Mostrando entradas con la etiqueta Politica Internacional. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Politica Internacional. Mostrar todas las entradas

viernes, 14 de febrero de 2020

Proteccionismo y orden económico

El orden económico y comercial establecido desde la II Guerra Mundial está llegando a su fin. Se está formando un nuevo orden en el que destaca la guerra comercial, y en el que los estados están buscando principalmente asegurar sus intereses políticos y económicos individuales mediante aranceles, cuotas de importación y otras medidas proteccionistas.

Sin embargo, este proteccionismo podría poner freno a las posibilidades de crecimiento económico mundial. La naturaleza de los problemas que enfrentamos hoy en día es de tal magnitud que ningún país puede hacer frente a ellos en solitario. En un mundo interconectado los acontecimientos en un país puede tener un impacto significativo sobre todos los demás.

Problemas como el cambio climático y la seguridad geopolítica, las epidemias, las superpoblación, la desigualdad, el hambre, la seguridad alimentaria, las migraciones o el desempleo requieren de enfoques de colaboración para resolverlos a nivel mundial.

En 1930, EEUU aprobó la ley de Aranceles (conocida como Ley Hawley-Smoot), una norma proteccionista que agravó la Gran Depresión y provocó una recesión económica mundial, que se crearan conflictos y que millones de personas perdieran su empleo en distintas partes del mundo.

Se demostró que el proteccionismo no era la solución. Además, el sistema multilateral del comercio, que aportó numerosos beneficios y contribuyó al crecimiento y la creación de riqueza, ya no cumple con sus objetivos. Hoy, la OMC es inadecuada, y es preciso emprender una reforma para mejorar su funcionamiento
Es indispensable una respuesta global para hacer frente a las crisis económicas, que se agravan, pero que son evitables. Porque, por el momento, no hay un equilibrio entre los que producen pero que no consumen, y los que consumen pero no producen.

Estos retos requieren el desarrollo de nuevos modelos. Si bien cada país debe determinar su propia forma de hacer las cosas en casa, cuando se trata de estos nuevos problemas hay que pensar a largo plazo y tener en cuenta no sólo la situación inmediata, sino la de las próximas generaciones.

La comunidad internacional debe negociar un pacto de crecimiento global y evitar el aumento del proteccionismo para guiar la toma de decisiones empresariales. La responsabilidad no es mirar el mundo de una manera miope, pero si buscar una manera sistemática y en colaboración.

Porque incluso el proteccionismo no proporcionará una póliza de seguro para la supervivencia o para volver a imponer el miedo y el silencio.

Expansión. Edición Catalunya. Pag.2. Viernes, 14 febrero 2020


 edición online
https://atalayar.com/blog/proteccionismo-y-orden-econ%C3%B3mico

jueves, 16 de enero de 2020

Irak pone la sangre

Los iraquíes ponen la sangre

Una vez más, un país es víctima y escenario de los conflictos de los otros dentro de su territorio. Esta vez es Irak, que ve cómo Irán y EEUU intentan atacarse, matar generales, lanzar misiles y expulsarse mutuamente del territorio iraquí. Poco importa lo que quieran los propios ciudadanos iraquíes.

La debilidad de Irak es evidente, la mayoría de su población ya no confía en ningún gobierno, que seguirá sin responsabilizarse de las ruinas, y continuará saqueando el país, según intereses privados y por encima del interés nacional del pueblo. La clase dominante debería ser consciente de que, tarde o temprano, el ejercicio poco ético del poder tendrá consecuencias.

El principal perjudicado en este enésimo conflicto entre EEUU y Irán es el movimiento de protesta de los jóvenes iraquíes. A pesar de las amenazas y la intimidación - incluido el asesinato de centenares de jóvenes para reprimir las manifestaciones-, y de la situación conflictiva del país, la gente sigue en las calles. Son las llamadas "Protestas de octubre", iniciadas tres meses atras, tras años de quejas contra la corrupción y la influencia extranjera.

Desde entonces, las protestas se han extendido por todo el país. Los iraquís piden electricidad, agua, luchar contra la corrupción, el desempleo y la pobreza. Estos jóvenes, se están enfrentando a las balas con el pecho desnudo, porque sienten su horizonte obstruido y desconfían de las promesas de los sucesivos gobiernos. Sienten que sólo se les promete miseria y marginación, en un país que duerme sobre una enorme riqueza.

Porque Irak es un país rico, con enormes reservas de hidrocarburos, pero la economía sufre las consecuencias de las guerras, la corrupción, los 8 millones de iraquíes exiliados y los centenares de miles de muertos.

Un problema de los iraquíes es la balcanización de su sistema político, y las relaciones de seguidismo que algunas formaciones políticas importantes tienen con el exterior, sobre todo con Irán. Hay un mosaico de partidos y tendencias, donde se mezclan las diferencias étnicas, las nacionalistas o sectarias. Cada uno de estos poderes intenta conseguir más cuotas de poder.

La idea del Estado no está profundamente arraigada. Ni en la sociedad ni en las fuerzas políticas. Las elecciones no son suficientes cuando la idea de instituciones está ausente. Solo hay una carrera febril por el monopolio y las ganancias personales.

En Irak se debe garantizar una forma inclusiva y responsable de gobernanza. El tejido social debilitado es un obstáculo para recuperarse de la guerra con los extremistas. Se necesita una identidad nacional y una visión liderada por políticos que no se imponga desde el exterior. Existe una creciente sensación de identidad iraquí, que puede respaldarse con el apoyo regional e internacional. Los intereses de los iraquíes residen en un país estable, democrático y próspero. No en guerras, terror y caos. Los países vecinos y las grandes potencias deberían promover esto.

Males endémicos

Iraq tiene capacidad para asumir la seguridad y la protección de su población, impulsar la reconciliación y la coexistencia pacífica, hacer una reforma constitucional, y eliminar sus males endémicos: la corrupción y la represión por motivos étnicos, sectarios o religiosos.

Pero, necesita menos intromisiones, menos conflictos y menos intereses extranjeros. Irak puede ser un instrumento para impulsar la paz y la estabilidad regional, y que el cambio que el pueblo iraquí reclama no tarde en llegar. 

El Periódico de Catalunya, Pag.14, Internacional, Miércoles, 15 enero 2020

miércoles, 15 de enero de 2020

Crisis EEUU - Irán: impacto económico

Oriente Medio, de nuevo, se convierte en un polvorín tras el asesinato del general iraní Qasem Soleimani en Bagdad. La acción del dron de EEUU ha desencadenado nuevos niveles de tensión, y tanto Washington como Teherán han amenazado con más violencia, añadiendo más incertidumbre política en una región ya inestable.

La escalada de las tensiones entre EEUU e Irán, aumentará los precios del petróleo, beneficiando a los países exportadores, pero conlleva múltiples consecuencias económicas negativas para los consumidores y las empresas. Caen las bolsas, hay desconfianza empresarial y los problemas para garantizar la seguridad de los negocios y las personas afectarán a las previsiones de crecimiento de la economía.

Una fuerte interrupción en el suministro del petróleo en la región impactará en Asia, y podría afectar a la economía de EEUU y, en muchos aspectos, a las relaciones internacionales. Incluso podría llevar al mundo a una recesión o algo peor.

Se esperaba en 2020, un crecimiento económico en Oriente Medio y Norte de África, impulsado por la economía no petrolera. Pero ahora, se ha creado un obstáculo para la actividad del sector privado.

La retórica política agresiva ha aumentado, con un presidente estadounidense impredecible y un Teherán frustrado y enojado, y ambas partes tienen las espadas en alto, pero ninguno de los dos puede permitirse una guerra. Para EEUU es un año de elecciones presidenciales,  y Trump obtiene capital político interno. Pero el país sufriría si es arrastrado a una nueva guerra en la región, aunque la política americana es confusa y no está claro si el asesinato encaja en alguna estrategia más amplia.

En el otro bando, Irán está sufriendo duras sanciones económicas y sus líderes se enfrentan a una reacción interna. Saben que una guerra con EEUU destruiría la ya débil economía y las infraestructuras. Por ello se supone, que las represalias iraníes serán ataques contra activos militares o interés estadounidenses en Irak o en la región. Mientras el mundo espera a ver qué pasa, y aunque es posible que la guerra no suceda, los inversores seguirán asustados y la economía sufrirá las consecuencias.
 
Existe el temor que un error de cálculo pueda provocar un conflicto irreversible. No hay que olvidar que un conflicto de duración indefinida dañaría seriamente la economía mundial y ninguna zona estarìa a salvo de sus consecuencias. Esperamos que los hidrocarburos no sean, otra vez, más importantes que la sangre de la gente de la región.

