Guerra Mundial termina, y algo nuevo está en proceso de conformarse.

No puede haber esperanza para la ONU si continúa operando en base a supuestos erróneos y no debería ser precisa otra guerra global para que se reforme. Es necesario un nuevo orden internacional basado en nuevas reglas, capaz de lidiar con los cambios y  de responder a los problemas globales con soluciones globales.

El Periódico de Catalunya, Opinión, Pag.9 Martes, 8 enero 2019

martes, 8 de enero de 2019

Lo inesperado se volvió normal ¡Feliz 2019!

2018 se fue. Cada uno ha despedido el año según como lo ha vivido pero no hay más remedio que prepararse para los desafíos que nos esperan en el 2019, que son complicados en política, seguridad, economía, migración y clima.

Vivimos un mundo muy complejo que presenta más incertidumbres que esperanzas. Putin busca recuperar glorias de antes de la caída del muro de Berlín. Trump desea construir muros para encerrar a los americanos con su "America First". Los dragones chinos siguen insaciables aprovechando el vacío. Alemania y Francia se debilitan. Europa esta envejecida, marcada por el Brexit, los refugiados, los neo-nacionalistas nostálgicos de imperios perdidos y de guerras fratricidas y por los que usan la religión, la mitología o la anti-globalización para conseguir el distanciamiento entre culturas.

Se habla mucho de aranceles y guerras comerciales cuando el comercio debe ser una fuerza para un crecimiento inclusivo que erradique la pobreza. Mientras, el mercado de valores se estanca, hay una extrema volatilidad en los precios como el precio del petróleo, hay tensiones geopolíticas, se juega con fuego en Oriente Medio y se esfuma la esperanzada presidencia de Macron. Son sólo algunos de los asuntos que permanecerán en la memoria de este año y no parece que el 2019 vaya a mejorar el 2018.

Entramos en un período marcado por la inestabilidad política, social, económica y financiera y por enormes desafíos para la acción humanitaria. La ONU prevé más de 93 millones de personas afectadas por crisis y conflictos que necesitarán 21.900 millones de dólares en ayudas.

Nunca ha habido una necesidad más palpable de que los países innoven y fortalezcan sus capacidades para hacer frente a las complejidades y al ritmo de cambio. Igualmente, nunca antes el poder blando había tenido tanto potencial para resolver los desafíos que enfrenta la humanidad.

Asistimos a grandes cambios. Las perspectivas económicas parecen empeorar en algunos lugares y el anterior centro de gravedad cambia de ubicación. Esto afecta a las exportaciones y obliga a repensar modelos, métodos y nuevas estrategias. Las relaciones entre las economías ricas e industriales del Norte y los países emergentes del sur se igualan. Los mercados emergentes hoy representan el 55% del PIB mundial con un potencial de crecimiento del 60% en los próximos cinco años.

La migración por sí misma no es mala. Lo que está mal es la migración insegura y no gestionada. Debemos tener una agenda clara a corto, medio y largo plazo para mitigarla. No se debe persistir el análisis de los movimientos humanos solo a través del prisma de la amenaza de identidad, la carga sobre los presupuestos públicos y nunca como fuente de la prosperidad, el motor económico o la válvula demográfica. Ni dejar de ser sensibles a la desesperación de las personas obligadas a huir de sus casas por las guerras, el hambre o la opresión.

Somos testigos de un retroceso de la política, del auge del populismo y de cómo se aprovechan los mecanismos democráticos y las estructuras de Estado para aborregar a los ciudadanos, enfrentarlos y conseguir el distanciamiento.

En el período actual de locura política europea, las elecciones anticipadas y los referendos se utilizan repetidamente en intentos fútiles de resolver crisis políticas, como un sustituto de la visión y el liderazgo. En la mayoría de los casos, los resultados no hacen más que resaltar las profundas divisiones, principalmente porque las causas fundamentales de los problemas que nos ocupan no se han tratado adecuadamente.

El surgimiento de un discurso ultranacionalista contiene las semillas de un retorno a una Europa dividida y asolada por la guerra, una tendencia inquietante que requiere urgentemente un esfuerzo colectivo para retroceder. Es preciso un compromiso constructivo y analizar las causas profundas.

No podemos olvidar que el diálogo puede ser el recurso más valioso en el mundo y la Política es el arte de construir consensos y puentes sin suprimir las diferencias. Es la capacidad de agregar intereses desde la perspectiva de horizonte común construido desde la deliberación en libertad. Allí donde no hay política y diálogo sólo impera la violencia; allí donde hay violencia solo triunfa la muerte. No se puede utilizar la Política de una forma irresponsable para fomentar la irritación, el odio y el conflicto. La política debe servir para resolver y dar curso a las tensiones y conflictos.

En el libro "Identidades asesinas" de Amin Maalouf, el autor denuncia la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en el nombre de una etnia, lengua o religión. Una locura que recorre el mundo de hoy. Su mensaje defendía la identidad del ciudadano frente a la tribu. Y para que la diversidad sea un activo, cada persona debe ser valorada en una sociedad.

Muchas son las preguntas y escasas las respuestas ¿Es cierto que algunos no pueden soportar al otro diferente que vive en su misma escalera o barrio, ciudad o país? ¿Realmente no reconocen el derecho del otro a la diferencia étnica, religiosa o, incluso, cultural? ¿Consideran la existencia del otro una amenaza a su identidad y la pureza de su país, un enemigo con el que deben ser cautos y cuyas conspiraciones deben enfrentar? ¿Por qué algunos consideran una agresión cuando el otro reclama respeto a su patrimonio, a sus aspiraciones, su idioma o dialecto?

¿Por qué a algunos les aterroriza la diferencia? ¿Por qué no pueden imaginar que su vecino pueda tener sueños que no se corresponden con los suyos? ¿Que tenga una historia que no sea una copia exacta de la suya? ¿Que lea de un libro diferente al que leen ellos? ¿Que sus niños bailen al ritmo de melodías diferentes?

En la época de la globalización, del proceso acelerado de mezclas de culturas, se vuelve urgente elaborar una nueva concepción de identidad como se ha hecho con temas como el Medio Ambiente o los Derechos Humanos, sin olvidar lo que decía hace siglos Ibin Jaldún el grande historiador árabe y el padre de la ciencia social y la historia de la cultura. "La clave del bienestar material y espiritual de una sociedad es la cohesión social y la solidaridad".

Cronica Global, Pensamiento. Viernes, 4 enero 2019