miércoles, 30 de marzo de 2016

Halal, gran negocio

En los últimos años ha crecido el interés por la Industria Halal, y son cada vez más numerosas las empresas que desarrollan y adaptan sus productos a las reglas que rigen este concepto. Halal, o lícito,  es una aplicación técnica de normas de origen religioso, similar a las restricciones Kosher entre los judíos,. Permite a los musulmanes comer la carne de ciertos animales que deben ser sacrificados según procedimientos rituales específicos. La economía islámica es una forma de vida – a través de productos, experiencias, servicios, procesos y relaciones -especialmente en alimentación, banca, finanzas, farmacia, turismo y estilo de vida. Este fenómeno abarca distintas regiones geográficas y límites culturales. Muchos de 1,6 mil millones de musulmanes del mundo o el 23% de la población mundial quieren garantías de que los alimentos, y otros productos, están libres de productos animales o alcohol.

El gran negocio mundial de bienes y productos con certificación religiosa aprobada está en auge. La cuestión de cómo regular estos productos se hace cada vez más urgente. Pocos son los países occidentales que disponen de leyes que regulan explícitamente las normas de salud, higiene o los rituales adecuados a diferentes confesiones religiosas. Los países y tradiciones que abarca el Islam, difieren en sus métodos de sacrificio. Existen cientos de organismos de certificación. Unificar las etiquetas ayudaría a su expansión en todo el mundo.

En la industria Halal, valorada en dos billones y medio de dólares, el 50% se corresponde a la alimentación, y la ventas crecerán un 30% anual hasta el 2030, A la cabeza de este consumo están Indonesia, Turquía y Pakistán. Asia es el continente más importante, representa el 64% del total, Oriente Medio y África registran el mayor crecimiento y en Europa las ventas ascendieron a 100.000 millones de dólares.

Australia, Brasil, Nueva Zelanda y otros países exportadores de carne se han beneficiado mucho de este comercio. Malasia es uno de los centros referencia del Halal. Las empresas internacionales de alimentación y bebidas, así como de las grandes cadenas de comida rápida, tampoco son indiferentes. Algunas grandes marcas conocidas tienen un 20% de sus fábricas o productos Halal.

España tiene 258 empresas con certificado halal, de ellas, 70 son catalanas, pero el potencial del sector agropecuario catalán y español es enorme, y no puede desdeñar este mercado de millones de consumidores. Los beneficios pueden ser mayores, más allá de los clichés.

Expansión, Edición Catalunya, Pag.2, Opinión, Miércoles, 30 marzo 2016

lunes, 14 de marzo de 2016

Industria del automóvil en el Mediterráneo, cuestión de tiempo


Economía Digital, Jueves, 10/03/2016

http://www.economiadigital.es/es/notices/2016/03/industria-del-automovil-en-el-mediterraneo-cuestion-de-tiempo-82360.php


La industria del automóvil en la región mediterránea vive tiempos nuevos, ofreciendo a un saturado mercado automovilístico internacional una alternativa de expansión en una región donde Asia, Europa y África están muy próximos entre sí y rodeados de 500 millones de habitantes.

Después de seis años de declive, las ventas de automóviles en la UE aún no llegan a los resultados del 1997- 2007. Las ventas en Europa fueron de entre 14 y 15 millones de unidades al año.

En 2014 hubo 12,5 millones de matriculaciones y hubo un crecimiento del 6% en 2105. La mirada puesta en otros mercados para la crecer es la alternativa tanto para mantener las fábricas europeas como para establecer otras en nuevos destinos.

Un ejemplo lo vemos en el Mare Nostrum después de consolidarse en la orilla norte. Los grandes constructores automovilísticos empiezan a navegar hacia la otra orilla, a países como Turquía, Marruecos, Argelia y Egipto.

En la región mediterránea los datos del año 2015 muestran un importante crecimiento del  sector de la automoción, siendo España, Turquía y Marruecos las que han tenido mejor comportamiento.

España es el segundo país europeo después de Alemania y primero del Mediterráneo en alcanzar la cifra de 2.733 millones de coches en 2015, un 13,7% más que en 2014.  El 83% de esta producción se exporta y la tendencia es de llegar a la cifra 3 millones en 2017.

Francia es el segundo fabricante de la región con 1,5 millones de unidades, mientras que Turquía ha registrado un fuerte crecimiento del 16% y un récord de 1,36 millones de coches en 2015. El 73% de la fabricación se destina a la exportación.

Marruecos está empezando a conseguir un lugar en el mapa. Las dos fábricas de Renault han llegado a las 300.000 unidades en 2015. Un  incremento del 26% y el 90% de los vehículos salen a la exportación.

En 2017 PSA inaugura su primera fabrica automóviles en suelo marroquí, otros fabricantes mundiales han puesto sus ojos en este país por su situación geográfica como puerta hacia  África , su proximidad de Europa, la mano de obra joven y su mercado interno.