Expansión, Edición Catalunya Pag.2 Lunes, 14 enero 2020

lunes, 4 de noviembre de 2019

Los libaneses han dicho basta

Nunca antes la población del Líbano se había unido así. Millones de libaneses de todas las religiones, posición social o política se han unido bajo una sola bandera para expresar su frustración y consternación con un Gobierno y un sistema que les ha traicionado demasiadas veces desde su fundación en 1943. Las protestas masivas que estallaron después de que el Gobierno anunciara nuevas medidas fiscales regresivas tienen su origen en los niveles extremadamente altos de desigualdad: el 1% de los depositantes posee más del 50% de los depósitos.

Aunque la guerra civil terminó hace 30 años, fallan servicios básicos como electricidad, agua, sanidad o acceso a educación. Se pisotean los derechos más básicos de una población que ha decidido rebelarse. Estudiantes, profesores, 'pymes', médicos, trabajadores o pensionistas, los libaneses comparten los mismos sentimientos de fatiga e injusticia, el deterioro de las condiciones económicas y de las perspectivas de futuro.

Una tasa del desempleo del 30% y una inflación del 6% sitúa al Líbano en un índice de miseria del 36%.Tiene un gran déficit fiscal y comercial, una enorme deuda contraída por la reconstrucción tras la guerra civil y el impacto de los conflictos en la región.

La política libanesa es un mosaico de alianzas contradictorias basadas en la supervivencia por encima de todo y está controlada por los grandes actores regionales. El conflicto en Siria explica en parte la inestabilidad del país. Pero el sistema político libanés confesional impide un el consenso nacional y prolonga el estancamiento. Esta situación ha generado apatía y desilusión entre la población.

Paciencia y coraje

Líbano ha soportado tensiones regionales, acoge a dos millones de refugiados, combate al terrorismo mientras teme el colapso económico, y ve, con  sus 16 millones de emigrantes, como la emigración es parte de su historia y su presente, y define y determina su economía, cultura y la movilidad de su capital humano.

Este movimiento de la sociedad civil es el primer desafío real a los partidos establecidos y la élite gobernante. Y es otro ejemplo de población que se rebela contra la corrupción, los monopolios y el control unilateral del poder que excluye a lo demás. Vivir dignamente no puede ser un sueño inalcanzable.

Ahora, Líbano necesita líderes capaces de desactivar crisis y hacer concesiones para el interés general. La democracia requiere diálogo y escuchar a la gente. Es necesario un período de transición rápido, un gobierno provisional que se forme sobre la base de la competencia y coloque el Líbano en el camino hacia la recuperación.

Es el momento de la dignidad y de una nueva generación que asuma su propio destino para construir un futuro mejor. Será una batalla compleja por la composición interior, y por las conexiones regionales e internacionales. Es preciso paciencia, responsabilidad y coraje. Cuando emerja la libertad en Oriente Medio, lo hará en gran parte debido a que Líbano es libre.

El Periódico de Catalunya, Edición Digital. Opinión,  Lunes 04 / 11 /2019

martes, 24 de septiembre de 2019

El mito de Beirut

Beirut en la Fiesta de La Mercè, Barcelona- 2019

Beirut es la ciudad invitada por Barcelona en sus fiestas de la Mercè. En el corazón de Oriente Próximo, en la otra orilla del Mediterráneo, la capital del Líbano es una ciudad plural, desconcertante, fascinante y adictiva. Tras milenios de ocupaciones de diferentes imperios, y una larga historia de emigraciones forzadas que trajeron de vuelta influencias de todo el mundo, Beirut es una fusión cultural, política y religiosa única.

Es una de las ciudades más antiguas del mundo, con un patrimonio fenicio, romano, árabe, otomano o francés, y que ha vivido tiempos difíciles por décadas de invasiones o la guerra civil. Sin embargo, pocos signos quedan de la destrucción. Y, en el caos, en el choque de ideas, edades y visiones, Beirut ha generado algunas de las mentes más innovadoras: escritores, músicos, arquitectos, diseñadores inspirados por las contradicciones y la energía de esta ciudad donde todo es posible, incluso si no está permitido.

En los 20 años previos al estallido de su guerra civil, en 1975, la pequeña capital de este estado frágil y complejo atrajo todo tipo de gentes e ideas. Se publicaron diarios sin censuras. Los bancos locales se llenaron de depósitos de los estados del Golfo. Se cuadruplicó el área construida. Beirut atraía a pensadores, artistas, espías y empresarios de todo el mundo.

Hoy, tras nuevas guerras e invasiones, y nuevas crisis y recuperaciones, la ciudad es el verdadero termómetro de la región, para bien o para mal.

A unos centenares de kilómetros de Beirut, está prohibida la vida nocturna. Se prohíbe hablar de historia o literatura, del respeto a las minorías, la libertad de expresión, los derechos de la mujer, de los homosexuales o la laicidad. Beirut es un soplo de aire fresco en una región donde estos y otros temas no pueden todavía expresarse sin denuncia.

Aunque todo esto puede cambiar. Líbano está lejos de ser el país de las maravillas. Está acosado por graves desafíos internos y externos, y una clase política ineficaz, que aplaza los proyectos claves. A Líbano le cuesta aprender la lección y aceptar que es una nación de minorías donde todos pueden vivir, y donde la convivencia es posible si hay voluntad.

La guerra civil terminó hace 29 años, pero la política todavía está dominada por excaudillos y dinastías familiares enredadas en divisiones sectarias. Mientras, la gentetienen demandas, aspiraciones, como estabilidad, electricidad, agua, recogida de basuras, empleo juvenil, seguridad y economía y un gobierno que refleje esas demandas y su diversidad.

Porque, a pesar de todo, los libaneses siguen siendo un pueblo resistente a las incertidumbres, con una red sin igual de emigrantes en todo el mundo. Desde tiempos remotos, Beirut es un puente entre el este y el oeste. La puerta natural hacia y desde la región. Centro comercial ,financiero y universitario. Mestiza, con su rica cultura, y su sociedad vibrante, ocupada y destruida en varias ocasiones, pero tras ocho mil años, siempre renace como ave fénix.

El Periódico de Catalunya, Pag.5, Sabado 21 septiembre 2019

Edición Digital

Beirut es la ciudad invitada por Barcelona en sus fiestas de La Mercè. Es una de las ciudades más antiguas del mundo, y tras milenios de invasiones, imperios y crisis, pocos signos quedan de la destrucción. Y, en el caos y el choque de ideas y visiones, Beirut ha generado algunas de las mentes más innovadoras, inspiradas por las contradicciones y la energía de esta ciudad donde todo es posible, incluso si no está permitido.

En los 20 años previos al estallido de su guerra civil, en 1975, la pequeña capital de Líbano, un estado frágil y complejo, atrajo todo tipo de gentes, artistas, espías, empresarios e ideas. Se publicaron diarios sin censuras. Los bancos locales se llenaron de depósitos de los Estados del Golfo. Se cuadruplicó el área construida.

Hoy, la ciudad es el verdadero termómetro de la región, para bien o para mal y un soplo de aire fresco en una región convulsa. En países limítrofes, a pocos kilómetros, está prohibida la vida nocturna, hablar de historia, minorías, libertad de expresión, derechos de la mujer o los homosexuales.

Todo esto puede cambiar. La guerra civil terminó hace 29 años, pero hay graves desafíos internos y externos. La política sigue dominada por divisiones sectarias y políticos ineficaces que aplazan los proyectos claves. La población demanda estabilidad, electricidad, agua, recogida de basuras, empleo juvenil, seguridad, y un gobierno que refleje sus demandas y su diversidad.

A Líbano le cuesta aprender la lección y aceptar que es una nación de minorías donde todos pueden vivir, y donde la convivencia es posible si hay voluntad.

Porque, a pesar de todo, los libaneses siguen siendo un pueblo resistente a las incertidumbres. Con una red sin igual de emigrantes en todo el mundo y una sociedad vibrante, es la puerta natural hacia la región. Centro comercial, financiero y universitario. Fusión cultural, política y religiosa única. Es Beirut, mestiza, destruida y renacida varias veces, tras ocho mil años, como ave Fénix.
"La Corniche" de Beirut, Foto EFE Wael Hamzeh

martes, 23 de julio de 2019

Europa: Balance negativo en Oriente Próximo


Ahora que se va a constituir una nueva Comisión Europea es hora de hacer balance de la actuación exterior  de los últimos años y especialmente en Oriente Medio.

