lunes, 24 de febrero de 2020

Diplomacia económica en un mundo caótico

La agenda internacional revela la complejidad del tiempo en que vivimos, con continuas inestabilidades políticas, avances tecnológicos y presiones económicas. La diplomacia ha de estar en constante evolución.

Tras décadas construyendo una imagen de gigante, en unas pocas semanas, el coronavirus, un enemigo inesperado, ha revelado la fragilidad de China. Nunca ha habido una necesidad más palpable de que los países innoven y fortalezcan sus capacidades diplomáticas para hacer frente a las complejidades y al ritmo de cambio que estamos presenciando. Igualmente, nunca antes el llamado soft power (poder blando) había tenido tanto potencial para resolver los desafíos que enfrenta la humanidad.

Conflictos políticos o económicos, religiosos o culturales, climáticos, étnicos, lingüísticos. Realidades complejas que tienen efectos directos en el proceso de internacionalización empresarial y institucional. Es preciso elaborar estrategias creativas y tener en cuenta las nuevas situaciones para evitar desconfianzas, incertidumbres e incluso violencia.

Seguridad y derechos individuales son componentes clave de la internacionalización en un mundo global y en conflicto. Y el objetivo es reducir riesgos al elaborar una estrategia de expansión internacional.

Es imprescindible dotarse de una diplomacia económica efectiva. La diplomacia debe tener más peso, combinando bilateralismo y multilateralismo, adoptando un enfoque basado en el desarrollo humano y centrándose en la juventud.

Europa sigue descuidando la importancia de la política del codesarrollo. De hecho, los países europeos se encuentran en una posición cautelosa con respecto a la inmigración. Pero, la afluencia de inmigrantes africanos o asiáticos continuará, mientras el sueño de Europa no sea remplazado por el sueño africano o el sueño asiático. Para ello, debe crearse un entorno propicio para el emprendimiento en todos los países. El comercio no debe ser un arma, sino un mecanismo que ayude a los bienes de cambio de los países, que aumente el bienestar y ayude a escapar de la pobreza.

La internacionalización de las empresas también debe ser una prioridad en la política exterior. Elaborar una estrategia exterior institucional que aborde temas de conflicto e incertidumbre, que adopte nuevos enfoques a las nuevas complejidades operacionales. Las relaciones diplomáticas y políticas con otros países que son objetivos de la expansión internacional son imprescindibles para alcanzar  la promoción económica del país y sus empresas y conseguir favorables acuerdos comerciales y financieros.

El acuerdo político protege las inversiones, evita las guerras comerciales y la nacionalización de empresas. La nueva diplomacia tendrá que enterrar los fantasmas del pasado, las grandezas, los prejuicios y las prepotencias. Contar con las empresas y destinar más recursos a la formación de los jóvenes. La ayuda al desarrollo tradicional no ofrece soluciones sostenibles. El codesarrollo parece cada vez  más que un acierto.

El Periódico de Catalunya, Economía, Opinión  Pag.26,  Martes, 18 de febrero de 2020

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viernes, 14 de febrero de 2020

Proteccionismo y orden económico

El orden económico y comercial establecido desde la II Guerra Mundial está llegando a su fin. Se está formando un nuevo orden en el que destaca la guerra comercial, y en el que los estados están buscando principalmente asegurar sus intereses políticos y económicos individuales mediante aranceles, cuotas de importación y otras medidas proteccionistas.

Sin embargo, este proteccionismo podría poner freno a las posibilidades de crecimiento económico mundial. La naturaleza de los problemas que enfrentamos hoy en día es de tal magnitud que ningún país puede hacer frente a ellos en solitario. En un mundo interconectado los acontecimientos en un país puede tener un impacto significativo sobre todos los demás.

Problemas como el cambio climático y la seguridad geopolítica, las epidemias, las superpoblación, la desigualdad, el hambre, la seguridad alimentaria, las migraciones o el desempleo requieren de enfoques de colaboración para resolverlos a nivel mundial.

En 1930, EEUU aprobó la ley de Aranceles (conocida como Ley Hawley-Smoot), una norma proteccionista que agravó la Gran Depresión y provocó una recesión económica mundial, que se crearan conflictos y que millones de personas perdieran su empleo en distintas partes del mundo.

Se demostró que el proteccionismo no era la solución. Además, el sistema multilateral del comercio, que aportó numerosos beneficios y contribuyó al crecimiento y la creación de riqueza, ya no cumple con sus objetivos. Hoy, la OMC es inadecuada, y es preciso emprender una reforma para mejorar su funcionamiento
Es indispensable una respuesta global para hacer frente a las crisis económicas, que se agravan, pero que son evitables. Porque, por el momento, no hay un equilibrio entre los que producen pero que no consumen, y los que consumen pero no producen.

Estos retos requieren el desarrollo de nuevos modelos. Si bien cada país debe determinar su propia forma de hacer las cosas en casa, cuando se trata de estos nuevos problemas hay que pensar a largo plazo y tener en cuenta no sólo la situación inmediata, sino la de las próximas generaciones.

La comunidad internacional debe negociar un pacto de crecimiento global y evitar el aumento del proteccionismo para guiar la toma de decisiones empresariales. La responsabilidad no es mirar el mundo de una manera miope, pero si buscar una manera sistemática y en colaboración.

Porque incluso el proteccionismo no proporcionará una póliza de seguro para la supervivencia o para volver a imponer el miedo y el silencio.

Expansión. Edición Catalunya. Pag.2. Viernes, 14 febrero 2020


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https://atalayar.com/blog/proteccionismo-y-orden-econ%C3%B3mico