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lunes, 15 de julio de 2024

La economía del mar azul

   El Mediterráneo, el mar azul por excelencia, como lo definió Julio Verne en 20.000 Leguas de Viaje Submarino, es el nexo de los pueblos de nuestra región, el epicentro de nuestras vidas, el gran catalizador de los principales acontecimientos del pasado, presente y futuro. Pero, además, el Mar Mediterráneo ha sido y sigue siendo un modo de subsistencia de los pueblos de la región, pues obtenemos suministros esenciales y servicios, como la acuicultura y pesca, y es uno de los principales destinos turísticos del mundo.

A pesar de todo este potencial y de la innegable dependencia del Mar, en los últimos años han surgido varios desafíos que ponen en riesgo la estabilidad y el desarrollo económico de la región. Lo vemos en la industria turística o en la seguridad alimentaria -se han interrumpido cadenas de suministro por las cuarentenas y sectores como la pesca están en una situación de máxima vulnerabilidad-. Los desafíos actuales se evalúan en términos de salud, medicina, seguridad alimentaria y energética, mitigación y adaptación al cambio climático, y transferencia de conocimiento y avances científicos. Aunque el desafío de futuro más importante es fortalecer la resiliencia para prevenir pandemias y choques.

Necesitamos aprovechar ese potencial del mar, el 70% de nuestro planeta, para proporcionar el impulso azul a nuestras economías, y construir un mundo más resistente y sostenible. Las comunidades costeras deben adaptarse a los riesgos crecientes. Para 2050, más de 500 ciudades costeras se enfrentarán a un aumento del nivel del mar de al menos 0,5 metros. Los costes de los daños causados por las inundaciones podrían alcanzar los 5,5 billones de dólares en unos años.

El océano es fundamental para la vida en la Tierra. Absorbe una cuarta parte de todas las emisiones de dióxido de carbono y captura más del 90% del calor adicional que generan. La economía azul está valorada en más de 2.5 billones de dólares anuales. Proporciona pescado y marisco a más de 3.000 millones de personas cada día. Transporta alrededor del 90% del comercio mundial. Es una fuente de energía e ingredientes clave para combatir enfermedades. Para muchos, es su medio de vida, un lugar de trabajo y un hogar.

La economía azul proporciona alimentos y agua, genera empleos y es una fuente de crecimiento económico para millones de personas, sobre todo los segmentos de población más pobres y vulnerables. Según una estimación, genera entre 3 y 6 billones de dólares para la economía mundial. Si fuera un país, la economía Azul sería el séptimo más grande del mundo. Estamos hablando de un importante motor del desarrollo urbano y regional. En las ciudades costeras, la economía azul proporciona empleo a millones de personas, incluso en el sector náutico, la investigación biomarina o las tecnologías azules. En España, la economía azul genera una facturación anual de 3.800 millones de euros sólo en Barcelona, y en la región sur de Andalucía representa alrededor del 10,5% del PIB.

Pero la economía azul no va sólo de ingresos económicos, sino también de beneficios no comerciales, como el almacenamiento de carbono, la protección costera, los valores culturales y la biodiversidad. A nivel mundial, los servicios ecosistémicos, como la producción de energía eólica y la protección costera, generan beneficios por valor de 140 billones de dólares al año, lo que representa más de una vez y media el tamaño del PIB mundial.

En este contexto, el Mediterráneo debe cooperar para poner en marcha e implementar un sistema de gobernanza marítima sostenible y así impulsar la contribución económica de los océanos, contribuyendo al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ello, es necesario un nuevo modelo económico que impulse el potencial del Mediterráneo. Hay que unir esfuerzos y fortalecer la colaboración de las comunidades empresariales relacionadas con el sector marítimo regional para aprovechar las oportunidades y enfrentar estos desafíos.

La economía azul abarca muchos sectores con diferentes tipos de oportunidades de inversión. No es tan fácil de definir como ocurre con la economía verde, que tiene que ver con la producción de energías "limpias" para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la ciudad de vida de los ciudadanos. Pero, el azul podría ser el nuevo verde. Engloba la seguridad y gestión marítimas, el transporte y las actividades portuarias, la construcción naval, el reciclaje, la energía offshore, la bio-prospección, el papel de los ecosistemas, la pesca y la acuicultura, los servicios.... La educación de la juventud es fundamental para darle forma: la economía azul tiene la capacidad de proporcionar empleos muy necesarios en toda la región.

