Mostrando entradas con la etiqueta Primavera Arabe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Primavera Arabe. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de agosto de 2020

Beirut, el sol volverá a salir

Un inmenso daño ha causado la doble explosión que ha devastado Beirut, la capital libanesa. La muerte, el sufrimiento y la destrucción han golpeado a un país que ya estaba en estado de shock dejando miles de heridos, más de un centenar de muertos, 300.000 personas sin hogar y unas pérdidas materiales estimadas en más de tres mil millones de dólares.

Cualquiera sea la causa, el gigantesco hongo naranja y gris que se elevaba sobre el puerto de Beirut evoca implacablemente la implosión del sistema y las estructuras políticas de un país devastado desde hace años por múltiples crisis económicas, políticas, sociales y ahora sanitarias, como consecuencia de la pandemia por Covid19, conflictos interminables que han provocado la caída sin freno de este pequeño país.

El Estado libanés moderno, con un siglo de vida, ha sufrido experiencias desconocidas para otras naciones con historias milenarias: una larga guerra civil de 15 años, invasiones extranjeras, malestar socio-político, terrorismo y además hoy es el país con la mayor tasa de refugiados por habitante del mundo, una densidad enorme que ha tenido un efecto devastador. El país sigue sumido en un conflicto regional que trasciende sus fronteras lo que ha creado una conmoción sin precedentes en su tejido social, político y económico. Líbano ha sobrevivido a todos estos choques. Pero con esta nueva catástrofe no hay señales de ningún respiro para el país de los cedros.

Beirut, en el corazón de Oriente Próximo, en la otra orilla del Mediterráneo, es una ciudad plural, desconcertante, fascinante y adictiva. Tras milenios de ocupaciones de diferentes imperios, y una larga historia de emigraciones forzadas que han traído de vuelta influencias de todo el mundo, se ha convertido en una fusión cultural, política y religiosa única.

Hoy está reconocida como una de las ciudades más antiguas del mundo, otomanas y francesas, y a pesar de vivir tiempos difíciles por décadas de invasiones o la guerra civil, pocos signos quedan de la destrucción. Y, en el caos, en el choque de ideas, edades y visiones, Beirut ha generado algunas de las mentes más innovadoras: escritores, músicos, arquitectos, diseñadores inspirados por las contradicciones y la energía de esta ciudad donde todo es posible, incluso si no está permitido.

En los 20 años previos al estallido de su guerra civil, en 1975, la pequeña capital de este estado frágil y complejo atrajo todo tipo de gentes e ideas. Se publicaron diarios sin censuras. Los bancos locales se llenaron de depósitos de los estados del Golfo. Se cuadruplicó el área construida. Beirut atraía a pensadores, artistas, espías y empresarios de todo el mundo.

Hoy, tras nuevas guerras e invasiones, y nuevas crisis y recuperaciones, la ciudad es el verdadero termómetro de la región, para bien o para mal.

A unos centenares de kilómetros de Beirut, está prohibida la vida nocturna. Se prohíbe hablar de historia o literatura, del respeto a las minorías, de la libertad de expresión, de los derechos de la mujer, de los derechos de los homosexuales o de la laicidad. Beirut es un soplo de aire fresco en una región donde estos y otros temas no pueden todavía expresarse sin denuncia.

Aunque todo esto puede cambiar. Líbano está lejos de ser el país de las maravillas. Está acosado por graves desafíos internos y externos, y una clase política que es un mosaico de alianzas contradictorias basadas en su supervivencia por encima de todo y controlada por los grandes actores regionales. Al Líbano le cuesta aprender la lección y aceptar que es una nación de minorías donde todos pueden vivir, y donde la convivencia es posible si hay voluntad.

La guerra civil terminó hace 30 años, pero la política todavía está dominada por ex caudillos y dinastías familiares enredadas en divisiones sectarias. Mientras tanto, la gente tiene demandas y aspiraciones, como estabilidad, electricidad, agua, recogida de basuras, empleo juvenil, seguridad, oportunidades económicas y un estado que refleje esas demandas y su diversidad.

Cuando el Líbano sangra, todo el mediterráneo sufre con él. La solidaridad internacional debe ejercerse plenamente y acorde con las pérdidas y la destrucción. Es necesaria y urgente la actuación de la Unión Europea y las Naciones unidas. La catástrofe que azota Beirut es una tragedia para los libaneses que se añade a otras tantas que sufre y ha sufrido este pueblo. No hay palabras suficientes para describir la situación.

Pero, a pesar de todo, el sol volverá a salir. Los libaneses siguen siendo un pueblo resistente a las incertidumbres, con una red sin igual de emigrantes por todo el mundo. Desde tiempos remotos, Beirut es un puente entre el este y el oeste, la puerta natural hacia y desde la región. Centro comercial, financiero y universitario. Mestiza, con su rica cultura, y su sociedad vibrante. Ocupada y destruida en varias ocasiones, pero tras ocho mil años, siempre renace como el ave fénix. De hecho, no es ninguna sorpresa su reconocida capacidad de recuperación.


lunes, 6 de mayo de 2019

Alaa Saleh, icono de una revolucion. Sudán

Alaa Saleh, fuente elperiodico.com
"Nunca esperé que mi imagen se extendiera tanto, pero me alegra que el mundo haya podido ver que hay una revolución en Sudán". Así se expresa la joven Alaa Saleh, estudiante de ingeniería, que personifica el espíritu de la revuelta liderada por los jóvenes y las mujeres y que provocaron la caída del general.

Desde su independencia, Sudán ha perdido 63 años con regímenes militares, dos guerras civiles, diferentes intentos de autonomía y graves conflictos étnicos, religiosos y económicos. Además, el régimen de El-Bashir ha desperdiciado tres décadas, y se mantuvo en el poder a pesar de Darfur, de las acusaciones de genocidio y crímenes contra la humanidad, de las acusaciones de colaborar con el terrorismo y de la galopante corrupción.

Esta situación y la persistencia de la crisis económica, el deterioro de las condiciones de vida, y la propagación de la corrupción, la impunidad y los privilegios, convencieron a la población de rebelarse porque no había esperanza de reforma, por falta de voluntad del poder.

Ahora, Sudán necesita extraer lecciones de los sucesivos golpes y revueltas. Es importante escuchar a la gente, fortalecer las instituciones, y que los partidos, los sindicatos y los militares aprendan las lecciones del pasado. Sudán necesita una estabilidad refrendada por la voluntad de sus ciudadanos y un gobierno que busque compensar lo que se ha perdido, un gobierno que se preocupe por los problemas de la pobreza, el desempleo y la educación.

Los acontecimientos en Sudán desde el derrocamiento del Al-Bashir y la asunción del poder por parte de un Consejo militar, contrastan con lo que ha pasado en algunos países de la primavera árabe debido a la ausencia de organizaciones civiles con capacidad de compensar el vacío que dejan los dictadores.

Sueños y esperanza

El Consejo militar tiene el apoyo de los principales países de la región pero debe evitar perder la confianza de los sudaneses, que mantienen la sentada ante el cuartel general del ejército hasta conseguir reducir los tiempos de transición para elegir un Parlamento, reestructurar el Tribunal Constitucional y entregar el poder al nuevo Gobierno elegido. El movimiento popular que participó en las protestas es amplio, variado pero con un objetivo común, aunque difieren en la estrategia del día siguiente.

El camino hacia la libertad no va a ser fácil. Choca con las tradiciones de los gobiernos autoritarios y el radicalismo que intentan permanecer a cualquier precio. Pero una nueva generación, con un rol principal de mujeres que quieren asumir su propio destino. El gran error sería devolver a Sudán a la pesadilla de la tiranía después del sueño de la revolución. Urge ayudar a Sudán para deshacerse de la herencia del pasado y la confusión del presente para construir un futuro mejor. A pesar de la deriva de la primera ola de revoluciones de la primavera árabe, las movilizaciones en Argelia y Sudán están abriendo una nueva etapa y restaurando la esperanza de un cambio democrático. 

El Periódico online, opinión, Domingo, 05 Mayo 2019 

lunes, 15 de abril de 2019

Daesh, Christchurch, tratar de raíz la enfermedad

Pablo Picasso "Paloma de la Paz"1949
Mientras el llamado Estado Islámico o Dáesh pierde su último bastión en Siria, la batalla por expulsar definitivamente a este grupo marca el octavo aniversario de la Primavera Árabe y la cuestión del regreso de los miles de retornados extremistas con sus familias se ha convertido en una de las principales preocupaciones de muchos gobiernos del mundo. En Nueva Zelanda un grupo de extrema derecha racista, utilizando los mismos métodos de Dáesh, masacra a un centenar de personas en dos mezquitas como respuesta de su guerra santa racial.

