El anuncio de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de crear una cartera separada para ocuparse del Mediterráneo como parte de su próximo equipo es una decisión acertada y necesaria para impulsar la cooperación y la búsqueda de nuevas sinergias entre ambas orillas de la región.
"El Mediterráneo debe tener una atención prioritaria", dijo Von der Leyen en el Parlamento Europeo en Estrasburgo el pasado 18 de julio. "Por eso nombraré un comisario europeo para la región y propondré una nueva agenda para el Mediterráneo porque el futuro de las dos orillas del Mediterráneo es el mismo", apuntó la máxima representante de la UE.
En el Mediterráneo se acumulan los problemas y se multiplican los actores y los conflictos, lo que constituye un desafío común que precisa de un enfoque coordinado y global. Las buenas intenciones y palabras sin contenido no son suficientes. Las tragedias humanas que se suceden diariamente en nuestra región evidencian los desequilibrios y desigualdades que siguen existiendo.
En el Mediterráneo se acumulan los problemas y se multiplican los actores y los conflictos, lo que constituye un desafío común que precisa de un enfoque coordinado y global. Las buenas intenciones y palabras sin contenido no son suficientes. Las tragedias humanas que se suceden diariamente en nuestra región evidencian los desequilibrios y desigualdades que siguen existiendo.
Todo el Mediterráneo está experimentando un cambio radical. La región vive una situación de incertidumbre: crisis económica, guerras, intentos lentos de reformas,... Estamos en una etapa clave. No actuar multiplica el riesgo y afecta al conjunto de países.
Los conflictos, la cuestión de la seguridad, la necesidad de energías renovables, la crisis de los refugiados o la crisis migratoria son desafíos que la UE debe resolver con carácter de urgencia.
El sistema de valores europeos está en juego. A priori, la UE no tiene una estrategia o un plan concreto para abordar todos estos retos. Hasta el momento, ha actuado como un socio secundario, a veces incluso sin tener voz propia. Sin embargo, la región, desde Marruecos hasta el Golfo, es donde Europa tiene más intereses económicos y estratégicos.
En el Mediterráneo Sur y Oriental y el Magreb 50 millones de jóvenes están en paro, 27 millones sin formación y el 50% de los 388 millones de habitantes son menores de 25. Esto es una bomba de relojería. Europa tampoco está en su mejor momento, pues en los últimos años ha tenido que lidiar con graves crisis, como la guerra en Ucrania o la tensión en Oriente Medio. Los esfuerzos por integrar países de la región bajo un mismo paraguas, como el Proceso de Barcelona en 1995, la Política Europea de Vecindad en 2004, el instrumento de Vecindad y Asociación en 2007 y la Unión por el Mediterráneo en 2008 han dado pocos frutos, y menos aún credibilidad.
El futuro depende de la capacidad para adaptarse a las nuevas realidades y no levantar nuevos muros en el Mediterráneo. Lo que está en juego es mucho. Se necesita un nuevo enfoque europeo sobre las bases de la cooperación. Los cambios de paradigma, las nuevas tendencias en todos los sectores económicos y el nuevo escenario geopolítico global implican hoy una revisión urgente de la relación entre el Mediterráneo y Europa, caracterizada durante mucho tiempo por ser una relación donante-beneficiario. Trabajando en igualdad de condiciones fomentaremos una mejor cooperación que conducirá al fortalecimiento de economías más inclusivas y a un mayor bienestar social en ambas orillas de la región. Además, esta mayor cooperación nos permitirá convertir retos como la revolución digital o la economía verde y azul en nuevas oportunidades de futuro para explorar nuevos horizontes.
El futuro depende de la capacidad para adaptarse a las nuevas realidades y no levantar nuevos muros en el Mediterráneo. Lo que está en juego es mucho. Se necesita un nuevo enfoque europeo sobre las bases de la cooperación. Los cambios de paradigma, las nuevas tendencias en todos los sectores económicos y el nuevo escenario geopolítico global implican hoy una revisión urgente de la relación entre el Mediterráneo y Europa, caracterizada durante mucho tiempo por ser una relación donante-beneficiario. Trabajando en igualdad de condiciones fomentaremos una mejor cooperación que conducirá al fortalecimiento de economías más inclusivas y a un mayor bienestar social en ambas orillas de la región. Además, esta mayor cooperación nos permitirá convertir retos como la revolución digital o la economía verde y azul en nuevas oportunidades de futuro para explorar nuevos horizontes.
En la carrera entre EEUU y China, la Unión Europea solo encontrará su lugar en el nuevo orden mundial aliándose a sus socios del Mediterráneo y asociándose con África para crear un polo competitivo global. Pero ello requiere desplazar el centro de gravedad hacia el sur. Fomentar la cooperación económica ayudaría a solucionar los problemas de inmigración y radicalización, además de impulsar la interacción intrarregional, la creación de empleo, la inversión, el apoyo a las mujeres y jóvenes, la experiencia crediticia, o la promoción del turismo sostenible. Hablamos de políticas clave que podrían ayudar a resolver las condiciones socioeconómicas desesperadas en algunos países de la orilla sur. Se lucharía contra la pobreza y el desequilibrio.
Ha llegado el momento de poner en marcha un programa ambicioso que apoye la creación de un espacio común. La UE debe adoptar una nueva política clara y efectiva. La figura de un Comisario Europeo para el Mediterráneo supondría una respuesta efectiva y una apuesta estratégica ante la situación crítica que atraviesa nuestra región. Es necesario revitalizar la Unión por el Mediterráneo que constituye el marco regional de cooperación adecuado entre los 43 Estados miembros.
Europa tiene que implicarse ya que su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo de la otra orilla. Si los europeos y los mediterráneos quieren ser más que vecinos y convertirse en propietarios de un futuro común, deben entender esta evidencia
Hay que pasar de las emociones a las soluciones, y no esperar con los brazos cruzados a que aumenten los riesgos, los desafíos y los costes. Las oportunidades perdidas han sido muchas y muy dolorosas.
Hay que pasar de las emociones a las soluciones, y no esperar con los brazos cruzados a que aumenten los riesgos, los desafíos y los costes. Las oportunidades perdidas han sido muchas y muy dolorosas.
Anwar Zibaoui, EXPANSIÓN, Tribuna-opinión, 23 de Julio 2024
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