21/01/2015 Economia Digital
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Terminado un proceso de cambios trascendentales, Túnez estrena democracia y las nuevas autoridades elegidas por las urnas deben intentar cambiar la tendencia de todos los principales indicadores económicos deteriorados. Y, sobre todo, cumplir con las expectativas de la gente que en diciembre de 2010 se levantó cuando Mohamed Bouazizi se autoinmoló por su dignidad.
La economía ha experimentado una fuerte desaceleración desde 2011. La producción de Túnez representa un 12% del PIB del Magreb. Los sectores que componen el PIB son servicios (40%), industria (32%), otros (20%) y agricultura y pesca (8%), siendo el turismo su primera industria.
El crecimiento económico se desplomó después de la revolución y sólo ha conseguido crecer un 3%. Muy por debajo de las tasas necesarias para proporcionar puestos de trabajo para la creciente población. El turismo, que aporta el 7% del PIB y es una fuente vital de ingresos en divisas y puestos de trabajo, ha sufrido mucho. El gobierno tiene un déficit del 6,7% y la deuda alcanzó el 50,9% del PIB en 2014.
Su principal socio comercial es Europa. Representa el 67,2 % de las importaciones y el 74,5 % de sus exportaciones. Pero la demanda se ha reducido por la crisis en la zona euro. Túnez tiene la fuerza y los ingredientes para redinamizar su economía. Una fuerza de trabajo bien formada, situada entre el Mediterráneo y el Sahara, que actúa como un enlace de negocios para Europa y África. La apertura económica, el turismo, la energía en base a fuertes vientos y sol, que son factores importantes para conseguir atraer la inversión. Pero tendrá que apostar por un sistema que protege a la economía y que dé garantías a los inversores eliminando restricciones y trámites burocráticos, todo ello muy relacionado con la anterior etapa marcada por la corrupción.
El modelo económico roto actual ha llevado a una baja inversión, una baja productividad y un bajo valor añadido. Hay una necesidad urgente de una reforma fundamental en todos los sectores de la economía.
La inversión extranjera podría proporcionar un impulso necesario. Para Túnez, a diferencia de sus vecinos ricos, sus recursos financieros son escasos. Si consigue atraer nuevas inversiones tendrá que asegurarse que los beneficios y la prosperidad llegue a todos los tunecinos sin importar donde vivan.
El nuevo gobierno tiene que actuar con urgencia para reintegrar a los jóvenes desilusionados en la vida económica y política. Si falla, el riesgo de un retorno a la agitación popular es muy alto.
En Túnez se escribe un nuevo capítulo. El espíritu empresarial podría ser el vehículo para la innovación. Pero eso requiere un cambio de mentalidad en el sector público de no absorber a todos los parados, y se debe animar y facilitar que los jóvenes puedan crear sus propias empresas.
Poner de nuevo en marcha la economía determinará el éxito o el fracaso del nuevo gobierno. Pero se necesita estabilidad , seguridad; una recuperación económica y un desarrollo más equilibrado. Para lograr la estabilidad y comenzar a aliviar económicamente la gente el nuevo gobierno debe trabajar con el sector privado.
Túnez ha rescatado su primavera. La cuna de la primera revuelta árabe también podría ser el modelo por su modernización, su apuesta por la educación, los derechos de la mujer, la expansión de la clase media, y el papel de los sindicatos.
El anterior primer ministro tunecino dijo que invertir en Túnez como sartup, significa invertir en la democracia, la paz y la seguridad. Seguro que es así y que la voluntad y el arduo trabajo de los tunecinos conseguirán un milagro económico y transformarán el país en un modelo. Pero la carrera no ha hecho más que comenzar.
La economía ha experimentado una fuerte desaceleración desde 2011. La producción de Túnez representa un 12% del PIB del Magreb. Los sectores que componen el PIB son servicios (40%), industria (32%), otros (20%) y agricultura y pesca (8%), siendo el turismo su primera industria.
El crecimiento económico se desplomó después de la revolución y sólo ha conseguido crecer un 3%. Muy por debajo de las tasas necesarias para proporcionar puestos de trabajo para la creciente población. El turismo, que aporta el 7% del PIB y es una fuente vital de ingresos en divisas y puestos de trabajo, ha sufrido mucho. El gobierno tiene un déficit del 6,7% y la deuda alcanzó el 50,9% del PIB en 2014.
Su principal socio comercial es Europa. Representa el 67,2 % de las importaciones y el 74,5 % de sus exportaciones. Pero la demanda se ha reducido por la crisis en la zona euro. Túnez tiene la fuerza y los ingredientes para redinamizar su economía. Una fuerza de trabajo bien formada, situada entre el Mediterráneo y el Sahara, que actúa como un enlace de negocios para Europa y África. La apertura económica, el turismo, la energía en base a fuertes vientos y sol, que son factores importantes para conseguir atraer la inversión. Pero tendrá que apostar por un sistema que protege a la economía y que dé garantías a los inversores eliminando restricciones y trámites burocráticos, todo ello muy relacionado con la anterior etapa marcada por la corrupción.
El modelo económico roto actual ha llevado a una baja inversión, una baja productividad y un bajo valor añadido. Hay una necesidad urgente de una reforma fundamental en todos los sectores de la economía.
La inversión extranjera podría proporcionar un impulso necesario. Para Túnez, a diferencia de sus vecinos ricos, sus recursos financieros son escasos. Si consigue atraer nuevas inversiones tendrá que asegurarse que los beneficios y la prosperidad llegue a todos los tunecinos sin importar donde vivan.
El nuevo gobierno tiene que actuar con urgencia para reintegrar a los jóvenes desilusionados en la vida económica y política. Si falla, el riesgo de un retorno a la agitación popular es muy alto.
En Túnez se escribe un nuevo capítulo. El espíritu empresarial podría ser el vehículo para la innovación. Pero eso requiere un cambio de mentalidad en el sector público de no absorber a todos los parados, y se debe animar y facilitar que los jóvenes puedan crear sus propias empresas.
Poner de nuevo en marcha la economía determinará el éxito o el fracaso del nuevo gobierno. Pero se necesita estabilidad , seguridad; una recuperación económica y un desarrollo más equilibrado. Para lograr la estabilidad y comenzar a aliviar económicamente la gente el nuevo gobierno debe trabajar con el sector privado.
Túnez ha rescatado su primavera. La cuna de la primera revuelta árabe también podría ser el modelo por su modernización, su apuesta por la educación, los derechos de la mujer, la expansión de la clase media, y el papel de los sindicatos.
El anterior primer ministro tunecino dijo que invertir en Túnez como sartup, significa invertir en la democracia, la paz y la seguridad. Seguro que es así y que la voluntad y el arduo trabajo de los tunecinos conseguirán un milagro económico y transformarán el país en un modelo. Pero la carrera no ha hecho más que comenzar.
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