Estos grupos, se llamen como se llamen, están motivados por las mismas creencias. Sus acciones permiten que prosperen la tiranía y la islamofobia. Desafortunadamente, hay un efecto secundario que puede causar inmensas complicaciones y conflictos si no se maneja correctamente; algo que ver con nuestro juicio. No juzgamos objetivamente. Es triste ver cómo la campaña que se basa en el principio de culpabilidad colectiva ha creado un conflicto más amplio y las sospechas y la desconfianza se han convertido en un obstáculo para buscar soluciones.

Los extremistas han secuestrado las religiones y causas nacionales y han creado un mundo lleno de problemas que se ve amenazado por los belicistas, xenófobos y racistas. Hay que reflexionar sobre por qué se perpetúan ciertos clichés y estereotipos, etiquetar a las personas en función de raza, credo o condición social, y sobre la falta de constancia de los que prefieren una elasticidad que les permite proteger ciertas opiniones extremistas y tipificar como delito otras.

El conflicto de civilizaciones ha cundido no sólo como explicación de la realidad sino como doctrina. Desde el fin de la guerra fría hemos pasado de las divisiones ideológicas a las divisiones identitarias. Con la globalización se ha globalizado el ultranacionalismo como forma de negación del principio de ciudadanía. El triunfo del modelo occidental paradójicamente ha debilitado Occidente. El pecado de Europa y Occidente no ha sido imponer sus valores sino renunciar a sus propios valores en la relación con los otros.

Hay que luchar contra las narrativas de los extremistas y encontrar soluciones justas a los problemas crónicos culturales e ideológicos. Más allá de los mercaderes del miedo, del choque de civilizaciones, que cotizan en la bolsa del odio, el fanatismo y la crisis de identidad. No se puede legitimar la tiranía que oprime en nombre de una religión o una patria.

Dáesh no nace del vacío, son los hijos de una situación deteriorada, de la tiranía, la ausencia de democracia y las condiciones de desarrollo miserable en unas sociedades que crearon el fuerte contraste entre los dueños de la riqueza y las grandes multitudes en la pobreza, el atraso y la ignorancia, el apoyo al terrorismo del estado, los hijos de la cultura de divisiones. Dáesh vino a llenar la falta de liderazgo en países que se desintegran, con comunidades desgarradas.

Se ha pagado el coste de no apoyar la Primavera Árabe, que ha pasado de la esperanza a la desesperación, la pérdida de legitimidad de la política, el terrible fracaso de los Estados de pertenecer a una era. Políticas viejas pintadas de tiranía. Los ríos de odio por otro diferente. Y décadas de incitación y escuelas fanáticas. El fracaso económico, la injusticia y la grave crisis de fanáticos de identidad facilitados por el secuestro de las universidades y las pantallas y agarrando el derecho de hablar en nombre de las masas.

El desempleo, la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática fueron factores fundamentales de los movimientos de protesta de la llamada Primavera Árabe. Pero, ocho años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados no ven futuro debido al fracaso político y económico, sus vidas se han transformado en un infierno, solo disponen de dos opciones: quedarse o emigrar lejos de la guerra y la miseria. Los jóvenes necesitan tener esperanza, estabilidad y prosperidad. Nada es más poderoso que la esperanza de una vida mejor.

Transformar la derrota en victoria requiere tratar de solucionar los problemas reales. Para frenar la tragedia hay que proporcionar herramientas, un proyecto, alternativas para acomodar la enorme energía de la juventud. No se les puede decir “siéntate y permanece callado” o se les está empujando al bando equivocado. Es preciso usar esa energía para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.

La respuesta a los conflictos sangrientos que asolan varios países no son las soluciones militares que han demostrado su ineficacia. No se ganará esta guerra con bombas, liberando territorio y destruyendo ciudades. Porque la derrota de Dáesh no eliminará el nacimiento de un nuevo monstruo con otra marca o forma, y en otros lugares. La semilla venenosa volverá a crecer si no se trata de raíz la enfermedad.

Crónica Global, Pensamiento, Sábado,16/03/2019 

martes, 2 de abril de 2019

Argelia no es una excepción

Tras 57 años desde la independencia y 40 de bonanza petrolera, llegan a Argelia las reivindicaciones de libertad, progreso y justicia social. Hay un profundo deseo de cambio, euforia y dudas ante la propuesta del Ejercito del cese del presidente por incapacidad, de abrir un periodo de transición y organizar elecciones.

Dos periodos han marcado la historia reciente de Argelia. En 2011, para evitar una "primavera argelina", el gobierno pagó un alto precio en subsidios, aumentos salariales, puestos de trabajo públicos y la construcción de cientos de miles de viviendas sociales para jóvenes.  En el 2014, la caída del precio del petróleo redujo los ingresos a la mitad. Pero se compró tiempo para evitar lo inevitable.

El sistema ha logrado mantener la economía con las ganancias de los hidrocarburos, pero Argelia ha gastado en los últimos años 750.000 millones de dólares para calmar las iras sociales y no ha logrado sacar al país adelante. Petróleo y gas representan el 98% de las exportaciones, el 45% del PIB y el 65% de los ingresos. Argelia es el tercer proveedor de gas de Europa, el primero de España y el octavo mayor productor del mundo.

La evolución del mercado mundial de la energía y la tensión geopolítica obliga a Argelia a adaptar estrategias claras sin parches. La situación es preocupante. Aunque Argelia dispone de recursos, sufre por el excesivo peso del Estado, las subvenciones - que representan el 25% del PIB., y la excesiva dependencia de los hidrocarburos. Los jóvenes saben que se requiere un cambio estructural para aprovechar las oportunidades, la gran población, la ubicación geográfica y los reservas naturales que pueden resucitar la economía e incrementar el empleo.

El régimen puede desactivar las protestas acordando un candidato alternativo al Presidente Bouteflika. Pero, con el modelo actual, los problemas se mantendrán, porque la dependencia del sector petrolero no revierte las ganancias en una economía diversificada.

El mundo está cambiando.Las fronteras políticas y económicas están condicionadas por batallas geoestratégicas. Los futuros avances en el desarrollo dependen del buen gobierno y la mejora del conocimiento. Argelia tiene ambición pero requiere una estrategia para construir economías productivas e instituciones sólidas. El progreso económico depende de mejorar el clima social y desarrollar el sector privado. La clave es conciliar eficiencia económica y cohesión social.

Las medias concesiones no son el camino. La oleada de frustración no disminuirá sin modificaciones de fondo político y una respuesta eficaz a los problemas económicos. La población ha descubierto su fuerza, sabe que tendrá que mantener la presión si quiere alcanzar sus objetivos.

El cambio es lento pero ha empezado. No debe terminar en unas elecciones. La clave no es solo lograr el cambio democrático, sino garantizar su continuidad. Argelia necesita contar con todos los activos y actores para superar lo que probablemente será un período difícil.

El Periódico de Catalunya, Internacional, "Tensión en el Magreb" Pag.15, Martes, 2 de Abril de 2019

Edición Online:

lunes, 18 de febrero de 2019

De una primavera a un duro invierno

Ocho años desde el estallido de la ola de protesta o la llamada Primavera Árabe, y la economía no ha ido a ninguna parte entrando en un círculo vicioso. Solo cinco de los 22 países de Oriente Medio han registrado un crecimiento económico.

Desde 2011 hasta 2017,la región ha perdido 802.800 millones de dólares en actividad económica. Algunos países están al borde de la ruina económica y financiera, por las guerras y la inestabilidad política. Además, los riesgos geopolíticos surgen por el terrorismo y la insistencia de algunos gobernantes en no dejar sus sillas aunque esto cueste cientos de miles de vidas y millones de desplazados. 

El PIB de Argelia, Irán, Kuwait, Egipto y Sudán es menor ahora que en 2011. El conflicto ha arruinado las economías de Siria, Libia y Yemen. Las sanciones contra Irán y el precio del petróleo y la crisis en la región del Golfo han hecho más daño.

El desempleo fue uno de los factores fundamentales de los movimientos de protesta, junto con la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática. Pero, ocho años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno derivado del fracaso político y económico ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados se radicalicen o intenten emigrar lejos y huir de la guerra y la miseria. 

Con 40 millones de jóvenes desempleados, la mitad sin educación ni formación, la región tiene la mayor tasa de paro juvenil en el mundo: un 27,2%. El mayor desafío es crear empleo al mismo ritmo que crece la población. 