La economía azul es una fuente  de riqueza y prosperidad para el Mediterráneo. La región debe aprovechar ese potencial y las oportunidades de crecimiento, empleo e inversiones. Las estrategias nacionales deben identificar claramente las prioridades, desarrollar una visión clara para el desarrollo sostenible y garantizar las políticas y las acciones necesarias para promover la economía azul, además de salvaguardar el mar.

Los sectores de esta economía del mar se apoyan en los ecosistemas marinos naturales y los recursos marítimos. Existen interrelaciones evidentes: los turistas requieren transporte marítimo y son grandes consumidores de pescado o marisco tradicional. La energía eólica marina puede interferir con las actividades pesqueras. La construcción naval y el reciclaje dependen en gran medida de la demanda del sector del transporte. Algunas actividades innovadoras (por ejemplo, turismo de pesca) enfatizan aún más la importancia de la integración entre diferentes sectores. La adopción de un enfoque intersectorial es crucial para analizar y desarrollar estrategias que beneficien a varios sectores económicos.

Desarrollar una economía azul saludable y sostenible es imprescindible. Invertir en acciones oceánicas clave como la descarbonización del transporte marítimo, la conservación y restauración de manglares, la producción sostenible de productos del mar o el desarrollo de energías renovables proporciona beneficios globales. No solo beneficios financieros, sino también mejores resultados de salud para los consumidores, una biodiversidad más rica y trabajos más seguros, entre otras prestaciones. Un mar sostenible debe verse no solo como un imperativo de conservación, sino también como una prioridad para el futuro de la economía, el ecosistema y la sociedad.
 
Anwar Zibaoui, EXPANSIÓN, Edición Catalunya, Opinión,  11 Julio 2024



viernes, 23 de junio de 2023

Seguridad alimentaria y sostenibilidad

Las últimas crisis, incluidas la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, han concienciado a productores, empresas, gobiernos y consumidores de la importancia de la industria alimentaria, su seguridad y sostenibilidad. La producción agrícola es uno de los pilares de la economía, ya que representa el 3% del PIB mundial y casi el 30% del empleo global

Los datos muestran un mercado mundial convulso, con precios disparados e inflación, preocupación sobre el suministro de energía, e interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos. Como siempre, los países más pobres serán los más afectados, incluidos muchos en la región Mediterránea y África debido a su dependencia de las importaciones de alimentos.

La seguridad alimentaria de un país no debería estar en juego. Hay muchos factores externos que afectan a la producción y reparto de alimentos: Depender de las importaciones, las restricciones comerciales que se activaron con el coronavirus, los acaparamientos de alimentos, las guerras, la interrupción de rutas comerciales por conflictos o intereses políticos o el cambio climático.

En general, los mercados agrícolas son inestables. Reaccionan a pronósticos especulativos de los operadores con variaciones en los precios como pasó en 1974, 1986, 1996 o 2008. Los graves aumentos de precios desencadenaron revueltas entre los consumidores e inestabilidad en los ingresos para los productores, sean pymes, agroalimentarias o granjas.

Las consecuencias sobre el bienestar humano en general y el sector agrícola en particular son claras, y la situación exige movilizar y construir a nivel Mediterráneo un medio ambiente sostenible. Además, la logística precisa evolucionar, construir cadenas mundiales de suministro de alimentos más resistentes y optimizar el movimiento de mercancías para responder a las crisis en tiempo real.
 
Con la globalización de los mercados las cadenas agroalimentarias se han fragmentado. En el Mediterráneo, a todos estos se suma ahora la degradación de los recursos naturales (tierra, agua, biodiversidad) y el cambio climático, con efectos extremadamente nocivos en la región, y que cuestionan directamente el sistema alimentario agroindustrial actual.
 
La historia del Mediterráneo ha ido siempre unida al clima, y el agua ahora es el elemento vital  en peligro. No hay que olvidar que los productos de la tierra dependen del cielo. Es imprescindible un consenso para crear una industria agrícola eficiente y resistente al clima, que evite el despilfarro. Sin cooperación, los países de la región no lograremos la sostenibilidad y el estrés hídrico aumentará inevitablemente.