Europa está paralizada. La política exterior de Donald Trump con su enfoque populista, aumenta las dificultades y las crisis en el mundo. Ante esta realidad, los líderes europeos deben tomar medidas para alcanzar soluciones concretas a cualquiera de los conflictos en Oriente Medio. Es urgente, porque se ha demostrado que impactan en Europa, como con el auge de los movimientos extremistas.

Las relaciones internacionales se están volviendo caóticas e impredecibles, llenas de incertidumbre y  en Oriente Medio hay muchos ejemplos. Palestina ve su territorio reducido cada año. Siria está dividida en varias facciones. Líbano aparentemente se ha rendido a su destino. Libia ha entrado en una nueva fase de guerra civil. Argelia y Sudan están pendientes de la revuelta de su pueblo y las respuestas del estamento militar. Irak aún está sangrando, mientras Jordania se mantiene difícilmente a flote. Y el rescate del acuerdo nuclear con Irán  se va derrumbando y Turquía  navegando entre Rusia y EEUU.

Mientras tanto, Europa está debilitada, y es incapaz de llenar el vacío dejado por los EEUU. Agotada por sus divisiones internas y las crisis, conflictos de refugiados o de identidades. Disputas que favorecen especialmente a Rusia, que refuerza su estatus político, y a China, que está tratando de reemplazar económicamente a los EEUU y a Europa en el mundo.

En Oriente Medio, Putin es el mayor beneficiario de la debilidad  de Europa, posiblemente, con la complicidad del amigo americano Trump. Y en el plano económico, China se consolida como el primer socio comercial de Oriente Próximo y África, en detrimento de la UE.

De hecho, la Unión Europea es el segundo socio económico de los países árabes. Sin embargo, el comercio entre las dos partes, si bien es importante y denso, se mantiene por debajo de las expectativas. Además, estos intercambios se caracterizan por su asimetría: la tasa de importaciones árabes de la UE representa el 27% del volumen global, mientras que las exportaciones árabes a Europa es del 11%.

La estabilidad y la seguridad están amenazadas por comportamientos y políticas mal planeadas que generan más desigualdades y peligrosos desafíos. 

Es responsabilidad de Europa ayudar a sus vecinos  a lograr el desarrollo económico, científico y tecnológico necesario para reducir las disparidades económicas y sociales y promover una renovación del mundo árabe. Para este fin, es preciso iniciar proyectos de desarrollo concretos  para movilizar las inversiones y las personas y establecer equilibrios productivos que respondan a las preocupaciones comunes de seguridad, económicas y sociales.

Configurar futuras alianzas para crear un entorno que favorezca la convivencia y la cooperación entre los pueblos de las dos regiones. Esta acción permitiría la integración de las generaciones emergentes y el arraigo de los valores de tolerancia y aceptación del otro, más allá de los estereotipos trillados, lejos de cualquier forma de exclusión y rechazo que engendre irreparablemente una lógica de confrontación y antagonismo.

Es posible construir una relación sana entre el mundo árabe y Europa, alejada de prejuicios, con una gestión común de los problemas comunes, la inmigración, el terrorismo, el cambio climático, la demografía, la urbanización, la corrupción y la democracia.  Es posible un enfoque global e integrado y una responsabilidad compartida. Tenemos el mismo objetivo: el desarrollo común. La UE debe implicarse ya que su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo de la región.

Hay opciones y recursos. La tarea es difícil, hay muchos desafíos, pero existen mecanismos y estructuras como "El diálogo 5 + 5" o  la "Unión por el Mediterráneo" o La Unión del Magreb Árabe que se pueden dinamizar para asentar la cooperación euro-árabe. El esfuerzo humanitario europeo debe transformarse en una campaña diplomática para restablecer la paz y la estabilidad en algunos países de la región. De lo contrario, Europa no habría cumplido con sus obligaciones morales históricas.

El equilibrio geopolítico global está cambiando, y Europa en lugar de mirar hacia adentro, debe forjar su propia visión estratégica sobre el nuevo orden global, una visión unificada hacia EEUU y China y hacia sus vecinos en Oriente Medio. El futuro será de todos, o no será.

El Periódico de Catalunya, Opinión, Lunes, 22 Julio 2019

lunes, 6 de mayo de 2019

Alaa Saleh, icono de una revolucion. Sudán

Alaa Saleh, fuente elperiodico.com
"Nunca esperé que mi imagen se extendiera tanto, pero me alegra que el mundo haya podido ver que hay una revolución en Sudán". Así se expresa la joven Alaa Saleh, estudiante de ingeniería, que personifica el espíritu de la revuelta liderada por los jóvenes y las mujeres y que provocaron la caída del general.

Desde su independencia, Sudán ha perdido 63 años con regímenes militares, dos guerras civiles, diferentes intentos de autonomía y graves conflictos étnicos, religiosos y económicos. Además, el régimen de El-Bashir ha desperdiciado tres décadas, y se mantuvo en el poder a pesar de Darfur, de las acusaciones de genocidio y crímenes contra la humanidad, de las acusaciones de colaborar con el terrorismo y de la galopante corrupción.

Esta situación y la persistencia de la crisis económica, el deterioro de las condiciones de vida, y la propagación de la corrupción, la impunidad y los privilegios, convencieron a la población de rebelarse porque no había esperanza de reforma, por falta de voluntad del poder.

Ahora, Sudán necesita extraer lecciones de los sucesivos golpes y revueltas. Es importante escuchar a la gente, fortalecer las instituciones, y que los partidos, los sindicatos y los militares aprendan las lecciones del pasado. Sudán necesita una estabilidad refrendada por la voluntad de sus ciudadanos y un gobierno que busque compensar lo que se ha perdido, un gobierno que se preocupe por los problemas de la pobreza, el desempleo y la educación.

Los acontecimientos en Sudán desde el derrocamiento del Al-Bashir y la asunción del poder por parte de un Consejo militar, contrastan con lo que ha pasado en algunos países de la primavera árabe debido a la ausencia de organizaciones civiles con capacidad de compensar el vacío que dejan los dictadores.

Sueños y esperanza

El Consejo militar tiene el apoyo de los principales países de la región pero debe evitar perder la confianza de los sudaneses, que mantienen la sentada ante el cuartel general del ejército hasta conseguir reducir los tiempos de transición para elegir un Parlamento, reestructurar el Tribunal Constitucional y entregar el poder al nuevo Gobierno elegido. El movimiento popular que participó en las protestas es amplio, variado pero con un objetivo común, aunque difieren en la estrategia del día siguiente.

El camino hacia la libertad no va a ser fácil. Choca con las tradiciones de los gobiernos autoritarios y el radicalismo que intentan permanecer a cualquier precio. Pero una nueva generación, con un rol principal de mujeres que quieren asumir su propio destino. El gran error sería devolver a Sudán a la pesadilla de la tiranía después del sueño de la revolución. Urge ayudar a Sudán para deshacerse de la herencia del pasado y la confusión del presente para construir un futuro mejor. A pesar de la deriva de la primera ola de revoluciones de la primavera árabe, las movilizaciones en Argelia y Sudán están abriendo una nueva etapa y restaurando la esperanza de un cambio democrático. 

El Periódico online, opinión, Domingo, 05 Mayo 2019 

lunes, 15 de abril de 2019

Daesh, Christchurch, tratar de raíz la enfermedad

Pablo Picasso "Paloma de la Paz"1949
Mientras el llamado Estado Islámico o Dáesh pierde su último bastión en Siria, la batalla por expulsar definitivamente a este grupo marca el octavo aniversario de la Primavera Árabe y la cuestión del regreso de los miles de retornados extremistas con sus familias se ha convertido en una de las principales preocupaciones de muchos gobiernos del mundo. En Nueva Zelanda un grupo de extrema derecha racista, utilizando los mismos métodos de Dáesh, masacra a un centenar de personas en dos mezquitas como respuesta de su guerra santa racial.

Estos grupos, se llamen como se llamen, están motivados por las mismas creencias. Sus acciones permiten que prosperen la tiranía y la islamofobia. Desafortunadamente, hay un efecto secundario que puede causar inmensas complicaciones y conflictos si no se maneja correctamente; algo que ver con nuestro juicio. No juzgamos objetivamente. Es triste ver cómo la campaña que se basa en el principio de culpabilidad colectiva ha creado un conflicto más amplio y las sospechas y la desconfianza se han convertido en un obstáculo para buscar soluciones.