El progreso económico requiere un cambio político, pero la inestabilidad ha impactado en el crecimiento y el empleo. Se necesita crear economías inclusivas y empleo juvenil. Se requiere un enfoque dual en la creación de puestos de trabajo, incluido el autoempleo y adaptar los conocimientos al mercado laboral, liberar el camino para el sector privado, una mayor inversión pública en infraestructuras, en sanidad y educación.

Los árabes cuentan con todos los recursos para tener éxito: una población joven, una gran cantidad de fuentes de energía (petróleo, gas, energía solar), destinos turísticos impresionantes y una ubicación geográfica excepcional en la encrucijada de Europa, África y Asia.

Los jóvenes menores de 30 años son mayoría. Ellos representan el futuro y deben ser la prioridad de los gobiernos. Es necesario proporcionarles un proyecto alternativas para acomodar su enorme energía, para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.

Expansión, Opinión. Ed. Catalunya Pag.2, Jueves, 14 febrero 2019

lunes, 26 de marzo de 2018

Argelia, no aplazar lo inevitable

Uno de los periodos que seguramente marcaran la historia económica reciente de Argelia fue el conocido como la Primavera Árabe en 2011. Para evitar el contagio, el Gobierno argelino pagó un alto precio en subsidios, en aumentos salariales, en puestos de trabajo públicos y la construcción de cientos de miles de viviendas sociales para jóvenes. El otro periodo es en 2014 con la caída en picado del precio del petróleo​ que redujo los ingresos de Argelia a la mitad.

La conjugación del shock económico vinculada a la primavera árabe y la crisis del petróleo elevó el déficit presupuestario en un 15% del PIB, Argelia hipnotizada por el oro negro y dependiendo de su fluctuación en los mercados internacionales ha visto cómo sus arcas de reservas acumuladas en la década anterior se vacían. Pasaron de los 200.000 millones de dólares en 2014 a 100.000 millones del 2017. La evolución del mercado mundial de energía y la tensión geopolítica en sus fronteras obliga a Argelia a adaptar estrategias claras sin parches.

La situación es muy preocupante, Argelia dispone de reservas de divisas, de oro, fondos de estabilización, una alta tasa de ahorro interno que le permitiría aliviar el malestar,... pero no será suficiente. La economía argelina, pese a su potencial, tiene muchos problemas estructurales. El excesivo peso del Estado y la dependencia de los hidrocarburos son dos de estos problemas.

El gasto público se excede, las subvenciones representan el 25% del PIB, un tasa extravagante, se debe de tratar de contener esta sangría y aplicar más rigor.

Más allá del actual desajuste de capital entre los gastos y los ingresos del gobierno que refleja tanto la dependencia fiscal de los hidrocarburos como los mecanismos político-económicos de una economía rentista, el país debe enfrentarse a desafíos estructurales, como el desempleo masivo, el factor demográfico, con una tasa de fertilidad del 2,8, y la sostenibilidad del Estado social.

Argelia se encuentra en una encrucijada y solo el camino de las reformas puede garantizar una salida. Pero esto requiere una transformación completa de la economía, comenzando por el marco fiscal y los grandes grupos públicos, y la gobernanza. Una fase de aceleración del crecimiento solo puede lograrse con el aumento de la inversión privada, lo que es frenado con el actual sistema, y sobre todo apostar por la diversificación para alejarse de la dependencia de los hidrocarburos​ que representan el 70% de los ingresos del presupuesto, el 95% de las exportaciones y el 36% del PIB.

Argelia cuenta con todos los recursos humanos y materiales. El problema no solo es económico.

Las reservas actuales y el bajo nivel de endeudamiento dan una ventaja de tres o cuatro años para las reformas. Dispone de una fuerza laboral bien capacitada, energía a bajo costo y un gran mercado interno. Este es el momento de reformar. Y construir, y apostar por la iniciativa privada, dejar de estigmatizar a los inversores extranjeros, impulsar una economía productiva y diversificada, debe empezar a reformular los subsidios y reservar el dinero para los presupuestos de inversión.

El país magrebí ha impulsado desde 2005 varios planes para construir infraestructuras​ con más de 600.000 millones de dólares. Pero el resultado ha sido modesto y lejos de las expectativas por la lentitud de las reformas que han limitado la participación de los inversores extranjeros y privados.

Argelia, un importante proveedor de gas a Europa, tiene posibilidades para reposicionarse en el mercado mundial del gas mediante la explotación a su favor de su asociación y vecindad con la UE. Es el tercer proveedor de gas de Europa y el octavo mayor productor de gas del mundo, y España sigue siendo el primer cliente de Argelia y su cuarto proveedor con intercambios que superan los 15.000 millones de euros. El 50% del gas que consume España viene de Argelia. Unas 300 empresas españolas se han instalado en Argelia, muchas son multinacionales de sectores como la construcción y la obra pública y han ganado suculentos contratos.

En este mundo turbulento e incierto anunciando grandes trastornos geoestratégicos, las fronteras políticas y económicas en las futuras batallas por el desarrollo están condicionadas por el buen gobierno y la mejora del conocimiento. Argelia tiene la ambición pero requiere una estrategia del desarrollo y adaptarse a los cambios en el mundo. Pero será necesaria una visión de largo plazo para construir una economía productiva exitosa con instituciones sólidas. El progreso económico dependerá de la capacidad de mejorar el clima social, de atraer a los inversores y del desarrollo de una clase empresarial, especialmente las pymes. Conciliar la eficiencia económica y la cohesión social será clave.

Argelia tiene que moverse y no aplazar lo inevitable, contar con todos sus activos y actores para superar las dificultades y hacer su revolución económica para situarse entre las potencias emergentes.

Crónica Global.  Diario Digital. 19/03/2018. Artículo Opinión. Análisis Económico
https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/argelia-aplazar-inevitable_128264_102.html

lunes, 15 de enero de 2018

Túnez no está fuera de peligro

Otra revuelta social ha empezado en Túnez, la enésima desde la revolución del 14 de enero de 2011.Coincide con su séptimo aniversario y es una nueva prueba para el gobierno y especialmente para el Presidente Caid Essebsi. 

Túnez no ha conseguido cambiar la tendencia en los principales indicadores económicos deteriorados ni cumplir con las expectativas de la gente que se levantó cuando Mohamed Bouazizi se auto-inmoló por su dignidad.

La búsqueda del consenso y la negociación han permitido al país abrir los caminos para una transición hacia una democracia parlamentaria sin caer en el caos o la violencia. Pero las transiciones políticas son difíciles y requieren su tiempo. Este proceso necesita impulsar un plan de rescate económico para satisfacer las aspiraciones de los tunecinos, sobretodo los jóvenes desilusionados, reintegrarlos en la vida económica y política y mejorar la transparencia en la administración del Estado. 

El éxito económico es vital para el progreso político y su futuro. La economía de Túnez ha experimentado una fuerte desaceleración entrando en varios periodos de recesión debido a factores como las caídas de las inversiones y de las exportaciones, especialmente a la Unión Europea su principal socio comercial. También han caído la producción de sus sectores no manufactureros y los ingresos por turismo debido a los ataques terroristas, esto aumentó el paro y afectó a la recuperación. El turismo es la principal industria y aporta el 10% del PIB y 15% de empleos, de manera que el golpe a este sector daña la estabilidad política y económica. 

El alto desempleo Juvenil que provocó la revuelta y los casos de autoinmolación son una señal que muestra la profunda preocupación de la gente y los retos externos que llegan de sus fronteras con Libia y Argelia.

Ante la catastrófica situación económica, el gobierno ha adoptado medidas de austeridad, incluido un aumento de los impuestos, como el IVA de hasta 300% para algunos productos. Estas decisiones, con un alto coste de vida para la población, se tomaron para satisfacer los intereses de la deuda del país. Esta deuda contraída por las políticas del antiguo régimen de Ben Ali y que es una de las causas principales de la situación del país y su crisis, es rechazada por una mayoría de la población y ha motivado las manifestaciones. 

El aumento de la desigualdad es un fuente continua de malestar. Siete años después de la revolución, las regiones costeras siguen beneficiándose de mejores infraestructuras, y economías diversificadas, mientras que las comunidades del interior luchan con altos índices de pobreza, los niveles más bajos de educación y en algunos casos la dificultad de acceso a las necesidades básicas como el agua, la sanidad, las carreteras y la energía.

