viernes, 23 de junio de 2023

Seguridad alimentaria y sostenibilidad

Las últimas crisis, incluidas la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, han concienciado a productores, empresas, gobiernos y consumidores de la importancia de la industria alimentaria, su seguridad y sostenibilidad. La producción agrícola es uno de los pilares de la economía, ya que representa el 3% del PIB mundial y casi el 30% del empleo global

Los datos muestran un mercado mundial convulso, con precios disparados e inflación, preocupación sobre el suministro de energía, e interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos. Como siempre, los países más pobres serán los más afectados, incluidos muchos en la región Mediterránea y África debido a su dependencia de las importaciones de alimentos.

La seguridad alimentaria de un país no debería estar en juego. Hay muchos factores externos que afectan a la producción y reparto de alimentos: Depender de las importaciones, las restricciones comerciales que se activaron con el coronavirus, los acaparamientos de alimentos, las guerras, la interrupción de rutas comerciales por conflictos o intereses políticos o el cambio climático.

En general, los mercados agrícolas son inestables. Reaccionan a pronósticos especulativos de los operadores con variaciones en los precios como pasó en 1974, 1986, 1996 o 2008. Los graves aumentos de precios desencadenaron revueltas entre los consumidores e inestabilidad en los ingresos para los productores, sean pymes, agroalimentarias o granjas.

Las consecuencias sobre el bienestar humano en general y el sector agrícola en particular son claras, y la situación exige movilizar y construir a nivel Mediterráneo un medio ambiente sostenible. Además, la logística precisa evolucionar, construir cadenas mundiales de suministro de alimentos más resistentes y optimizar el movimiento de mercancías para responder a las crisis en tiempo real.
 
Con la globalización de los mercados las cadenas agroalimentarias se han fragmentado. En el Mediterráneo, a todos estos se suma ahora la degradación de los recursos naturales (tierra, agua, biodiversidad) y el cambio climático, con efectos extremadamente nocivos en la región, y que cuestionan directamente el sistema alimentario agroindustrial actual.
 
La historia del Mediterráneo ha ido siempre unida al clima, y el agua ahora es el elemento vital  en peligro. No hay que olvidar que los productos de la tierra dependen del cielo. Es imprescindible un consenso para crear una industria agrícola eficiente y resistente al clima, que evite el despilfarro. Sin cooperación, los países de la región no lograremos la sostenibilidad y el estrés hídrico aumentará inevitablemente.

Este es el primer paso hacia un futuro que debe aumentar la cooperación entre las riberas del Mediterráneo, y que requiere medidas para ordenar los usos, proteger los  ecosistemas y realizar planteamientos eficientes, como la dieta alimentaria patrimonial. La dieta Mediterránea debería ser la base para construir un sistema alimentario regional basado en la proximidad, solidaridad y autonomía, y, con ello, más resistente a las crisis del clima, económicas, sociales o de salud.

Es urgente una nueva visión que pase por la asociación del sector agrícola y alimentario en el Mediterráneo, basado éste en redes de desarrollo conjunto que ayuden a superar las crisis actuales y futuras.

Europa cuenta con un sector agroalimentario cooperativo y privado ansioso por desarrollarse en el Mediterráneo y, a través de la orilla sur, llegar al continente africano. Las empresas europeas tienen además musculo financiero, medios que brindar a las empresas de la región, y conocimientos técnicos, más allá de la condición de mero proveedor. El Mediterráneo sur y oriental, así como el África oriental y meridional, ofrecen importantes posibilidades de expansión para las empresas europea. Por otra parte, la Zona de Libre Comercio Continental Africana, que entró en vigor conectará a 1.300 millones de personas, creando un bloque económico de 3,4 billones de dólares. El potencial de la región mediterránea es considerable en cuanto a que indicadores financieros alentadores pueden combinarse con objetivos reales de desarrollo sostenible.
 
Urge impulsar medidas para reactivar el sector agroalimentario y evitar su asfixia, pero también es imperativo sentar las bases para un nuevo modelo de desarrollo sostenible, es el momento de tomar decisiones valientes. En el Mediterráneo hay que aunar voluntades, defender los intereses convergentes y apostar por una mejor cooperación.