Los extremistas han secuestrado las religiones y causas nacionales y han creado un mundo lleno de problemas que se ve amenazado por los belicistas, xenófobos y racistas. Hay que reflexionar sobre por qué se perpetúan ciertos clichés y estereotipos, etiquetar a las personas en función de raza, credo o condición social, y sobre la falta de constancia de los que prefieren una elasticidad que les permite proteger ciertas opiniones extremistas y tipificar como delito otras.

El conflicto de civilizaciones ha cundido no sólo como explicación de la realidad sino como doctrina. Desde el fin de la guerra fría hemos pasado de las divisiones ideológicas a las divisiones identitarias. Con la globalización se ha globalizado el ultranacionalismo como forma de negación del principio de ciudadanía. El triunfo del modelo occidental paradójicamente ha debilitado Occidente. El pecado de Europa y Occidente no ha sido imponer sus valores sino renunciar a sus propios valores en la relación con los otros.

Hay que luchar contra las narrativas de los extremistas y encontrar soluciones justas a los problemas crónicos culturales e ideológicos. Más allá de los mercaderes del miedo, del choque de civilizaciones, que cotizan en la bolsa del odio, el fanatismo y la crisis de identidad. No se puede legitimar la tiranía que oprime en nombre de una religión o una patria.

Dáesh no nace del vacío, son los hijos de una situación deteriorada, de la tiranía, la ausencia de democracia y las condiciones de desarrollo miserable en unas sociedades que crearon el fuerte contraste entre los dueños de la riqueza y las grandes multitudes en la pobreza, el atraso y la ignorancia, el apoyo al terrorismo del estado, los hijos de la cultura de divisiones. Dáesh vino a llenar la falta de liderazgo en países que se desintegran, con comunidades desgarradas.

Se ha pagado el coste de no apoyar la Primavera Árabe, que ha pasado de la esperanza a la desesperación, la pérdida de legitimidad de la política, el terrible fracaso de los Estados de pertenecer a una era. Políticas viejas pintadas de tiranía. Los ríos de odio por otro diferente. Y décadas de incitación y escuelas fanáticas. El fracaso económico, la injusticia y la grave crisis de fanáticos de identidad facilitados por el secuestro de las universidades y las pantallas y agarrando el derecho de hablar en nombre de las masas.

El desempleo, la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática fueron factores fundamentales de los movimientos de protesta de la llamada Primavera Árabe. Pero, ocho años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados no ven futuro debido al fracaso político y económico, sus vidas se han transformado en un infierno, solo disponen de dos opciones: quedarse o emigrar lejos de la guerra y la miseria. Los jóvenes necesitan tener esperanza, estabilidad y prosperidad. Nada es más poderoso que la esperanza de una vida mejor.

Transformar la derrota en victoria requiere tratar de solucionar los problemas reales. Para frenar la tragedia hay que proporcionar herramientas, un proyecto, alternativas para acomodar la enorme energía de la juventud. No se les puede decir “siéntate y permanece callado” o se les está empujando al bando equivocado. Es preciso usar esa energía para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.

La respuesta a los conflictos sangrientos que asolan varios países no son las soluciones militares que han demostrado su ineficacia. No se ganará esta guerra con bombas, liberando territorio y destruyendo ciudades. Porque la derrota de Dáesh no eliminará el nacimiento de un nuevo monstruo con otra marca o forma, y en otros lugares. La semilla venenosa volverá a crecer si no se trata de raíz la enfermedad.

Crónica Global, Pensamiento, Sábado,16/03/2019 

martes, 2 de abril de 2019

Argelia no es una excepción

Tras 57 años desde la independencia y 40 de bonanza petrolera, llegan a Argelia las reivindicaciones de libertad, progreso y justicia social. Hay un profundo deseo de cambio, euforia y dudas ante la propuesta del Ejercito del cese del presidente por incapacidad, de abrir un periodo de transición y organizar elecciones.

Dos periodos han marcado la historia reciente de Argelia. En 2011, para evitar una "primavera argelina", el gobierno pagó un alto precio en subsidios, aumentos salariales, puestos de trabajo públicos y la construcción de cientos de miles de viviendas sociales para jóvenes.  En el 2014, la caída del precio del petróleo redujo los ingresos a la mitad. Pero se compró tiempo para evitar lo inevitable.

El sistema ha logrado mantener la economía con las ganancias de los hidrocarburos, pero Argelia ha gastado en los últimos años 750.000 millones de dólares para calmar las iras sociales y no ha logrado sacar al país adelante. Petróleo y gas representan el 98% de las exportaciones, el 45% del PIB y el 65% de los ingresos. Argelia es el tercer proveedor de gas de Europa, el primero de España y el octavo mayor productor del mundo.

La evolución del mercado mundial de la energía y la tensión geopolítica obliga a Argelia a adaptar estrategias claras sin parches. La situación es preocupante. Aunque Argelia dispone de recursos, sufre por el excesivo peso del Estado, las subvenciones - que representan el 25% del PIB., y la excesiva dependencia de los hidrocarburos. Los jóvenes saben que se requiere un cambio estructural para aprovechar las oportunidades, la gran población, la ubicación geográfica y los reservas naturales que pueden resucitar la economía e incrementar el empleo.

El régimen puede desactivar las protestas acordando un candidato alternativo al Presidente Bouteflika. Pero, con el modelo actual, los problemas se mantendrán, porque la dependencia del sector petrolero no revierte las ganancias en una economía diversificada.

El mundo está cambiando.Las fronteras políticas y económicas están condicionadas por batallas geoestratégicas. Los futuros avances en el desarrollo dependen del buen gobierno y la mejora del conocimiento. Argelia tiene ambición pero requiere una estrategia para construir economías productivas e instituciones sólidas. El progreso económico depende de mejorar el clima social y desarrollar el sector privado. La clave es conciliar eficiencia económica y cohesión social.

Las medias concesiones no son el camino. La oleada de frustración no disminuirá sin modificaciones de fondo político y una respuesta eficaz a los problemas económicos. La población ha descubierto su fuerza, sabe que tendrá que mantener la presión si quiere alcanzar sus objetivos.

El cambio es lento pero ha empezado. No debe terminar en unas elecciones. La clave no es solo lograr el cambio democrático, sino garantizar su continuidad. Argelia necesita contar con todos los activos y actores para superar lo que probablemente será un período difícil.

El Periódico de Catalunya, Internacional, "Tensión en el Magreb" Pag.15, Martes, 2 de Abril de 2019

Edición Online:

lunes, 18 de febrero de 2019

De una primavera a un duro invierno

Ocho años desde el estallido de la ola de protesta o la llamada Primavera Árabe, y la economía no ha ido a ninguna parte entrando en un círculo vicioso. Solo cinco de los 22 países de Oriente Medio han registrado un crecimiento económico.

Desde 2011 hasta 2017,la región ha perdido 802.800 millones de dólares en actividad económica. Algunos países están al borde de la ruina económica y financiera, por las guerras y la inestabilidad política. Además, los riesgos geopolíticos surgen por el terrorismo y la insistencia de algunos gobernantes en no dejar sus sillas aunque esto cueste cientos de miles de vidas y millones de desplazados. 

El PIB de Argelia, Irán, Kuwait, Egipto y Sudán es menor ahora que en 2011. El conflicto ha arruinado las economías de Siria, Libia y Yemen. Las sanciones contra Irán y el precio del petróleo y la crisis en la región del Golfo han hecho más daño.

El desempleo fue uno de los factores fundamentales de los movimientos de protesta, junto con la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática. Pero, ocho años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno derivado del fracaso político y económico ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados se radicalicen o intenten emigrar lejos y huir de la guerra y la miseria. 

Con 40 millones de jóvenes desempleados, la mitad sin educación ni formación, la región tiene la mayor tasa de paro juvenil en el mundo: un 27,2%. El mayor desafío es crear empleo al mismo ritmo que crece la población. 

El progreso económico requiere un cambio político, pero la inestabilidad ha impactado en el crecimiento y el empleo. Se necesita crear economías inclusivas y empleo juvenil. Se requiere un enfoque dual en la creación de puestos de trabajo, incluido el autoempleo y adaptar los conocimientos al mercado laboral, liberar el camino para el sector privado, una mayor inversión pública en infraestructuras, en sanidad y educación.

Los árabes cuentan con todos los recursos para tener éxito: una población joven, una gran cantidad de fuentes de energía (petróleo, gas, energía solar), destinos turísticos impresionantes y una ubicación geográfica excepcional en la encrucijada de Europa, África y Asia.