Túnez tiene los ingredientes para re-dinamizar su economía. Una fuerza de trabajo bien formada. Por su situación entre el Mediterráneo y el Sahara puede actuar como un enlace entre Europa y África. Apertura económica, turismo, energía y sol. Factores importantes para conseguir atraer la inversión. Pero tendrá que apostar por un sistema transparente y eliminar las redes de corrupción que nunca se fueron. También es preciso ofrecer garantías a la inversión extranjera dados los escasos recursos financieros nacionales y eliminar restricciones y trámites burocráticos. 

El modelo económico actual ha llevado a una baja inversión, baja productividad y bajo valor añadido. Hay una necesidad urgente de una reforma fundamental en todos los sectores de la economía, sobre todo nuevas leyes bancarias y de inversión son vitales. La economía ha experimentado una fuerte caída desde 2011, y sólo ha conseguido crecer un 3%, muy por debajo del 6,5% necesario para proporcionar puestos de trabajo y mejores niveles de vida.

Rescatar Túnez, la cuna de la primera revuelta árabe es consolidar su apuesta por la modernización, la educación, los derechos de la mujer, y el papel de los agentes sociales, y demostrar que es posible cambiar por las urnas sin caer en la trampa de un golpe militar, una  vuelta a la dictadura o el despotismo. Se ha dicho que Túnez es como una "Startup", invertir en ella significa reforzar la democracia, la paz y la seguridad y el desarrollo. Junto con la voluntad y el arduo trabajo de los tunecinos se conseguirá transformar el país. Pero es una carrera de largo recorrido y la ayuda internacional sobre todo de la UE y el sector privado serán claves. Túnez todavía no está fuera de peligro.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Daesh: La fruta desperdigada

Daesh: cayó el árbol, pero la fruta esta desperdigada

Empieza a bajar el telón, y el mal llamado estado Islámico o Daesh, va cayendo tras tres años de expansión de su terror, en los que ha usado diferentes formas de guerra, operaciones tradicionales, operaciones terroríficas y lobos solitarios, como pasó hace unos días en Nueva York. 

Daesh no llegó de otro planeta, Son los hijos de una situación deteriorada, los hijos de los viejos y los nuevos fracasos, los hijos de la cultura de divisiones. Daesh no nació del vacío, sino que vino a llenar la falta de liderazgo en países como Siria, Irak, Libia, Somalia o Afganistán. Estados que se desintegran, con comunidades desgarradas. Todo comenzó en Afganistán, cuando Estados Unidos combatió a la Unión Soviética utilizando a Binladen y los talibanes. Ahora la semilla ha crecido como un árbol del que caen los frutos y que volverá a crecer si no se trata de raíz la enfermedad. 

La escena estaba preparada para que surgiera el extremismo y se expandiera la violencia: Al Qaeda creada en el laboratorio afgano, falsas escusas para invadir Irak y Afganistán, años de políticas internacionales que pasan por alto las tiranías o la causa Palestina. Sobre todo, la oportunidad perdida al no apoyar la primavera árabe. El coste del terrible fracaso de los estados al intentar pertenecer a una nueva era. Estados en los que la población ha pasado de la esperanza a la desesperación. Se perpetúan décadas de incitación al odio, fracaso económico e injusticias. Los fanáticos agarran el derecho de hablar en nombre de la religión y las masas. 

Los extremistas han secuestrado las religiones y han creado un mundo lleno de problemas que se ve amenazada por los belicistas, los xenófobos y los racistas. Hay que reflexionar sobre porqué se perpetúan ciertos clichés y estereotipos y se etiqueta a las personas en función de raza, credo o condición social.

Estos grupos, se llamen como se llamen, están motivados por las mismas creencias. Sus acciones permiten que prospere la tiranía en sus países y la islamofobia en el mundo. Es triste ver cómo se alienta un principio de culpabilidad colectiva y como las sospechas y la desconfianza se hah convertido en un obstáculo para buscar soluciones.

Hay que luchar contra la narrativa de los extremistas y encontrar soluciones justas a los problemas culturales e ideológicos crónicos. Más allá de los mercaderes del miedo, del choque de civilizaciones, que cotizan en la bolsa del  odio, el fanatismo y la crisis de identidad. No se puede legitimar la tiranía que oprime en nombre de una religión o una patria. 

Transformar la derrota en victoria requiere tratar de raíz los problemas reales. La respuesta a los conflictos sangrientos que asolan a varios países no es una solución más violenta o militar, que ha demostrado su ineficacia. No se ganará esta guerra con bombas, liberando territorios y destruyendo ciudades. Porque la derrota de Daesh no eliminará el nacimiento de un nuevo monstruo con otras formas, y en otros lugares.

El Periódico de Catalunya, Opinión, Pag.4  Lunes, 6 Noviembre 2017

lunes, 16 de enero de 2017

Los jóvenes de una primavera frustrada

Decenas de miles de jóvenes decepcionados y sin empleo se han radicalizado y estan dispuestos a todo.

Con 40 millones de jóvenes desempleados, unos 27 millones sin educación ni formación, Oriente Próximo y el Magreb tienen la mayor tasa de paro de jóvenes en el mundo: un 27,2 %. Es un problema grave, que aumentará, porque la mitad de los 380 millones de habitantes de la región son menores de 25 años y la población puede llegar a los 700 millones en 2050.

El desempleo fue uno de los factores fundamentales de los movimientos de protesta de la llamada Primavera Árabe. Junto con la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática. Pero, casi seis años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados se radicalicen, se unan a organizaciones extremistas o intenten emigrar lejos de la guerra y la miseria. Debido al fracaso político y económico, sus vidas se han transformado en un infierno, no hay futuro, y solo por vivir están dispuestos a todo, incluso a asumir el riesgo de morir.

Para frenar la tragedia hay que proporcionar herramientas, un proyecto, alternativas para acomodar la enorme energía de la juventud. No se les puede decir: “siéntate y permanece callado” por que se les está empujando al bando equivocado. Es preciso usar esa fuerza para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.

Sólo el 49,2% de la población de la región participa en el mercado laboral, en comparación con el 63.5% a nivel mundial. Entre los graduados, el desempleo ha alcanzado niveles insostenibles. Entre las mujeres llega al 45%, y pese al logro educativo están excluidas. Aumentar su participación añadiría un 47% al PIB la próxima década. El mundo árabe debe crear 60 millones de nuevos puestos de trabajo para el año 2020 sólo para mantener las tasas de desempleo constantes.

El mayor desafío es crear empleo al mismo ritmo que el crecimiento de la población. La demografía puede ser un dividendo o un desafío, dependiendo del acierto.  
Desde 2010 hasta 2015, la región ha perdido 613.800 millones de dólares en actividad económica, casi el 6% del PIB. Algunos países árabes están al borde de la ruina económica y financiera por las guerras y la inestabilidad política. Además, los riesgos geopolíticos surgen por el terrorismo y la insistencia de algunos gobernantes en no dejar sus sillas aunque esto cueste cientos de miles de vidas  y millones de desplazados.

La oportunidad para la región se está escapando. Se necesita una acción seria para crear economías inclusivas y empleo juvenil. Se requiere un enfoque dual en la creación de puestos de trabajo, incluido el autoempleo, y adaptar los conocimientos al mercado laboral, liberar el camino para el sector privado, una mayor inversión pública en infraestructuras, en sanidad y educación.

Pese a este panorama, los jóvenes de la región necesitan tener esperanza y un deseo de estabilidad y prosperidad. Nada es más poderoso que la esperanza de una vida mejor.

El Periódico de Catalunya, Pag. 2 Opinión, Jueves, 12 enero 2017

lunes, 2 de noviembre de 2015

Túnez, Nobel para la paz


Economia Digital, Lunes, 26/10/2015
http://www.economiadigital.es/es/notices/2015/10/tunez-nobel-para-la-paz-78296.php


Túnez ha merecido el Nobel de paz 2015. Se ha premiado a un movimiento civil que representaba a todo un pueblo, al Cuarteto para el Diálogo Nacional formado por el sindicato UGTT, la patronal UTICA, la Liga de Derechos Humanos y la Orden de Abogados, que tuvieron una contribución decisiva en la edificación de una democracia plural. En un momento en que el proceso de democratización corría el peligro de hundirse, el Cuarteto actuó al unísono con su autoridad moral para proteger y alentar los progresos.

La búsqueda del consenso y la negociación han sido los caminos para una transición hacia una democracia parlamentaria, un paso en la dirección correcta. Las transiciones políticas son difíciles y esta era pacífica y mantiene un buen ritmo. Pero la creación de una cultura abierta y democrática de debate requiere su tiempo.

