Necesitamos aprovechar ese potencial del mar, el 70% de nuestro planeta, para proporcionar el impulso azul a nuestras economías, y construir un mundo más resistente y sostenible. Las comunidades costeras deben adaptarse a los riesgos crecientes. Para 2050, más de 500 ciudades costeras se enfrentarán a un aumento del nivel del mar de al menos 0,5 metros. Los costes de los daños causados por las inundaciones podrían alcanzar los 5,5 billones de dólares en unos años.
La economía azul proporciona alimentos y agua, genera empleos y es una fuente de crecimiento económico para millones de personas, sobre todo los segmentos de población más pobres y vulnerables. Según una estimación, genera entre 3 y 6 billones de dólares para la economía mundial. Si fuera un país, la economía Azul sería el séptimo más grande del mundo. Estamos hablando de un importante motor del desarrollo urbano y regional. En las ciudades costeras, la economía azul proporciona empleo a millones de personas, incluso en el sector náutico, la investigación biomarina o las tecnologías azules. En España, la economía azul genera una facturación anual de 3.800 millones de euros sólo en Barcelona, y en la región sur de Andalucía representa alrededor del 10,5% del PIB.
En este contexto, el Mediterráneo debe cooperar para poner en marcha e implementar un sistema de gobernanza marítima sostenible y así impulsar la contribución económica de los océanos, contribuyendo al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ello, es necesario un nuevo modelo económico que impulse el potencial del Mediterráneo. Hay que unir esfuerzos y fortalecer la colaboración de las comunidades empresariales relacionadas con el sector marítimo regional para aprovechar las oportunidades y enfrentar estos desafíos.
La economía azul es una fuente de riqueza y prosperidad para el Mediterráneo. La región debe aprovechar ese potencial y las oportunidades de crecimiento, empleo e inversiones. Las estrategias nacionales deben identificar claramente las prioridades, desarrollar una visión clara para el desarrollo sostenible y garantizar las políticas y las acciones necesarias para promover la economía azul, además de salvaguardar el mar.
Desarrollar una economía azul saludable y sostenible es imprescindible. Invertir en acciones oceánicas clave como la descarbonización del transporte marítimo, la conservación y restauración de manglares, la producción sostenible de productos del mar o el desarrollo de energías renovables proporciona beneficios globales. No solo beneficios financieros, sino también mejores resultados de salud para los consumidores, una biodiversidad más rica y trabajos más seguros, entre otras prestaciones. Un mar sostenible debe verse no solo como un imperativo de conservación, sino también como una prioridad para el futuro de la economía, el ecosistema y la sociedad.