Anwar Zibaoui, Opinión, ON Economia, Jueves, 1 junio 2023



miércoles, 21 de junio de 2023

Los BRICS revolucionan el sistema internacional

En 2001, el economista Jim O'Neill inventó el acrónimo BRIC,                                          iniciales de Brasil, Rusia, India y China. 

Países con economías emergentes, con grandes cantidades de recursos naturales y millones de habitantes. Hoy ya representan el 45% de la población del planeta. 

En los últimos diez años, son el origen de más del 50% del crecimiento económico mundial, pero solo tienen el 15% de los derechos de voto en el Banco Mundial y el FMI.

No son un grupo homogéneo pero tras unos inicios titubeantes, comenzaron a cooperar.  Añadieron la S de Sudáfrica en 2011, y aunque ahora los BRICS también están sufriendo los impactos del conflicto de Ucrania y otras crisis globales, mantienen expectativas de crecimiento. En estos momentos, asistimos a una nueva configuración internacional con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita, y nuevas adhesiones de países importantes a los BRICS.

La nueva fórmula propuesta por China el año pasado, son los BRICS+, con países como Argelia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Argentina, México o Nigeria. Con estas incorporaciones, el PIB de los BRICS+ pasaría al 30% mundial. También se les llama los Próximos Once (N-11) incluyendo a Bangladés, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Pakistán, Turquía y Vietnam. La idea es apoyar el multilateralismo y crear mecanismos de cooperación como el Nuevo Banco de Desarrollo o el Fondo de Reservas.

Hasta el momento, el protagonismo en inversión y consumo y el 40% de PIB mundial correspondía a EEUU y Europa, incluida Gran Bretaña, con menos de mil millones de habitantes. Pero, los países emergentes han aumentado su participación en el comercio mundial, cuestionan y ponen en entredicho la arquitectura actual de las relaciones internacionales, planteando problemas hasta ahora ignorados por los países desarrollados, como el desequilibrio en la economía mundial.

El Nuevo Banco de Desarrollo, NBD, con sede en Shanghái, creado con la contribución de los bancos centrales de los BRICS, nació como alternativa a los organismos financieros internacionales tradicionales. Con objetivos como escapar de la hegemonía del dólar al promover el uso de las monedas nacionales, estimular la demanda interna de los países, el comercio e inversión, o intentar evitar la especulación financiera de divisas. Los créditos se usarían para para construir infraestructuras y reducir el riesgo de inflación.

Hasta ahora, el sistema financiero internacional estaba controlado por un reducido grupo de países que también tienen el mayor poder de voto y decisión en los organismos multilaterales. Este consenso de los BRICS es el mayor acuerdo financiero desde la creación de las instituciones de Breton Woods en 1944, un avance histórico si se mantiene la transparencia de los propósitos y ayuda a reformar el sistema para beneficiar a todos.

La estabilidad financiera de los BRICS es un elemento positivo para la economía global, y con estos pasos, los países emergentes toman la responsabilidad de su propio desarrollo y disponen de recursos para financiarlo.

Esto demuestra la importancia del mercado de capitales en la intermediación y los activos líquidos como los derivados, más que a un proceso de asignación del ahorro hacia proyectos de financiación para el desarrollo. No hay que olvidar que el gasto en infraestructura es un pilar esencial para potenciar el desarrollo económico, social y ambiental, ampliar el acceso a los servicios de los más vulnerables, y reducir la desigualdad.

Los BRICS se consideraron en origen, como un simple mecanismo para presionar a los países ricos y participar en la gestión de la economía mundial. El alumno avanza al maestro, y veremos si la cooperación y las nuevas combinaciones de potencias emergentes pueden desempeñar un papel en el escenario mundial y son capaces de ofrecer alternativas. La marca ha calado, convertida en sinónimo de cambio, mercados y crecimiento, pero deben demostrar que son un grupo coherente y pueden trabajar en equipo.

La estrategia de los BRICS es promover el codesarrollo, basado en el respeto a la elección soberana del sistema político y económico de cada nación, teniendo en cuenta su historia y cultura. Pero, hay que ser realista, cada país defiende sus propios intereses porque en la práctica de las relaciones internacionales y sobre todo económicas, no hay fraternidad ni sentimientos, sólo intereses.

Anwar Zibaoui, Opinión, EXPANSIÓN, 19 Junio 2023

https://www.expansion.com/catalunya/2023/06/19/64903310e5fdeada2b8b465b.html