Los jóvenes menores de 30 años son mayoría. Ellos representan el futuro y deben ser la prioridad de los gobiernos. Es necesario proporcionarles un proyecto alternativas para acomodar su enorme energía, para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.

Expansión, Opinión. Ed. Catalunya Pag.2, Jueves, 14 febrero 2019

miércoles, 23 de enero de 2019

El comercio no es un arma

El mundo apenas ha salido de la grave crisis del 2007-2008 cuando numerosas amenazas nublan el horizonte. Aumentan las desigualdades, las crisis migratorias, el ultranacionalismo y el populismo, como en EEUU con Trump o en Francia con los chalecos amarillos. Es preciso desarrollar un nuevo contrato social para restablecer la confianza entre el Estado y los ciudadanos.

Se discute sobre los beneficios y desventajas del libre comercio y la globalización, y las tensiones nos pueden llevar a  guerras comerciales, siendo EEUU, la economía más grande del mundo, quien más critica el orden económico que ayudó a establecer.

Pero la globalización es un fenómeno que se puede gestionar, combatir sus efectos perversos y sus desigualdades.

El mundo ha alcanzado un punto de no retorno. Somos testigos de la globalización de los datos, de la educación, del conocimiento, del talento y de las ideas. Aparecen nuevas oportunidades, y han surgido compañías como Apple, Amazon y  otras que comparten su conocimiento a nivel global, y generan billones de dólares.

Desde 1990, el comercio mundial se ha cuadruplicado, y el PIB mundial se ha duplicado. Como resultado, el número de personas que viven en la pobreza extrema se había reducido al 10%. El volumen total del comercio en 2017 fue de 17.700 billones de dólares de los cuales 6.300 billones de intercambios entre Norte-Norte, el mismo volumen que entre Norte-Sur. La internacionalización conduce a una globalización, pero también a una regionalización de sectores que se benefician de la ventaja de la proximidad geográfica y la complementariedad económica.

El comercio y la inversión son motores para el crecimiento, la innovación, y el empleo. Está reconocida la contribución que una economía global prospera hace al sistema multilateral. Pero, incluso los más grandes defensores del  libre comercio  Saben que para que el sistema internacional fomente la cooperación y la competencia, y evite guerras comerciales o militares, es necesario que las instituciones creen mecanismos para fomentar la cooperación, coordinación e incluso integración, así como en la resolución pacífica de disputas. Es evidente  que el sistema actualmente no cumple con sus objetivos. La OMC es inadecuada, su reforma es necesaria para mejorar su funcionamiento e impulsar  el progreso.

No hay mejor comercio que el de la acción correcta. Él comercio, no es un arma sino una fuerza para un crecimiento inclusivo que erradique la pobreza porqué la actividad económica debe ser un verdadero instrumento de paz y prosperidad.

Expasión, Edición Catalunya, Opinión, Pag.2, Miércoles, 16 enero 2019

miércoles, 16 de enero de 2019

Nueva ONU para un nuevo orden

La última cumbre del G-20 celebrada en Buenos Aires este pasado mes de diciembre, mostró discordia y poco contenido. Se trata de la reunión de los líderes de las 20 naciones que suman más del 85% del PIB mundial y del 70% de la población. El mundo está entrando en una nueva era. EEUU ya no es la incontestable potencia hegemónica. China y Rusia ascienden como actores políticos, económicos y militares. Surgen nuevos bloques regionales económicos. El desafío cada vez es mayor.

La ONU se estableció en 1945 para reemplazar a la ineficaz Liga de las Naciones que no había podido evitar la guerra mundial. Pero, en cuanto se estableció, EEUU y sus aliados se alzaron para dominar la agenda global. Y el tiempo ha demostrado, que la ONU actual sirve a los intereses de los 5 miembros permanentes,  que no se comprometen con la organización si esta no cumple con sus expectativas.

En estas décadas, el mundo ha hecho grandes progresos, avances médicos, científicos, sociales y tecnológicos. La cuarta revolución industrial liderada por la tecnología que duplicó sus capacidades y superó las fantasías más imaginativas. Sin embargo, este mismo mundo también está lleno de corrupción, avaricia y nuevas guerras. De pobres, refugiados y desplazados que huyen de sus hogares. Se amenaza la seguridad global, la de los bancos, la de las elecciones. Hay una crisis de identidad, resurge el populismo hostil al pluralismo y la diversidad, se reconstruyen muros.

Este nuevo mundo es caótico, y los desafíos superan a los estados. El poder es más difuso y las relaciones internacionales se están volviendo impredecibles. El aumento de políticas proteccionistas y sentimientos nacionalistas choca con la realidad. La globalización no se puede detener, pero debe ser más inclusiva, sostenible y debería crear trabajo. Los planes estratégicos deben reconfigurarse. Es preciso claridad de visión, agilidad y pragmatismo.

La comunidad internacional se enfrenta a complejos retos como la defensa de los derechos humanos, las guerras comerciales, o el cambio climático que a su vez contribuyen a los crecientes niveles de migración y sus consecuencias. Sin embargo, no aparece ningún tipo de consenso mundial. Algunos de estos problemas están interconectados y no pueden ser rescatados a través de soluciones provisionales.

La ONU estaba destinada a mantener el respeto a la Ley, la paz y la seguridad global. Pero, el mal uso del veto, la rendir cuentas y el desequilibrio estructural han reducido su papel. La ONU actual refleja la impotencia para abordar realmente problemas acuciantes.El orden conocido desde la Segunda Guerra Mundial termina, y algo nuevo está en proceso de conformarse.

No puede haber esperanza para la ONU si continúa operando en base a supuestos erróneos y no debería ser precisa otra guerra global para que se reforme. Es necesario un nuevo orden internacional basado en nuevas reglas, capaz de lidiar con los cambios y  de responder a los problemas globales con soluciones globales.

El Periódico de Catalunya, Opinión, Pag.9 Martes, 8 enero 2019

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Juego de Tronos en Yemen

Y de repente, el mundo vuelve a hablar de Yemen. La crisis que enfrenta Arabia Saudita en el contexto del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en su consulado en Estambul el 2 de octubre ha rescatado del olvido la guerra y la violencia que lleva ya varios años y miles de muertos.

Pero ¿que pasa realmente en Yemen más allá de buenos y malos?. Yemen padece varios conflictos políticos y militares. En 2014, los Huthi tomaron el control de la capital, Sanaa, y otras partes del país, con el pretexto de reclamar una mayor participación en el poder. Disolvieron su Parlamento, y forzaron la dimisión del presidente Mansour Hadi, que, tras huir del arresto domiciliario, se refugió en Riad, la capital de Arabia Saudita. La guerra entre el norte y el sur se intensificó con los ataques a la ciudad de Adén, mientras Al-Qaeda cometía actos terroristas y se hacía fuerte.

Entretanto, los Huthi, primero se aliaron con el ex-presidente Ali Abdullah Saleh en el poder de 1978 a 2012, derrocado por el levantamiento popular que quería recuperar el poder, aunque fuera prolongando los problemas del país, y que fue finalmente asesinado por ellos, en 2017, acusado de traicionarles. En 2015, una coalición de 10 países liderada por Arabia Saudita y Emiratos Árabes, respaldada por Estados Unidos, Reino Unido y Francia en apoyo de lo que consideran gobierno legitimo de Yemen, entró en guerra bombardeando posiciones de los rebeldes en la llamada "Operación Tormenta Decisiva". Han recuperado el control de una gran parte del territorio, pero con un altísimo coste económico y humano, la mayor parte de las víctimas son civiles

La historia de Yemen, es la de una tierra compleja, con una estructura tribal muy fuerte y con la proliferación de armas, que han ocasionado más de 35 años de problemas y guerras. La vida nunca ha sido fácil en esta tierra. Hay un sentimiento secesionista en el sur. La guerra de las tribus chiitas Huthi para ampliar su influencia en esta región. El terror de Daesh y AlQaeda que han aprovechado el descontento y el vacío de poder para ganar terreno y seguidores. Y la intervención de la coalición internacional liderada por Arabia Saudita.

Ante este caos, el estado no tiene capacidad para atender las necesidades más urgentes y básicas de su población. Existe un brote de cólera sin precedentes, y el país enfrenta una crisis alimentaria catastrófica. 22 millones de personas necesitan ayuda alimentaria urgente, de ellos, 1.800.000 niños menores de cinco años enfrentan desnutrición aguda.