La democracia es un proceso continuo, es educación, formación y participación. El mejor camino al éxito es la disposición a respetar las garantías de los derechos humanos, políticos, económicos, sociales y culturales. El principio de la descentralización del poder de acuerdo con la voluntad popular y la legitimidad constitucional, y la aceptación de la diversidad  y el pensamiento plural. La clave no es solo lograr el cambio democrático, sino garantizar su continuidad.

Desde diciembre de 2011, lo que ocurrió fue una verdadera revolución, la del Jazmín, donde se unieron personas de todas las edades y procedencias. El ejército desempeñó un papel fundamental cuando optó por no proteger el Estado, y no disparar a los manifestantes.

Se celebraron elecciones que demostraron las ansias de cambio de los ciudadanos al acudir masivamente a votar. Se comprobó la reconciliación entre los componentes de la diversidad social y política, y cómo la identidad nacional se está convirtiendo en identidad democrática. Por eso su gente se enorgullece frente a los árabes, y el mundo ya no es el hijo ilegítimo del arabismo distorsionado, o la camuflada experiencia occidental.

Para un país que sale de más de medio siglo de dictaduras, de despotismo y de corrupción, celebrando elecciones ejemplares y con un gobierno de coalición, el resultado es saludable.

Muchos son los retos, El éxito económico será vital para el progreso político y su futuro. La economía ha experimentado una fuerte desaceleración, entrando en recesión el segundo trimestre debido a una serie de factores, como una caída de la inversión, las exportaciones y la producción de sus sectores no manufactureros y una fuerte caída de ingresos por turismo de un 59,6 % debido a los ataques terroristas. Esto aumentará la tasa de desempleo del 15% y afectará a la recuperación. El turismo es su principal industria. Aporta el 10% del PIB y 15% de empleos de manera que el golpe a este sector daña a la estabilidad política y económica.

El alto desempleo juvenil que provocó la revuelta. Los casos de autoinmolación es una señal que muestra la profunda preocupación de la gente y los retos externos que llegan de sus fronteras. Desde Libia y Argelia.

Una vez asentado en la conciencia colectiva, que el sistema totalitario basado en un único partido, en la abolición de las libertades y la marginación de la sociedad civil ha caído, ojala para siempre, Túnez se ha abierto a una revolución de libertad, en una transición de la tiranía a la democracia.

Por ello, el país del Jazmín se enfrenta a los desafíos que representa la democratización, y los cambios en los ámbitos de la política, la economía y la seguridad. El premio Nobel es importante y oportuno porque resalta lo conseguido. Anima a salvaguardar los resultados positivos y ofrece apoyo moral para seguir en el camino del dialogo en libertad y democracia.

El apoyo de la UE y EEUU será fundamental para impulsar un cambio capaz de apoyar el crecimiento y la estabilidad, sobre todo en el sector privado. Túnez se ha convertido en un símbolo para el resto de los pueblos árabes, y un ejemplo para otros pueblos del mundo.

Como se ha visto en otros países vecinos, la guerra no sirve el interés del pueblo. Y privar a la gente de democracia y de derechos fundamentales crea refugiados, y no ciudadanos deseosos de respaldar a su propio país y de hacer avanzar el progreso. Invertir en democracia, paz y seguridad debe ser la única opción, porque Túnez todavía no está fuera de peligro.

martes, 24 de marzo de 2015

El fuego libio

Las llamas del fuego Libio están cruzando sus fronteras. Será difícil para Europa y el norte de África vivir mucho tiempo con esto. Estamos en el borde de una primitiva guerra civil tribal en la que intervienen organizaciones extremistas sofisticadas.

Con dos parlamentos, dos gobiernos, dos ejércitos, dos visiones opuestas, Libia es un país desgarrado por episodios de la lucha por el poder entre muy diversas facciones y milicias, o entre regiones y tribus, alimentada por la polarización regional. Sin una urgente cooperación regional e internacional, y sobre todo entre Egipto, Arabia Saudí, Argelia, Qatar, EEUU y Europa, es probable que se llegue a la desintegración y el colapso. Es imprescindible el consenso, no solo para evitar una despiadada guerra civil, en la puerta sur de Europa, sino para luchar contra las organizaciones extremistas como Daesh que asesinó a 21 egipcios, en una escena macabra, una señal inequívoca de alarma y del peligro de la propagación de la crisis a sus vecinos. Un nuevo frente se ha abierto en el Mediterráneo.

No es extraño que Libia sea insegura y caótica. Debe reanudar su historia, interrumpida por Gadafi, que dejó tras de sí su legado. Un régimen totalitario que durante cuatro décadas dejó el país desprovisto de cualquier funcionamiento de instituciones de Estado. De ahí la lucha y el despertar de las identidades. Libia es una nación profundamente dividida. Sus identidades étnicas son complejas, con más de 140 grupos tribales y tres principales regiones enfrentadas: Cirenaica en el este, Tripolitana en el oeste y Fezzan en el sur. Además, la fuerzas que participaron en el derrocamiento del régimen tienen ideologías enfrentadas, desde la visión de futuro ultraliberal hasta el fundamentalismo extremo.

Sobre el terreno, la situación es impredecible. Unos 231.000 milicianos deambulan por calles y desiertos imponiendo su ley. Es preciso desarmarlos o integrarlos en un nuevo Ejército, la policía u otras instituciones legitimas. Los retos son enormes para establecer un sistema democrático. Restaurar el orden y la unificación pasarán por impulsar el crecimiento, recuperar el sector de la energía (clave en la economía), rescatar los 700.000 millones de activos estimados repartidos por 45 países e iniciar la reconstrucción.

Los libios deben hallar ahora la manera de consensuar y definir un nuevo sistema coherente, por encima de las identidades y las luchas ancestrales. Un marco equilibrado que debería tratar de unir el este y el oeste, es decir Trípoli y Bengasi, y que creara una identidad nacional y estructuras representativas donde se encuentren cómodas las diversas partes del país. Aunque el federalismo es temido y podría conducir a la ruptura. A Libia se le amontonan los problemas, y necesita apoyo internacional para atajar la violencia desenfrenada, restaurar la seguridad y disolver las milicias, y ante todo, es prioridad para la vecina Europa por tres razones de peso: el petróleo, el terror extremista y la inmigración.

El momento es crítico antes de que el fuego se extienda. Egipto y Argelia, los dos importantes Estados árabes fronterizos, deben jugar un rol para impulsar una reconciliación nacional y ayudar en la lucha contra las corrientes extremistas. Ahora existe un adversario común.

Y la UE debe decidir su papel en el ámbito internacional y los intereses de Europa. Puede posicionarse como un jugador, o ser un mero socio financiero o un apéndice de otras potencias. Europa es el vecino y aliado natural de esta región, además de intervenir por razones históricas, geográficas, económicas y debe apoyar las aspiraciones de democracia y libertad. La fuerte interdependencia y los múltiples canales de transmisión son evidentes, no implicarse será peligroso y el coste demasiado elevado.

La intervención militar de la OTAN en el 2011 no logró impulsar una transición hacia una democracia inclusiva. Cualquier acción presente o futura, debe formar parte de un plan coherente y de enfoque global, que tenga en cuenta las aspiraciones legítimos de todos los libios, la única solución racional al conflicto, De lo contrario, el enfrentamiento seguirá y su radiación se extenderá con más muertes y tragedias.

El levantamiento en Libia fue por la cuestión de la libertad, no solo por el dinero del petróleo. La pregunta es si se puede llegar a un Estado democrático financiado por las exportaciones de petróleo y que distribuya esa riqueza entre sus ciudadanos. La respuesta por experiencias de otros países parecidos es negativa. Los libios han demostrado que están dispuestos a sacrificar lo más valioso, su vida, con el fin de obtener su libertad y decidir su destino Ya es la hora que disfruten pacíficamente de esta libertad y de una vida digna.

El Periódico de catalunya, Opinión, Pag. 8, Jueves, 19 de Marzo de 2015

lunes, 26 de enero de 2015

Túnez como "Startup"


21/01/2015 Economia Digital

http://www.economiadigital.es/es/notices/2015/01/-tunez-como-startup-65092.php


Terminado un proceso de cambios trascendentales, Túnez estrena democracia y las nuevas autoridades elegidas por las urnas deben intentar cambiar la tendencia de todos los principales indicadores económicos deteriorados. Y, sobre todo, cumplir con las expectativas de la gente que en diciembre de 2010 se levantó cuando Mohamed Bouazizi se autoinmoló por su dignidad.