El tamaño y las posibilidades del mercado regional debería hacerlo atractivo para la industria del motor: alrededor de 5 millones de coches se compraron el año pasado en Oriente Medio y el norte de África. Es un mercado más grande que Alemania  donde se venden cerca de 3 millones de unidades cada año. Se estima que podrían llegar a 10 millones en 2020.

El Norte de África está cerca, el mercado de automóviles de Argelia y Marruecos tiene un crecimiento de dos dígitos que seguirá en los próximos años. Las  ventas de automóviles en estos países ascendieron a 700 mil en el último año, y el número podría aumentar a un millón en 2020.

La industria del automóvil tiene sentido en Oriente medio y el Norte de África. Energía barata, materias primas, dinero, ubicación geográfica y mano de obra joven que puede ser formada con las habilidades requeridas son las principales ventajas.

No es ningún secreto que muchos países de  la zona han hecho una apuesta estratégica por  desarrollar una industria del automóvil y ahora esta visión ha comenzado a tomar una forma coherente.

La primera fue Turquía hace años, luego Egipto, Marruecos, y Argelia. Los nichos de producción en los que existen mayores posibilidades son los vehículos de bajo coste y los de transporte comercial o colectivo y la fabricación de componentes.

Este sector tiene impacto multiplicador tanto a nivel económico y sobre todo en el campo social por la creación de empresas, es decir,  empleo masivo y generando riqueza o estabilidad.

El Sur y la parte oriental del mediterránea sufren una de las mayores tasas de desempleo entre la población joven del mundo, el 50% de la población son menores de 21 años, y la región requiere decenas de millones de nuevos empleos para el año 2022.

Es fácil pensar que entre el norte y el sur del Mediterráneo pueda existir una competencia pero la experiencia con Turquía y ahora en Marruecos muestra muchas posibilidades de complementariedad que podría ayudar a impulsar la región a jugar un papel protagonista en el panorama mundial del automóvil.

Una sinergia capaz de competir con otras regiones especialmente de Asia, promocionando el mediterráneo como Hub mundial de fabricación de automóviles tanto de bajo coste como de alta gama o los coches del futuro de nueva generación tecnológica o eléctricos con una cadena de valor industrial y logística.

Esta plataforma estratégica es única para facilitar el comercio y la logística a nivel mundial. Sólo podía ser una cuestión de tiempo para que esta industria inicie su despegue en la región.

viernes, 4 de marzo de 2016

Internacionalización

En la internacionalización, aparte de la oportunidad, la seguridad y el marco jurídico hay otros muchos requisitos. Lo principal es el conocimiento de los mercados y su atractivo: la disponibilidad de unos mecanismos de soporte que lo permitan, las diferentes posibilidades de acompañamiento, especialmente de financiación y recursos humanos, la desaceleración del crecimiento en algunos mercados, la competencia en otros, la complejidad operativa o la búsqueda de talento.
Estos factores pueden frenar o acelerar el plan de expansión internacional, pero hay otro factor que se perfila cada vez de una importancia mayor, el cultural, sea para entrar en mercados exteriores  o para tener equipos capaces de gestionar esta aventura . 
Trabajar y hacer negocios en otro país implica tener que tratar con un entorno que en ocasiones es muy distinto al propio. Muchos no están formados para gestionar las diferencias. Eso provoca malentendidos,  conflictos y pérdidas de productividad, daños y perjuicios para la empresa y su marca. Las compañías deben desarrollar modelos de negocio altamente flexibles que les permitan responder a nuevas oportunidades y amenazas.
Las empresas internacionalizadas más exitosas serán aquellas que tengan el factor cultural como parte de su estrategia y que incorporan las influencias, prácticas y valores de otras culturas. Los nuevos equipos directivos y empresas serán cosmopolitas, multinacionales, en empresas con socios extranjeros, cadenas de suministro mundiales y ventas internacionales.
El mundo no es plano: está lleno de baches y turbulencias. Aparecen nuevos actores y mercados, la globalización aumenta y  las oportunidades son a menudo más difíciles de encontrar. Se necesita un cultura dinámica, un modelo para sumar diversidad y capacidades y utilizar esta sinergia de manera efectiva más allá del pensamiento clásico.
Las empresas, como las personas, envejecen. Comienzan  con ganas de sobrevivir, alimentadas por una energía juvenil e ideas frescas. Compiten, se expanden, maduran , y, finalmente, sin no se adaptan a los nuevos entornos  se desvanecen.
Contar con los mejores ejecutivos, alentar un liderazgo multicultural, un estilo incluyente que cultive la capacidad para sacar lo mejor de una fuerza laboral diversa, equipos  capaces de interactuar con otras culturas, escuchar, observar, respetar y aprender de ellos debe ser un elemento central en el proceso de internacionalización. En resumen disponer de perspectiva global, espíritu internacional y ciudadanía global.