Yemen es el escenario de una lucha regional entre Teherán y Riad que se está complicando. Está en juego el control del estratégico estrecho de Bab Al-Mandeb, el paso hacia el Canal de Suez, por donde pasa la mayor parte del petróleo del mundo. Esta batalla ha empujado este estado empobrecido aún más hacia el abismo, mientras se ensancha la división sectaria. El país se desangra, hay un vacío político, sin ningún tipo de liderazgo formal, no hay gobierno, la seguridad se deteriora rápidamente, la economía está colapsada y la gente muere

Más allá, de las luchas de poder, y de la geopolítica, la situación ha provocado un peligroso enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudita, que necesitan encontrar una solución pragmática, restablecer las relaciones de vecindad y gestionar sus enormes recursos para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y de la región. La retirada de Donald Trump del acuerdo con Irán sobre su programa nuclear, y la decisión de endurecer la posición de EEUU, puede empeorar la situación.

Desde 1978 más de 550.000 personas han muerto en Yemen, por el hambre, la violencia o asesinadas, se estiman 10.000 desde 2015. Pero, la situación empeora.  El creciente número de víctimas civiles está elevando los temores sobre una situación humanitaria ya deteriorada. Ante esta catástrofe, la comunidad internacional debe actuar con máxima prioridad. Existe un interés moral y estratégico en estabilizar a Yemen, terminar la guerra no es suficiente. Es preciso buscar una salida negociada para desactivar las causas que han alimentado esta situación explosiva.

La única solución a la situación, es tratar de raíz todos los problemas. Las soluciones violentas y militares han demostrado no ser una opción. En esta zona nunca las armas han resuelto nada y solo han dejado muertes, odio, destrucción y que la paz y los anhelos de los pueblos de vida digna y libertad sean un proceso casi imposible de alcanzar. Una solución política debe prevalecer con el tiempo, pero solo si se consideran seriamente todos los desafíos y se abordan las cuestiones económicas, las reformas democráticas, los derechos humanos y de las minorías.

Hace unos días, murió Amal Hussain, la pequeña hambrienta niña yemeni. Imagen de la tragedia de su pueblo y de las terribles consecuencias de la hambruna y la guerra. Murió tras protagonizar otra de las imágenes impactantes de los últimos años que se espera que no quede pronto en el olvido. Tras más de 35 años de dictaduras, violencia y subdesarrollo, la nación más pobre del mundo árabe merece una oportunidad. A Yemen, le sobran bombas y le falta paz.

Crónica Global,  Pensamiento,Sábado, 10/11/2018 

lunes, 29 de octubre de 2018

Diplomacia Económica


En los últimos años el mundo entró en una nueva era. EE UU ya no es la potencia hegemónica. China y Rusia se promocionan como actores económicos y militares y la aparición de bloques regionales económicos está causando un desafío cada vez mayor.
 
Las agendas internacionales señalan cuán complejo es el tiempo en que vivimos. Además de las continuas inestabilidades políticas y económicas, los avances tecnológicos obligan a la diplomacia a evolucionar. Nunca ha habido una necesidad más palpable de que los países innoven y fortalezcan sus capacidades para hacer frente a las complejidades y al ritmo de cambio. Igualmente, nunca antes el poder blando había tenido tanto potencial para resolver los desafíos que enfrenta la humanidad.

Por ejemplo, mientras continúa el debate sobre si la ayuda al desarrollo logra sus objetivos, o crea una cultura de dependencia, los beneficios son obvios. No cabe duda de que mejorar las condiciones económicas crea nuevos mercados, priva a los movimientos extremistas de reclutas vulnerables, principalmente jóvenes, y por lo tanto conduce a una mayor seguridad, reduce la emigración y los refugiados, y aumenta las posibilidades de generar riqueza. Es decir, beneficia a la sociedad global, no solo a los países receptores.

Ante esta apuesta, hay que dotarse de una diplomacia económica efectiva y adoptar estrategias complementarias combinando el bilateralismo y el multilateralismo. Priorizar un enfoque basado en el desarrollo humano y centrándose en la juventud y su empoderamiento.

Europa sigue descuidando la importancia de la política del codesarrollo. Sin embargo, la afluencia de inmigrantes africanos continuará mientras el sueño de Europa no sea reemplazado por un sueño africano. Y esto solo ocurrirá si se crea un entorno propicio para el emprendimiento para los jóvenes en su país de origen.  

El desarrollo de una estrategia global de diplomacia económica requiere la implicación de las empresas. Para que la internacionalización empresarial también sea una prioridad es preciso elaborar una política exterior institucional que aborde temas de conflicto e incertidumbre. Hay que adaptar nuevos enfoques a las nuevas complejidades. Las relaciones con otros países objetivo ayuda al desarrollo y a la expansión internacional de las empresas. 

La nueva diplomacia tendrá que enterrar los fantasmas del pasado, contar con las empresas y destinar más recursos a la formación de los jóvenes. La  ayuda al desarrollo tradicional no ofrece soluciones sostenibles y el codesarrollo parece cada vez más, un acierto.

Expansión, Edición Catalunya, Opinión. Pag.2. Viernes 26 Octubre 2018

miércoles, 13 de junio de 2018

Irak: ganar la guerra y perder la paz


Con las elecciones parlamentarias celebradas este mes de mayo, la política iraquí sigue dividida en líneas sectarias con políticos chiitas en las principales posiciones del poder, y muchos suníes que han boicoteado las elecciones por permanecer marginados. Además, el futuro de la región autónoma del Kurdistán sigue sin resolverse.

Los resultados electorales demostraron una creciente sensación de identidad iraquí. Irán, jugador importante junto a EEUU en el tablero iraquí, presionada por la reciente retirada de la administración Trump del acuerdo nuclear, se enfrenta a un importante triunfo del clérigo chiita Al Sadr, un opositor a su influencia en el país, que venció a sus aliados logrando una sorprendente victoria. Si Teherán exagerara su posición presionando a Sadr, correría el riesgo de perder influencia provocando un conflicto entre chiitas leales y opositores.

Irak ha pagado un enorme peaje por la guerra contra DAESH: su economía, infraestructuras y sobretodo su población, han sufrido dramáticamente 38 años de guerras ,embargos y terror. Ahora es vital avanzar en la reconstrucción del país para evitar que resurja la violencia, ya que los problemas económicos y sociales crean conflictos sectarios, que generan un vacío que pueden volver a rellenar los extremistas.

El país se enfrenta a duras condiciones. La población de uno de los principales productores de petróleo del mundo, es pobre, hay una creciente recesión y fuga de divisas, y también aumenta de forma preocupante el número de jóvenes desempleados. Por otro lado, hay 2,5 millones de iraquíes desplazados que deben regresar, y necesitan trabajo y poder confiar en las autoridades. Tambien hay un déficit de 4 millones de viviendas. Por otro lado, el país mantiene la presión del terrorismo lo que hace aumentar los costes en seguridad. Es preciso reconstruir las zonas liberadas y las infraestructuras de petróleo y energía, dar un impulso a los sectores productivos, hoy casi inexistentes. Y restaurar la relación con el Kurdistán y las minorías.

Todo son incentivos para iniciar un proceso integral de reforma y desarrollo, con la ayuda internacional y del sector privado. Las necesidades de reconstrucción ascenderán a unos 80.000 millones de dólares. El acceso a estos fondos dependerá de la confianza que ofrezcan las autoridades ante la falta transparencia y el aumento de la corrupción.

Lo que Irak necesita para gestionar con éxito el postconflicto es independencia en sus decisiones nacionales, una buena vecindad con todo su entorno, luchar contra el terrorismo y la corrupción, mejorar el bienestar de su gente, y acomodar a las minorías. Estos son los puntos de convergencia para una nueva mayoría gubernamental inclusiva y responsable.

Bagdad ha conseguido una gran victoria contra Daesh pero queda un largo camino para resolver los inseparables frentes políticos y económicos. Sin reconstrucción ni reconciliación, sería el equivalente a ganar la guerra y perder la paz.

El Periódico de Catalunya, Opinión,  Pag.2, Miércoles 30 de Mayo de 2018

miércoles, 23 de mayo de 2018

Líbano, Historia de desafios

Líbano ha celebrado las primeras elecciones parlamentarias desde 2009. El parlamento en funciones había extendido su mandato dos veces debido a la guerra en Siria y la implementación de importantes reformas en el sistema electoral.