La economía ha experimentado una fuerte desaceleración desde 2011. La producción de Túnez representa un 12% del PIB del Magreb. Los sectores que componen el PIB son servicios (40%), industria (32%), otros (20%) y agricultura y pesca (8%), siendo el turismo su primera industria.

El crecimiento económico se desplomó después de la revolución y sólo ha conseguido crecer un 3%. Muy por debajo de las tasas necesarias para proporcionar puestos de trabajo para la creciente población. El turismo, que aporta el 7% del PIB y es una fuente vital de ingresos en divisas y puestos de trabajo, ha sufrido mucho. El gobierno tiene un déficit del 6,7% y la deuda alcanzó el 50,9% del PIB en 2014.

Su principal socio comercial es Europa. Representa el 67,2 % de las importaciones y el 74,5 % de sus exportaciones. Pero la demanda se ha reducido por la crisis en la zona euro. Túnez tiene la fuerza y los ingredientes para redinamizar su economía. Una fuerza de trabajo bien formada, situada entre el Mediterráneo y el Sahara, que actúa como un enlace de negocios para Europa y África. La apertura económica, el turismo, la energía en base a fuertes vientos y sol, que son factores importantes para conseguir atraer la inversión. Pero tendrá que apostar por un sistema que protege a la economía y que dé garantías a los inversores eliminando restricciones y trámites burocráticos, todo ello muy relacionado con la anterior etapa marcada por la corrupción.

El modelo económico roto actual ha llevado a una baja inversión, una baja productividad y un bajo valor añadido. Hay una necesidad urgente de una reforma fundamental en todos los sectores de la economía.

La inversión extranjera podría proporcionar un impulso necesario. Para Túnez, a diferencia de sus vecinos ricos, sus recursos financieros son escasos. Si consigue atraer nuevas inversiones tendrá que asegurarse que los beneficios y la prosperidad llegue a todos los tunecinos sin importar donde vivan.
El nuevo gobierno tiene que actuar con urgencia para reintegrar a los jóvenes desilusionados en la vida económica y política. Si falla, el riesgo de un retorno a la agitación popular es muy alto.

En Túnez se escribe un nuevo capítulo. El espíritu empresarial podría ser el vehículo para la innovación. Pero eso requiere un cambio de mentalidad en el sector público de no absorber a todos los parados, y se debe animar y facilitar que los jóvenes puedan crear sus propias empresas.

Poner de nuevo en marcha la economía determinará el éxito o el fracaso del nuevo gobierno. Pero se necesita estabilidad , seguridad; una recuperación económica y un desarrollo más equilibrado. Para lograr la estabilidad y comenzar a aliviar económicamente la gente el nuevo gobierno debe trabajar con el sector privado.

Túnez ha rescatado su primavera. La cuna de la primera revuelta árabe también podría ser el modelo por su modernización, su apuesta por la educación, los derechos de la mujer, la expansión de la clase media, y el papel de los sindicatos.

El anterior primer ministro tunecino dijo que invertir en Túnez como sartup, significa invertir en la democracia, la paz y la seguridad. Seguro que es así y que la voluntad y el arduo trabajo de los tunecinos conseguirán un milagro económico y transformarán el país en un modelo. Pero la carrera no ha hecho más que comenzar.

jueves, 2 de octubre de 2014

No frustremos a los jóvenes






Miércoles, 30 septiembre 2014
http://www.economiadigital.es/es/notices/2014/09/no_frustremos_a_los_jovenes_59879.php


La región mediterránea sufre una de las mayores tasas de desempleo entre la población joven y formada del mundo. De sus 450 millones de habitantes, el 45% son menores de 21 años. La región requiere 100 millones de nuevos empleos para el 2020.

El 50% de los jóvenes está en paro en España; el 41% en Grecia e Italia; el 36% en Portugal; el 35% en Egipto; el 30% en Jordania; el 28% en Túnez, etc.. A muchos jóvenes formados sólo les queda una salida difícil ante un futuro sin trabajo en su país: emigrar. 

Forman la llamada generación de refugiados económicos. Esta fuga de cerebros podría tener graves consecuencias para estos países. Será muy difícil construir una sociedad y crecer sin contar con ellos, sin las mentes jóvenes y brillantes.

Estos jóvenes salen de las universidades o las escuelas. Comparten la realidad de la desesperación y el deseo. No están motivados por un líder inspirador o espiritual. Las redes sociales facilitan las citas y el espacio abierto les protege de las prácticas que algunos regímenes utilizaron para silenciarles.

No se puede comprar el tiempo y los gobiernos incapaces de proporcionar empleo a su población joven e inquieta, no pueden escapar de la agitación política y social. Se deben proporcionar incentivos suficientes para priorizar el empleo. 

Es difícil para los jóvenes licenciados y formados sentirse respetados y dignos cuando viven con sus padres y son incapaces de independizarse o mantenerse por sí mismos, debido a la falta de oportunidades de empleo en sus entornos. Los problemas económicos causan frustración en la vida personal y en la trayectoria de crecimiento. El período de estancamiento prolongado de estos jóvenes después de su graduación está paralizando la cohesión social.

Para muchos jóvenes, el sueño de mejorar o superar lo que sus padres han disfrutado ya no es más que una pesadilla. La desesperación está aumentando y crece el número de jóvenes que asumen posiciones o ideologías extremas de todos los colores que les prometen que tendrán un futuro mejor.

Han pasado más de un tres años desde que Mohamed Bouazizi, un joven de 26 años de edad, licenciado universitario, pero vendedor ambulante de Túnez, provocó el inicio de lo que se conoce como la Primavera Árabe. Fue el último acto de un joven abatido cuyos esfuerzos por ganarse la vida se vieron frustrados. Decidió quitarse la vida, prenderse fuego, en una plaza pública para que todos conocieran su protesta y desesperación.

Nadie podría haber imaginado que este acto desesperado, uno más, desataría un levantamiento popular en Túnez, que rápidamente se extendió por toda la región, alcanzando a muchos países. 

Los jóvenes están en el centro de todo. Constituyen el eje del desarrollo socioeconómico de un país. Sin ellos no hay ni crecimiento ni expansión. El principal reto ahora es la obtención/creación de empleo para los jóvenes durante la década actual y la siguiente. Es la consecuencia de un aumento importante demográfico, la incapacidad de muchas economías para absorber un gran número de solicitantes de nuevos empleos y la creciente competencia internacional. 

Los jóvenes tienen tres veces más dificultades para conseguir un trabajo. Los gobiernos deben asumir su responsabilidad y prever un entorno propicio para los negocios, la inversión y el desarrollo. Deben ampliar los ámbitos de la educación y la relación con el mercado laboral. 

Los jóvenes exigen que no se frustren sus esperanzas, que el título universitario no sea sólo una tarjeta del club de los parados, que un trabajo digno no sea un sueño inalcanzable, que las cosas cambien. No están dispuestos a perder su presente y menos su futuro y reclaman ser socios de las decisiones que afectan a sus vidas.

Cada generación necesita una nueva revolución, pronosticó Thomas Jefferson. Hace falta un cambio de mentalidad. Debemos pasar del trabajo público para toda la vida y del dinero fácil, a la acción proactiva, el espíritu emprendedor, el autoempleo, las Pymes. 

La sociedad debe aprovechar su creatividad y el potencial de sus jóvenes, les debe dar el apoyo, la oportunidad y la libertad para hacer su contribución. No hay que matar al genio y a la innovación, sino dar valor a sus ideas, alimentar su esfuerzo, talento y la confianza en sí mismos para buscar de forma natural un trabajo. Se necesita una nueva revolución en el empleo juvenil. Es el momento de las intervenciones inteligentes para aliviar el desafío. El cambio es inevitable y será enriquecedor si abarca a los jóvenes. 

En su mensaje a los jóvenes, Andrés Bello les animaba: "aprended a juzgar por vosotros mismos: aspirad a la independencia del pensamiento", para ser individuos, para ser ciudadanos, para ser hombres libres, por encima de la voluntad de cualquier otro, por encima de la voluntad de los gobiernos jamás superior a la autoridad de la nación, al mandato de la Ley y a la soberanía del pueblo. 

Si buscamos la transformación cualitativa de nuestras sociedades, tenemos que luchar contra las actitudes negativas que frustran a los jóvenes. Los jóvenes no sólo son el futuro de mañana. Son los líderes, empresarios, trabajadores y solucionadores de problemas de hoy.