Este es el primer paso hacia un futuro que debe aumentar la cooperación entre las riberas del Mediterráneo, y que requiere medidas para ordenar los usos, proteger los  ecosistemas y realizar planteamientos eficientes, como la dieta alimentaria patrimonial. La dieta Mediterránea debería ser la base para construir un sistema alimentario regional basado en la proximidad, solidaridad y autonomía, y, con ello, más resistente a las crisis del clima, económicas, sociales o de salud.

Es urgente una nueva visión que pase por la asociación del sector agrícola y alimentario en el Mediterráneo, basado éste en redes de desarrollo conjunto que ayuden a superar las crisis actuales y futuras.

Europa cuenta con un sector agroalimentario cooperativo y privado ansioso por desarrollarse en el Mediterráneo y, a través de la orilla sur, llegar al continente africano. Las empresas europeas tienen además musculo financiero, medios que brindar a las empresas de la región, y conocimientos técnicos, más allá de la condición de mero proveedor. El Mediterráneo sur y oriental, así como el África oriental y meridional, ofrecen importantes posibilidades de expansión para las empresas europea. Por otra parte, la Zona de Libre Comercio Continental Africana, que entró en vigor conectará a 1.300 millones de personas, creando un bloque económico de 3,4 billones de dólares. El potencial de la región mediterránea es considerable en cuanto a que indicadores financieros alentadores pueden combinarse con objetivos reales de desarrollo sostenible.
 
Urge impulsar medidas para reactivar el sector agroalimentario y evitar su asfixia, pero también es imperativo sentar las bases para un nuevo modelo de desarrollo sostenible, es el momento de tomar decisiones valientes. En el Mediterráneo hay que aunar voluntades, defender los intereses convergentes y apostar por una mejor cooperación.

Anwar Zibaoui, Opinión, ON Economia, Jueves, 1 junio 2023



lunes, 7 de septiembre de 2020

Seguridad Alimentaria y Sostenibilidad en el Mediterráneo

El COVID-19 ha creado una mayor conciencia de la importancia de la seguridad alimentaria entre productores, empresas, gobiernos y consumidores.

La producción agrícola es uno de los pilares de la economía, ya que representa el 3% del PIB mundial y casi el 30% del empleo global. Sin embargo, los mercados agrícolas son inestables, y reaccionan a pronósticos especulativos de los operadores, con variaciones en los precios, como ya ocurrió en 1986, 1996 o 2008. Los fuertes aumentos de precios desencadenan disturbios y revueltas entre los consumidores, además de una elevada inestabilidad en ingresos para los productores: las pymes agroalimentarias y granjas.

En 2020, esta situación se ha complicado por el cierre de fronteras para contener la pandemia. La inseguridad alimentaria, que afecta ya casi al 40% de la población mundial por la falta de alimentos o su mala calidad, se ve mucho más comprometida por el incorrecto funcionamiento de las cadenas de suministro y la salud pública.

Además, debido a la globalización de los mercados, las cadenas agroalimentarias se han fragmentado, lo que las hace más vulnerables a las crisis económicas y de salud. Estas crisis, que se suman a la degradación de los recursos naturales (tierra, agua, biodiversidad) y al cambio climático, cuestionan directamente el sistema alimentario agroindustrial.

Es el momento de planteamientos eficientes. Las dietas alimentarias patrimoniales, como la Dieta Mediterránea, deben constituir la base de la construcción de sistemas alimentarios regionales, basados en aspectos como la proximidad, solidaridad y autonomía, y por lo tanto, ser así más resistentes a las crisis económicas y sociales, de salud o del clima.

Al movilizar la agroecología, la bioeconomía circular y la gobernanza participativa, estos sistemas tienen la capacidad de garantizar un desarrollo local sostenible recuperando el mercado interno de los productos locales. Todo ello permite contribuir a reducir las fracturas territoriales revitalizando las zonas rurales, y también exportar a un mercado internacional más concienciado.

Es urgente una nueva visión y asociación del sector agrícola y alimentario en el Mediterráneo, basado en redes de desarrollo conjunto, que ayuden a superar las crisis, actuales y futuras.