La nueva ley electoral es tan compleja que muchos libaneses ha preferido quedarse en casa. La participación no alcanzó el 50%, si bien la introducción de un sistema de representación proporcional está destinada a facilitar una mayor pluralidad en el panorama político. Pero los altos límites establecidos para los candidatos ha favorecido a los grandes bloques políticos en lugar de crear una oportunidad para los nuevos partidos.

La política libanesa es actualmente un mosaico de alianzas contradictorias, aparentemente basadas en la supervivencia por encima de todo. Las promesas sobre la política o la prestación de servicios públicos no se toman en serio.

La apatía es el estado de ánimo predominante. La atención se ha centrado demasiado tiempo en asuntos que están fuera de las fronteras. Hay fatiga y desilusión entre la ciudadanía, pero también una aceptación de que su país está controlado por los grandes actores regionales que les rodean.

El nacimiento de un movimiento de la sociedad civil?, presentado como un primer desafío para los partidos establecidos, es elogiable a pesar de haber sacado un solo asiento en el nuevo parlamento.

El Líbano, a pesar de muchos contratiempos, sigue siendo el modelo de pluralismo, tolerancia y apertura en un Oriente Medio sacudido por las crisis y herido por las guerras. Pero el pequeño país mediterráneo no es una isla. Ha soportado toda la fuerza de las tensiones regionales, combate el terrorismo en sus fronteras. Y los temores de un colapso económico están aumentando aunque se espera que el gobierno salido de las elecciones impulse medidas urgentes para frenar esta tendencia .

A pesar de que la guerra civil terminó hace 28 años, la política todavía está dominada por excaudillos y dinastías familiares enredados en divisiones sectarias. Estas élites que mantienen el poder, lo que siempre les ha permitido resolver las elecciones antes de que los votantes lleguen a las urnas.

Seguramente habrá otra vez un gobierno de consenso y los libaneses esperan que resuelva sus numerosas demandas. Aspiraciones como la estabilidad, electricidad, agua, recogida de basuras, empleo juvenil, seguridad, reactivación de la economía, turismo, y un parlamento que refleje sus demandas y su diversidad.

En el corazón de Oriente Medio y en el cruce de tres continentes, donde el Este se encuentra con el Oeste, en el enlace de las rutas comerciales desde hace miles de años está Líbano. El país del cedro intenta convertirse en un centro regional e internacional para el comercio, las finanzas, los servicios, la cultura y el turismo.

El Líbano es el único país que tiene cuatro veces su población distribuida en los cinco continentes en el mundo como emigrantes: 16 millones. La emigración es parte de su historia, presente y futuro; y define y determina su economía, cultura y la movilidad de su capital humano.

Líbano es un país pequeño pero muy diverso. Lo que que trasciende las fronteras demográficas y geográficas. Debido a sus numerosos problemas, sus líderes, partidos políticos y poderes regionales e internacionales, no han podido sacarlo del camino de las crisis .

Si el conflicto sirio explica en parte la inestabilidad del país, las raíces de la situación actual se encuentran principalmente en la naturaleza del sistema político libanés. Las fuerzas políticas son confesionales. Como resultado de ello, no puede haber un consenso nacional ya sea en la política o en la aplicación de la política exterior para definir el sistema. Cada vez que hay un gran conflicto en la región, las diversas corrientes políticas se colocan de acuerdo a sus alianzas externas, y se proyecta sobre la sociedad con la creación de divisiones de la comunidad. Se vivió el mismo fenómeno en 1958 (durante la época de Nasser), en la guerra civil (1975-1990) y de nuevo desde 2005 con el asesinato del ex primer ministro Hariri.

Los puntos débiles son la enorme deuda contraída por la reconstrucción después de la guerra civil y los impactos de los conflictos en la región. El país es una economía para producir graduados: exporta talento e importa mano de obra no cualificada. Con un déficit doble, tanto fiscal como comercial, importa más de lo que exporta. La financiación de estos déficits requiere una entrada continua de capital, que en gran parte está garantizada por las transferencias de los emigrantes que llegaron a 8.000 millones de dólares en 2016.

El Líbano es también un país de 4,5 millones de personas que acoge a 1,5 millones de refugiados de Siria. Esta crisis humanitaria le ha costado 20.000 millones de dólares, en un país con un PIB anual de 48.000 millones de dólares.

La vulnerabilidad del Líbano a los conflictos regionales prolonga su estancamiento, así como los problemas de seguridad en la región. Pero también desde los más remotos tiempos el Líbano sigue siendo el puente para el comercio y la prestación de servicios hacia y desde la región.

El Estado libanés moderno con menos de un siglo de vida ha sufrido experiencias únicas desconocidas para otras naciones con historias mucho más larga --una guerra civil de 15 años, invasiones extranjeras, el malestar sociopolítico y la seguridad y más recientemente, la importante afluencia de refugiados--. Líbano ha sobrevivido todos estos choques. De hecho, no es ninguna sorpresa su reconocida capacidad de recuperación.

Crónica Global, Pensamiento, 11/05/2018
https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/libano-historia-desafios_140486_102.html


martes, 3 de abril de 2018

La batalla por el gas Mediterráneo

La carrera por las fuentes de energía ha desempeñado un papel clave en la formación de la historia de Oriente Medio desde finales del siglo XX; este fue el caso en el Golfo, Irak y Libia. 

Ahora, el descubrimiento de gas natural en el Mediterráneo Oriental abre nuevas expectativas, nuevos retos e inicia la carrera para explotar la riqueza descubierta. Además tiene implicaciones económicas, probablemente podría  convertir el Mediterráneo oriental en una de las principales áreas globales de suministro de gas,con recursos estimados en 122 trillones de pies cúbicos de gas, en las aguas territoriales de Chipre, Egipto, Israel, Líbano, Palestina y Siria.

Hay cierto optimismo, e interés europeo en el desarrollo del gas natural mediterráneo como contrapeso a las importaciones de gas ruso. Es preciso un entorno estable para atraer inversores y producir, y los jugadores pueden ser inducidos a resolver sus disputas pacíficamente. Lamentablemente, una combinación de fronteras inestables, maquinaciones diplomáticas y riesgos económicos podría envolver al Mediterráneo oriental en conflictos graves.

Los descubrimientos de yacimientos de gas están revolviendo la olla de agitación regional y provoca diversas reacciones. Las fronteras marítimas están en disputa. Hay tensión entre Líbano e Israel, y entre Turquía y Chipre por los límites marítimos, y la guerra en Siria y el apetito de otros jugadores externos como EEUU, Rusia y China provocan una situación volátil y altamente complicada.
EEUU y Rusia, los mayores productores mundiales de gas natural, están preparados para desempeñar un papel en la intermediación y el beneficio de las próximas crisis. Las potencias europeas, a pesar de ser el principal beneficiario de estas riquezas, podrían quedar relegadas.

Rusia es actualmente la potencia dominante en esta zona del Mediterráneo entre Turquía, Chipre, Egipto y Siria. Moscú ya se ha asegurado un papel preeminente en los sectores del petróleo y gas sirio en los próximos años, incluidas las reservas de gas en alta mar. Esta red de relaciones y la presencia militar podrían convertir a Rusia en el primer árbitro en las crisis en la región. Lo que le permitiría vigilar de cerca el desarrollo de las riquezas del gas del Mediterráneo oriental, que los europeos necesitan para disminuir su dependencia de Rusia.

La seguridad energética es una preocupación fundamental. La UE debería disponer de alternativas para diversificar sus fuentes de suministro, así como reducir sus riesgos políticos y económicos, y limitar su dependencia del gas Ruso que representa el 38% de sus importaciones. La crisis en Ucrania y la posibilidad de una interrupción en el suministro de gas a Europa muestran la necesidad de tener soluciones. La explotación de gas Mediterráneo no es solo una  gran  oportunidad de desarrollo para los nuevos países productores, sino también para la UE que el año 2030 necesitará unos 113 mil millones de metros cúbicos anuales.

El potencial de la región es considerable además del petróleo y el gas. Cuenta con sistemas de energía hidroeléctrica, eólicos y de radiación solar de los más avanzados. La región podría ser uno de los grandes actores energéticos del mundo. Hasta el 2035, se espera que la demanda de gas natural crecerá en 1,9% anual.

Los problemas internos y geopolíticos son las principales causas de riesgo. Algunos países tendrán que unir sus fuerzas si quieren aprovechar sus recursos y encontrar las mejores soluciones económicas y estratégicas para optimizar sus operaciones. Deberían tener en cuenta que para explotar esas grandes reservas de gas y atraer la inmensa inversión no será posible sin  promover un entorno pacífico y estable. Pero estas enormes riquezas no han calmado la región, al contrario, los conflictos parecen inevitables.