También publicado/difundido  en atalayar
http://www.atalayar.com/blog/no-frustremos-los-j%C3%B3venes

jueves, 29 de agosto de 2013

El riesgo de que se extienda el incendio

La decisión de intervenir militarmente para evacuar las plazas ocupadas por militantes del movimiento islamista en Egipto fue tomada sin una evaluación adecuada de las consecuencias y el impacto tanto nacional como regional e internacional. Las imágenes de cadáveres amontonados agravan el incendio, y la declaración del estado de emergencia no parece que pueda evitar que el país caiga en un baño de sangre o en una guerra civil abierta. En todo caso, la situación amenaza lo que queda del periodo de transición y perjudica gravemente la imagen de Egipto en el exterior.

La escena actual es de miedo, pero lo aterrador es que el país que se rebeló contra la tiranía está amenazado por otra de diferente índole. Lo que está ocurriendo desde principios de julio en Egipto no es solo que ha habido un golpe militar y un partido reclama la vuelta de un presidente destituido en ese golpe, sino una nueva expresión de una lucha por el poder que comenzó en 1952 entre una sucesión de gobiernos autoritarios y el movimiento islamista, lucha en la que los movimientos civiles que impulsaron las revueltas de hace dos años han quedado atrapados entre la autocracia, la teocracia y el radicalismo.

Egipto y toda la región aguantan la respiración esperando que ambos bandos dejen el duelo y se sienten a negociar. Este fuego amenaza con extenderse fuera de las fronteras y podría afectar a toda la región e impactar en la economía internacional, sea por un posible cierre del canal de Suez por actos violentos o por un incremento del precio del petróleo.

Egipto es el mayor país árabe y el más poblado, es la referencia para el cambio en Oriente Próximo. La pérdida del poder por los Hermanos Musulmanes no solo afecta a este grupo, sino que también pierden Hamás en Gaza y los partidos hermanados en Jordania, Túnez, Marruecos, Siria y otros países. La idea de una primavera que integre a los islamistas y siga la referencia del modelo turco puede llegar a perder validez.

El éxito de los militares en Egipto significaría la vuelta a la tiranía o a un mubarakismo sin Mubarak, y a la vez animaría a otros regímenes de signo militar de la región a seguir el camino de represión. Si avanzasen las llamas que los extremistas intentan encender entre los componentes de la población egipcia por razón de pertenencia religiosa, podrían afectar a toda la región. Y se abriría una fosa entre religiones y sectas.

Para la estabilidad de Egipto y de toda la región, el éxito de un modelo democrático sigue siendo la mejor solución para la crisis, y a ese modelo debe llegarse a través de acuerdos políticos en los que participen todos en un entorno pacífico. La exclusión de los Hermanos Musulmanes y su amplia base popular dará lugar a la aparición de una generación de islamistas radicales dentro y fuera de Egipto, porque estos sectores han perdido la confianza en el cambio democrático pacífico.

Todo lo que sucede en Egipto afecta a todos los árabes y a toda la región de Oriente Próximo. La continuación del proceso de construcción democrática debe llevarse a cabo con realismo político, lejos del pesimismo o el optimismo.

El Periodico de Catalunya, Análisis, Pag.13, Sabado 17 agosto 2013

viernes, 5 de abril de 2013

"Primavera Árabe": Riesgo de invierno


La revolución sin liderazgo puede hacer caer un régimen opresor, pero no crea un Estado. Sin un sistema no se puede asegurar el desarrollo, y quien crea que unos partidos y facciones rivales obsesionados por el poder puedan alcanzar los objetivos de una revolución en meses se equivoca. La democracia implica mucho más que elecciones y urnas.

La primavera árabe ha abierto numerosas puertas: cambios en la estructura política al liberarse de las tiranías y nuevas dinámicas entre sociedad civil y poder, pero el factor principal, que hasta el momento no sabemos cómo evolucionará, es la economía.

El desafío radica en cómo gestionar la próxima etapa. Desarrollar nuevas herramientas para hacer frente a diferentes demandas: cómo enfrentarse al paro y el sufrimiento de la mitad de los jóvenes; cómo luchar contra la corrupción, que consume un tercio del PIB árabe. O la pobreza extrema, que aqueja a casi la mitad de la población. Sin olvidar una burocracia obsoleta y enquistada que asfixia las iniciativas creativas.

La zona está llena de contradicciones, con una población de 400 millones de personas, el 60% de las reservas mundiales de petróleo, el 40% de las de gas y el 40% de fondos soberanos, con unos activos de dos billones de dólares que aumentan en 200.000 millones al año. Sin embargo, el 23% de la población vive con 1,3 euros al día. Y el crecimiento demográfico es del 2,2%.

Por encima del debate sobre si los partidos islamistas en el poder van a prohibir la cerveza y los biquinis, donde se juegan la credibilidad es en la economía. La situación en Egipto, Túnez, Libia o Yemen se ha deteriorado y el tiempo es un lujo que no se dispone. Los gobiernos tendrán que ofrecer soluciones y asumir retos como la gobernanza, la creación de empleo y la evaluación de los costos de los subsidios. Una tarea difícil.

El empleo tendrá que ser una prioridad. Una de las razones que empujaron a la juventud a echarse a la calle fue la incapacidad de los gobiernos para conseguir un empleo decente. La tasa de población joven activa es la más baja del mundo, un 35%, en comparación con el promedio mundial del 52%. Mientras, la corrupción ha costado en los últimos 30 años a los países de la primavera árabe 300.000 millones de dólares. Una suma que habría aumentado los ingresos per cápita, reforzado la lucha contra la pobreza y permitido la autosuficiencia en alimentos y agua.

A medida que los levantamientos árabes se han desarrollado, la necesidad de reformas económicas se ha vuelto más urgente y ha demostrado la estrecha relación entre democracia y crecimiento. Entre las lecciones aprendidas destaca que lo primero que vemos es que la estabilidad y el crecimiento a largo plazo dependen de un sistema democrático, una buena gobernanza y la participación de la sociedad civil. La teoría de que un régimen déspota puede mantener mejor el crecimiento no es válida.

Además, en todos los países de la zona la tasa de crecimiento económico ha registrado un promedio del 1% anual en los últimos 30 años. Las grandes oportunidades se han limitado a muy pocos afortunados empresarios, lo que demuestra la urgencia de desarrollar el sector privado. Ahora sabemos que los índices macroeconómicos han escondido el gran problema de la desigualdad, que llevó a la inestabilidad política y que a su vez conduce a los problemas estructurales. No es solo la situación financiera o fiscal, sino el efecto de la distribución de la riqueza.

El sector privado, y en especial las pymes, debe participar en la construcción del futuro e implicarse como complemento del sector público. Para proporcionar una red de protección para la economía, los empresarios son actores claves creadores de riqueza y empleo, y además tienen un importante papel para impulsar la renta nacional, reducir las dependencias y aumentar las exportaciones. También serán un factor clave para la construcción de una sociedad basada en la igualdad de oportunidades que asegure la participación de las mujeres.

Dos años después, la falta de credibilidad debe ser abordada con urgencia. Las luchas políticas internas son inevitables, pero duran demasiado. Los nuevos gobiernos tienen la oportunidad de cambiar las políticas económicas en favor de las personas, la revolución política debe entregar el testigo a una economía que favorezca la competitividad, la educación, combata la corrupción, promueva la transparencia y rompa las barreras sociales y financieras para la actividad empresarial.

La primavera no es un día, sino un tiempo donde puede haber tormentas. Pero ha de significar para los pueblos un beneficio real que mejore su calidad de vida y les dé oportunidades de futuro. Si no, la frustración la transformará en un duro invierno.

El Periódico de Catalunya, Pag.8, Opinión, Lunes, 1 abril del 2013

lunes, 31 de diciembre de 2012

Siria, la tragedia de un pueblo


La solución política en Siria aún es posible, dice Lakhdar Brahami. El mediador internacional está obligado a dejar una ventana abierta  a la esperanza. Si no, debería renunciarse al intento de la diplomacia para poner fin a un conflicto en el que todo el mundo sabe que, tras 20 meses de lucha, la solución política es más difícil que la opción militar. La guerra corre más que todas las ideas que pueden contribuir a la libertad y la dignidad. Nada puede justificar esta crueldad ilimitada que no se sabe cómo va a terminar. Ni, si al final cae el régimen, cómo habrán afectado las matanzas y los bombardeos a la convivencia en el país. El camino de vuelta a la razón se ha vuelto muy difícil.