Una visibilidad a largo plazo compartida es esenial para movilizar los recursos necesarios que desarrollen la cooperación agrícola entre las dos orillas del Mediterráneo e impulsen la construcción de un mercado integrado regional.

La industria agrícola ha pasado en las últimas décadas por una fase de innovación. Ahora, la seguridad alimentaria, las nuevas tendencias y la sostenibilidad significan más oportunidades para las PYMEs agroalimentarias, tan necesarias para apoyar la seguridad alimentaria mundial.

Digitalizar el sector con el fin de aumentar la producción agrícola y hacer frente a los riesgos climáticos ha demostrado su relevancia y promueve la cadena de valor en términos de productividad, trazabilidad, calidad, acceso al mercado o control de la salud.

Las granjas modernas usan soluciones y software para intervenir en parcelas, cumplir con regulaciones, monitorear la certificación de exportación o administrar la fuerza laboral.

En 2019, nuevas empresas agrícolas mundiales invirtieron casi 20.000 millones de dólares en tecnologías digitales. En el Mediterráneo el desafio se encuentra en promover una agricultura moderna, competitiva, global y sostenible en recursos para aumentar el atractivo del sector y ofrecer oportunidades de empleo a jóvenes en un mercado laboral dependiente de la tecnología.

La disponibilidad, el acceso y el consumo de alimentos de calidad son necesarios para el bienestar. En zonas como el África Subsahariana, 4 de cada 10 personas viven en extrema pobreza con menos de 1.90 $ por día. Y, lamentablemente, el número de personas desnutridas está en aumento en todo el mundo, debido a efectos combinados de sequias, inundaciones, plagas, conflictos internacionales, o variaciones en los precios de las materias primas. El Objetivo de Desarrollo Sostenible de cero hambre para 2030 ya casi es inasumible.

Sin embargo, hay opciones. Es posible implementar estrategias para lograr la seguridad alimentaria ayudando a los agricultores y pequeños productores. Es preciso eliminar las barreras. Invertir en energías renovables como la eólica, solar e hidroeléctrica a través de asociaciones público-privadas para aumentar el suministro de electricidad y facilitar la producción y el procesamiento local de alimentos. Es posible mejorar las infraestructuras, carreteras, y caminos para conectar las zonas productoras rurales y agrícolas con los mercados, así como facilitar subsidios directos a los productores rurales que son los que pueden evitar el hambre y la pobreza extrema.

La pandemia de Covid-19 está agravando los problemas ya existentes. Por este motivo, urge impulsar medidas para reactivar el sector agroalimentario y evita su asfixia. Pero también es imperativo sentar las bases para un nuevo modelo de desarrollo sostenible. Es el momento de tomar decisiones valientes

https://atalayar.com/blog/seguridad-alimentaria-y-sostenibilidad-en-el-mediterr%C3%A1neo

 http://www.ascame.org/en/food-security-and-sustainability-mediterranean 

 https://haycanal.com/noticias/14820/seguridad-alimentaria-y-sostenibilidad

 https://elcandelerotecnologico.com/2020/07/16/seguridad-alimentaria-y-sostenibilidad-en-el-mediterraneo/ 

https://www.territoriobitcoin.com/seguridad-alimentaria-y-sostenibilidad-en-el-mediterraneo/ 

 

martes, 22 de mayo de 2018

"Turismo Halal " : Mucho potencial

El "Turismo Halal" se ha relacionado siempre con la peregrinación a la Meca pero ahora forma parte de la industria del turismo global. Es un enorme mercado para atender a millones de viajeros musulmanes en el mundo.

Aunque con dudas, el negocio crece y se consolida como parte de la llamada economía islámica, que incluye finanzas, alimentación, farmacia, cosmética o moda. Los estereotipos son tan engañosos como la idea de que el mercado musulmán implica sólo las finanzas sin intereses y la carne sacrificada a mano.
En 2016 el número de turistas musulmanes alcanzó los 130 millones y llegará a los 168 millones en 2020. Representan hoy el 10% del turismo mundial y el 12 % del gasto total. Los viajeros musulmanes gastaron 156.000 millones de dólares en 2016. Es el segundo mercado después de China con 168.000 millones dólares, Se espera que alcancen los 300.000 millones para 2026. Su impacto, además, generó cinco millones de puestos de trabajo.