Una visión compartida y a largo plazo es esencial para movilizar los recursos necesarios para desarrollar la cooperación energética mediterránea y construir un mercado de gas natural regional. Muchas iniciativas en el ámbito de la cooperación euro-mediterránea no han generado resultados significativos. Los principales actores deberían multiplicar sus esfuerzos. Todos, de una manera u otra, pierden en esta batalla a pesar que son conscientes de la dependencia energética mutua entre Europa y el Mediterráneo y de como EEUU y Rusia están utilizando este espacio como otro campo de batalla en su competencia cada vez mayor en el mundo.

El Periódico de Catalunya, Opinión, Pag.2, Sábado, 24 de Marzo de 2018

miércoles, 14 de febrero de 2018

Jordania, evitar males mayores

Son tiempos difíciles para Jordania. Los problemas internos y regionales amenazan con perturbar su delicado equilibrio. Este pequeño país con grandes aspiraciones se enfrenta a una situación complicada en su entorno, su débil economía no consigue levantar el vuelo por las secuelas de las guerras en Irak y Siria, el terrorismo, el conflicto palestino-israelí, las tensiones entre Arabia Saudí e Irán, y los problemas y el boicot entre Qatar y varios países del Golfo que son sus principales avalistas ya que invierten grandes sumas de ayuda financiera y técnica, y hay una creciente sensación de ansiedad a nivel interno. Su estabilidad es de mucha importancia para Occidente ya que sería mucho más costoso para la comunidad internacional la desestabilización de este reino fronterizo con Arabia Saudí, Irak, Siria, Egipto, Israel y Palestina.

La historia y la geografía bendijo o maldijo a Jordania, según la perspectiva desde la que se mire. Mientras su posición geográfica --rodeada de 140 millones de personas--, su relativa estabilidad, un sistema financiero y unas infraestructuras que le conectan con los países del entorno afianzan su papel como plataforma regional, su geografía también le obliga a enfrentarse a una situación complicada como los conflictos múltiples de su entorno, que impactan en su desarrollo y crecimiento.

A nivel interno, los diferentes gobiernos y la oposición no han conseguido un consenso sobre la reforma política y de los derechos humanos, la debilidad de los partidos políticos no ha permitido que muchas de las reformas pasen del papel a la acción. La economía no se presenta mejor, su fragilidad es el desafío más urgente y complicado. Se encuentra estrechamente ligada a las economías de la región por su factura petrolera, las remesas de sus emigrantes, las inversiones y el turismo, por esto las autoridades tendrían que actuar con mucha cautela, impulsando una un política económica consensuada con los agentes sociales que permita reducir el impacto de los shocks externos.

Jordania se ha visto sitiada entre dos frentes de guerras, con un número creciente de refugiados que llegan de Irak y Siria. El país tiene una historia familiar con los desplazados, con casi la mitad de su población de 6,7 millones de habitantes originarios de Palestina. La escala del último flujo --casi tres millones de refugiados-- está sobrecargando su economía, aumenta el coste de vida, la demanda insostenible para la educación, la vivienda, la alimentación, la energía y el agua, y las cuestiones laborales se están convirtiendo en una amenaza para la cohesión social.
La economía de Jordania continuó luchando en 2017 debido a una desaceleración en sus sectores clave, la agricultura, el turismo y las exportaciones, así como el empeoramiento de la estabilidad regional, agravada aún más por la afluencia de refugiados de Siria.

Desde su ascenso al trono en 1999, el rey Abdalá II ha aprendido el arte de la supervivencia a largo plazo, juega con puño de hierro algunas veces, y de seda otras. Esta técnica ha demostrado su eficacia para mantener a Jordania aislada del tumulto regional. En los últimos 20 años, Jordania se dirigía a un estado en crisis, pero el líder ha sido muy astuto al equilibrar sus intereses en el país. Ha puesto en marcha importantes reformas económicas, como la liberalización del comercio y la privatización de empresas y servicios. Esta apertura ha tenido un relativo éxito, pero sigue siguiendo insuficiente. Las protestas han aumentado y la tasa de desempleo del 25% muestran que no satisface los retos sociales.

La gente está agotada de promesas. Está por ver la respuesta de la calle a la eliminación de los subsidios en los precios de los productos básicos como el pan y la gasolina. Las señales no son halagüeñas, a medida que las autoridades no gestionen bien el tiempo político, las demandas irán en aumento.

El reino también intenta satisfacer las necesidades de una población que aumenta a razón de unos 200.000 habitantes al año, y trata de estimular su economía con más apertura impulsando planes importantes de infraestructuras. Además, goza de elementos saludables para crecer a pesar de importantes retos como la situación regional, el paro, la corrupción​ y el déficit fiscal, las principales amenazas que pueden perturbar su delicado equilibrio.

Jordania tiene un considerable efecto arrastre en una región con muchos recursos. Pero el país, plagado por una economía frágil, bordeando guerras y tensiones regionales, y con una presión interna de mayores reformas, no puede permitirse el lujo de ver disminuir su economía y la apertura política, sino que estas deben ser la opciones prioritarias para evitar males mayores. Unos objetivos que los jordanos pueden y deben conseguir, pues la alternativa la están presenciado en sus vecinos Iraq y Siria.

Cronica Global. Diario Digital. 08/02/2018. Artículo Opinión. Análisis Económico.
https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/jordania-evitar-males-mayores_119600_102.html 

lunes, 13 de noviembre de 2017

Daesh: La fruta desperdigada

Daesh: cayó el árbol, pero la fruta esta desperdigada

Empieza a bajar el telón, y el mal llamado estado Islámico o Daesh, va cayendo tras tres años de expansión de su terror, en los que ha usado diferentes formas de guerra, operaciones tradicionales, operaciones terroríficas y lobos solitarios, como pasó hace unos días en Nueva York. 

Daesh no llegó de otro planeta, Son los hijos de una situación deteriorada, los hijos de los viejos y los nuevos fracasos, los hijos de la cultura de divisiones. Daesh no nació del vacío, sino que vino a llenar la falta de liderazgo en países como Siria, Irak, Libia, Somalia o Afganistán. Estados que se desintegran, con comunidades desgarradas. Todo comenzó en Afganistán, cuando Estados Unidos combatió a la Unión Soviética utilizando a Binladen y los talibanes. Ahora la semilla ha crecido como un árbol del que caen los frutos y que volverá a crecer si no se trata de raíz la enfermedad. 

La escena estaba preparada para que surgiera el extremismo y se expandiera la violencia: Al Qaeda creada en el laboratorio afgano, falsas escusas para invadir Irak y Afganistán, años de políticas internacionales que pasan por alto las tiranías o la causa Palestina. Sobre todo, la oportunidad perdida al no apoyar la primavera árabe. El coste del terrible fracaso de los estados al intentar pertenecer a una nueva era. Estados en los que la población ha pasado de la esperanza a la desesperación. Se perpetúan décadas de incitación al odio, fracaso económico e injusticias. Los fanáticos agarran el derecho de hablar en nombre de la religión y las masas. 

Los extremistas han secuestrado las religiones y han creado un mundo lleno de problemas que se ve amenazada por los belicistas, los xenófobos y los racistas. Hay que reflexionar sobre porqué se perpetúan ciertos clichés y estereotipos y se etiqueta a las personas en función de raza, credo o condición social.

Estos grupos, se llamen como se llamen, están motivados por las mismas creencias. Sus acciones permiten que prospere la tiranía en sus países y la islamofobia en el mundo. Es triste ver cómo se alienta un principio de culpabilidad colectiva y como las sospechas y la desconfianza se hah convertido en un obstáculo para buscar soluciones.

Hay que luchar contra la narrativa de los extremistas y encontrar soluciones justas a los problemas culturales e ideológicos crónicos. Más allá de los mercaderes del miedo, del choque de civilizaciones, que cotizan en la bolsa del  odio, el fanatismo y la crisis de identidad. No se puede legitimar la tiranía que oprime en nombre de una religión o una patria. 

Transformar la derrota en victoria requiere tratar de raíz los problemas reales. La respuesta a los conflictos sangrientos que asolan a varios países no es una solución más violenta o militar, que ha demostrado su ineficacia. No se ganará esta guerra con bombas, liberando territorios y destruyendo ciudades. Porque la derrota de Daesh no eliminará el nacimiento de un nuevo monstruo con otras formas, y en otros lugares.

El Periódico de Catalunya, Opinión, Pag.4  Lunes, 6 Noviembre 2017