Expansión, Edición Catalunya, Pag.2, Opinión, Martes 1 marzo 2016

martes, 1 de marzo de 2016

Europa, a exámen en el Mediterráneo

En el Mediterráneo se acumulan los problemas y se multiplican los actores y los conflictos, lo que constituye un desafío común que precisa de un enfoque coordinado y global. Las buenas intenciones y las palabras sin contenido no son suficientes. La tragedia humana que se vive en el Mediterráneo hoy muestra los desequilibrios.

La consecuencia natural de la guerra y la agitación, es el refugio o la inmigración forzosa, y eso es solo la punta del iceberg. ¿Cómo se puede pensar en retener a millones de personas que están tratando de evitar la guerra, el hambre, la dictadura? Una política solo orientada a la seguridad no puede ser la única opción que Europa presenta a sus vecinos del Sur. Ya no son efectivas las políticas de cooperación con regímenes autoritarios, ni los despliegues de fragatas.

Todo el Mediterráneo está experimentando un cambio radical, especialmente después de las «Primaveras árabes». La región vive una situación de incertidumbre: crisis económica, guerras, intentos lentos de reformas. Estamos en una etapa clave. No actuar multiplica el riesgo y afecta al conjunto. Los conflictos en Libia, Siria y Palestina. Los atentados terroristas. La seguridad. La energía. Los refugiados y la Emigración, son preocupaciones que la UE debe resolver.

El sistema de valores europeos está en juego, y en general, la UE no tiene ninguna estrategia o plan ante los cambios en la orilla sur y los problemas que los rodean. La UE parece un socio secundario, sigue ausente del conflicto palestino-israelí, no reacciona ante la guerra asociada al terrorismo, ni ante los problemas en la orilla sur. Y sin embargo, la región que va desde Marruecos hasta el Golfo, pasando por Damasco, es donde Europa tiene más intereses económicos y estratégicos.

La Guerra siria ha quemado todas las fronteras, y como se está demostrando, Europa no será capaz de aislarse de ella y evitar las consecuencias en lo que se refiere al asilo y el terrorismo. En el Mediterráneo sur y oriental y en el Magreb 40 millones de jóvenes están en paro, 27 millones de ellos sin formación. El 50% de los 369 millones de habitantes son menores de 25 años, lo que constituye una bomba de relojería.

Por supuesto, Europa no está en su mejor momento. Ha pasado una grave crisis económica y sigue en tensión entre la austeridad fiscal y la política de crecimiento. Los esfuerzos para integrar países de la región bajo un mismo paraguas, como el Proceso de Barcelona en 1995, la Política Europea de Vecindad en 2004, el Instrumento de Vecindad y Asociación en 2007 y la Unión por el Mediterráneo en 2008, han dado pocos frutos, y aún menos credibilidad.

El futuro depende de la capacidad para adaptarse a las nuevas realidades y no levantar nuevos muros de Berlín en el Mediterráneo, muros de prejuicio, miedo e ignorancia. Lo que está en juego es mucho.  Se necesita un nuevo enfoque europeo de las bases de la cooperación. Por ejemplo, aumentar el ritmo de inversión en la zona, empezando a salvar a Europa de la crisis económica. Un plan Marshall para el Mediterráneo como pasó después de la Segunda Guerra Mundial en Europa. No es una idea descabellada si recordamos que ese plan, en su momento, no solo salvó a Europa sino también a los EEUU.

Fomentar la cooperación económica ayudaría a solucionar los problemas de inmigración y radicalización.  Impulsar la interacción intra-regional, la creación de empleo, la inversión, la experiencia crediticia, y la promoción del turismo. Son las políticas clave que podrían ayudar a resolver las condiciones socioeconómicas desesperadas que desencadenaron las revueltas. Se lucharía contra la pobreza y el desequilibrio, y se incrustaría la democracia. Hay que apoyar a los países que están tratando de realizar su transición: Marruecos, Túnez, Jordania, el Líbano. Además, Europa también debe acelerar el proceso de adhesión de Turquía.

Poner en marcha un programa ambicioso que apoye la creación de un espacio común. Es una necesidad. La UE debe adoptar una nueva política clara y efectiva. La creación de una Comisaria para el Mediterráneo mostraría la apuesta estratégica que la situación requiere. Además, es preciso revitalizar la Unión por el Mediterráneo que constituye el marco regional de cooperación adecuado entre los 43 Estados miembros.

Europa tiene que implicarse, ya que su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo de la otra orilla. Si los europeos y los mediterráneos quieren ser más que vecinos y convertirse en propietarios de un futuro común, deben entender esta evidencia. Hay que moverse de las emociones a las soluciones, y no esperar que crezca el riesgo y aumente el coste. Las oportunidades perdidas han sido muchas y muy dolorosas. Hace falta un poco más de generosidad y algo menos de egoísmo.

El Periódico de Catalunya, Pag.8 Opinión, Martes, 1 de Marzo 2016