De todos los levantamientos que han afectado al mundo árabe desde el 2011, el de Siria es el más incendiario. Será difícil convivir mucho tiempo con este conflicto. Nadie puede aceptar esas espantosas imágenes de cuerpos de niños en las calles, funerales, cadáveres masacrados, casas quemadas, crímenes masivos. Hay mucha similitud con la extinta Yugoslavia, y las escenas pueden empujar al mundo a la intervención militar.  A muchos les preocupa la posibilidad de un largo periodo de caos sangriento -el arsenal químico podría caer en manos no deseadas- con oleadas de refugiados y el contagio de los conflictos sectarios.

En el conflicto se están utilizando tanques, artillería, helicópteros y aviones de combate, se están reduciendo a ruinas barrios enteros y se están causando miles de víctimas civiles. El despliegue masivo de poderío militar es la opción natural del régimen, lo que refleja el cálculo de que incluso una lucha a muerte es preferible a la incertidumbre de la negociación de algún tipo de amnistía. Toda concesión sería entendida como un signo de debilidad que el régimen no querrá mostrar. La situación actual es también el resultado de oportunidades perdidas. Cuando Asad hijo llegó al poder, hace una década, se inició ya la primavera de Damasco con la demanda de frenar el control de la vida de las personas por el partido y los servicios de seguridad.

Asistimos a una despiadada guerra interna. Y están en juego una confrontación regional de una beligerancia sin precedentes, una prueba de fuerza entre las grandes potencias tras la retirada de Irak, y muchos capítulos de la primavera árabe, especialmente en Libia. El país se encuentra en la región más volátil del planeta. Su historia y su política están entrelazadas con las de sus vecinos. El cambio en Siria será, si llega, mucho más importante que lo que representó derrocar al régimen de Sadam Husein. El colapso del régimen debilitaría a Irán. Siria es la piedra angular de su sueño de potencia regional que se extiende hasta el Mediterráneo y puede impactar en su propio territorio, en su programa nuclear, después de una década ganando cartas en Irak, el Líbano y Afganistán, y miles de millones invertidos. Jordania también se mueve al ritmo del reloj de Siria a pesar de sus problemas internos. El Líbano está temblando ante lo que pasa en Damasco. Turquía no puede ignorar las posiciones iranís y rusas, ni puede tolerar una larga guerra civil y regional en sus fronteras.

El caso sirio afectará también al conflicto palestino-israelí y al conflicto sunís-chiís, e impactará en la frágil situación iraquí. Es decir, se está convirtiendo en una gran batalla. Sin olvidar la posición de Israel, que ocupa los altos del Golán y mantiene una ambigüedad calculada desde que empezó la revuelta.

La situación internacional no es la que era, el equilibrio de poder ha cambiado. Tal vez estemos en una etapa previa a una revuelta a la guerra fría y a los bloques: los viejos capitalistas (América y Europa) y los nuevos (Rusia y China). Tras las experiencias en Irak y Afganistán, EEUU y Occidente observan y evitan apoyar una intervención militar en plena crisis económica. Rusia está decidida a apoyar al régimen sirio y no se sabe el precio que quiere para aflojar la mano. Pero lo que está claro es que su apoyo prolongará el conflicto pero no lo resolverá. Y la cuestión es: ¿cuántos sirios tienen que morir y cuántas ciudades deben ser destruidas para mover la conciencia internacional y poner fin a esta sangría?

El resultado de la lucha que se libra dependerá en gran medida del nivel de desgaste sufrido por ambos bandos. Más allá de eso, es difícil evaluar la futura configuración de Siria. Se teme un mayor riesgo del extremismo y persiste el peligro de la desintegración del país, lo que seria desolador para los sirios que luchan por valentía por una sociedad democrática y no sectaria.

Abraham Lincoln decia: "Ningún hombre es lo bastante bueno como para gobernar a otros sin su consentimiento". Y lo que está claro es que la mayoría de los sirios quieren el cambio. Pero de momento no parece que esta tragedia esté tocando a su fin.

El periódico de Catalunya, Opinión, viernes, 21 de diciembre de 2012

martes, 25 de septiembre de 2012

Inocencia o deliberación



Coincidiendo con el triste aniversario del 11-S del 2001, y de manera sospechosa, circula en internet una versión en árabe del tráiler de una película que los musulmanes consideraran blasfema. Los promotores y financiadores del filme ultra en EEUU sabían que provocarían reacciones airadas, incluso violentas de Al Qaeda y grupos afines. El saldo de momento es de una docena de personas muertas, entre ellas el embajador de EEUU en Libia, en diferentes países. No es el primer acto de este índole: en el 2010 el pastor norteamericano Jones ya consiguió notoriedad con su intento de quemar el Corán. Pero es la primera vez que los países de la primavera árabe deben enfrentarse a este desafío.

UNA PRIMAVERA árabe entre la transición pacífica y la destrucción sangrienta, A pesar del triunfo de las opciones de cambio en estos países, presenciamos un choque entre el impulso contundente del cambio y las tradiciones de gobiernos autoritarios y de sus aliados internacionales, que intentan permanecer. Es obvio que en poco tiempo no se iba a eliminar un legado de seis décadas. No hay soluciones milagrosas ni rápidas a los problemas que se han acumulado y agravado.

Además, como en todas las sociedades, la marginación, los sentimientos de agravio y el paro facilitan el mensaje de los extremistas, radicalizan a una parte de la población y atraen a miles de jóvenes sin futuro. Pero una incendiaria película no debe conseguir que los elementos marginales puedan cambiar la trayectoria y los objetivos de las revoluciones. Por supuesto que existen grupos minoritarios y extremistas que intentan sacar provecho de revueltas y películas, y pescar en el río revuelto. Los partidos políticos y especialmente los islamistas que están en el poder tienen una gran responsabilidad. Deben aclarar su posición: apostando por esta nueva democracia que constituye la base de un sistema nuevo y prometedor marcando distancias con las tiranías y sus distintas formas autoritarias y patriarcales.

Apostar también para seguir siendo parte de la amplia coalición política que puso en marcha la revolución o intentarán secuestrarla. Una vez asentado en la conciencia colectiva que el sistema totalitario basado en la abolición de las libertades y la marginación de la sociedad civil ha caído, se abre un proceso de libertad en una transición de la tiranía a la democracia. Hay que enfrentarse a los desafíos que representa la democratización.

La democracia es un proceso continuo, no es suficiente derrocar a los tiranos, se necesita una revolución cultural, formación y participación y sobre todo crear instituciones que permitan asegurar la estabilidad y la alternancia. El mejor camino al éxito es la disposición de respetar las garantías de los derechos humanos, políticos, económicos, sociales y culturales. El principio de la descentralización del poder de acuerdo con la voluntad popular y la legitimidad constitucional, y la aceptación de la diversidad y el pensamiento plural. Estas son las herramientas para alcanzar este objetivo. Muchos de los perjudicados por el proceso de cambio se apresuran a certificar el fin de esta primavera y promueven la teoría de que es mejor un régimen represivo para los intereses occidentales ya que la alternativa sería el extremismo. ¿Ya no se recuerda que los dictadores, Mubarak, Ben Alí o Gadafi utilizaron su poder para provocar pobreza y marginación, perpetuarse y proporcionar argumentos a los grupos extremistas?

Al Qaeda ha formado parte del orden árabe antiguo, y el colapso de este sistema también la ha afectado. La muerte de sus máximos dirigentes es un indicador. Los millones de jóvenes que se han levantado por unos derechos básicos como la dignidad y la libertad protestarán por estas películas, pero no será tan fácil manipularlos. Cualesquiera que sean los factores absurdos, el abuso, el odio, la incitación gratuita o las agendas secretas detrás de esos actos, ocurren en un marco legal. Los promotores deberán rendir cuentas judiciales, no delante de los muros de las embajadas quemadas o saqueadas. Aunque la mayor parte de la legislación de EEUU carece de normas especiales para proteger los sentimientos de los musulmanes, como pasa con el antisemitismo o el racismo, seguramente por una serie de razones históricas y culturales y por la ausencia de grupos de presión musulmanes.

ES UN MOMENTO histórico. Las revueltas y la caída de los dictadores pueden constituir una esperanza y ser el principio del fin del terrorismo si se combaten las causas que lo han alimentado. La clave está en apostar por el cambio hacia una sociedad en libertad y que Occidente respete las opciones y decisiones soberanas, participando activamente en una solución justa para Palestina, y cerrando las heridas en Afganistán. Apostando por la democracia que esta larga primavera podría representar después de un largo y duro letargo. 

El Periódico de Catalunya, Opinión. Pag.8, Martes, 18 de septiembre de 2012