Estados Unidos y Europa fueron los beneficiarios de este turismo. España, segundo destino mundial, ocupa la novena posición ante los viajeros musulmanes, a pesar de sus vínculos históricos. El 72% de estos turistas proviene de Indonesia, Malasia, Turquía y los países del Golfo. Economías emergentes y grandes mercados de consumo. Asia y Europa se perfilan como destinos principales para atraer a estos visitantes que forman parte de un potencial de 1.600 millones de musulmanes en el mundo.

El viaje es un gran componente de la industria halal e incluye aspectos tales como el servicio prestado en el avión, la comida en los hoteles, lugares de ocio, complejos de playa, la disponibilidad de espacios de oración... Estos turistas están constantemente en busca de destinos que les proporcionen instalaciones, productos y servicios amigables para ellos. 

Es importante integrar unos criterios y normas Halal únicos a nivel mundial. Esto facilitaría su incorporación a grupos, empresas o cadenas internacionales que los requieran de manera que puedan satisfacer las necesidades de los turistas que demanden estos productos y servicios. Para ello, hay que promover su complementariedad e integrar sus criterios y sus normas internacionalmente aceptadas en el sector de los viajes y del turismo  mundial. 

El problema clave a solucionar es el desconocimiento sobre la responsabilidad del sector en asegurar al viajero el uso de servicios absolutamente Halal. De la misma forma que el sector se adaptó a otros retos, clientes, sectores y experiencias. El potencial del turismo Halal no debe ser ignorado: vale la pena explorarlo.

Expansión, Edición Catalunya. Opinión. Pag. 2. Martes, 22 de mayo 2018

miércoles, 30 de marzo de 2016

Halal, gran negocio

En los últimos años ha crecido el interés por la Industria Halal, y son cada vez más numerosas las empresas que desarrollan y adaptan sus productos a las reglas que rigen este concepto. Halal, o lícito,  es una aplicación técnica de normas de origen religioso, similar a las restricciones Kosher entre los judíos,. Permite a los musulmanes comer la carne de ciertos animales que deben ser sacrificados según procedimientos rituales específicos. La economía islámica es una forma de vida – a través de productos, experiencias, servicios, procesos y relaciones -especialmente en alimentación, banca, finanzas, farmacia, turismo y estilo de vida. Este fenómeno abarca distintas regiones geográficas y límites culturales. Muchos de 1,6 mil millones de musulmanes del mundo o el 23% de la población mundial quieren garantías de que los alimentos, y otros productos, están libres de productos animales o alcohol.

El gran negocio mundial de bienes y productos con certificación religiosa aprobada está en auge. La cuestión de cómo regular estos productos se hace cada vez más urgente. Pocos son los países occidentales que disponen de leyes que regulan explícitamente las normas de salud, higiene o los rituales adecuados a diferentes confesiones religiosas. Los países y tradiciones que abarca el Islam, difieren en sus métodos de sacrificio. Existen cientos de organismos de certificación. Unificar las etiquetas ayudaría a su expansión en todo el mundo.

En la industria Halal, valorada en dos billones y medio de dólares, el 50% se corresponde a la alimentación, y la ventas crecerán un 30% anual hasta el 2030, A la cabeza de este consumo están Indonesia, Turquía y Pakistán. Asia es el continente más importante, representa el 64% del total, Oriente Medio y África registran el mayor crecimiento y en Europa las ventas ascendieron a 100.000 millones de dólares.

Australia, Brasil, Nueva Zelanda y otros países exportadores de carne se han beneficiado mucho de este comercio. Malasia es uno de los centros referencia del Halal. Las empresas internacionales de alimentación y bebidas, así como de las grandes cadenas de comida rápida, tampoco son indiferentes. Algunas grandes marcas conocidas tienen un 20% de sus fábricas o productos Halal.

España tiene 258 empresas con certificado halal, de ellas, 70 son catalanas, pero el potencial del sector agropecuario catalán y español es enorme, y no puede desdeñar este mercado de millones de consumidores. Los beneficios pueden ser mayores, más allá de los clichés.

Expansión, Edición Catalunya, Pag.2, Opinión, Miércoles, 30 marzo 2016