Decenas de miles de jóvenes decepcionados y sin empleo se han radicalizado y estan dispuestos a todo.
Con 40 millones de jóvenes desempleados, unos 27 millones sin educación ni formación, Oriente Próximo y el Magreb tienen la mayor tasa de paro de jóvenes en el mundo: un 27,2 %. Es un problema grave, que aumentará, porque la mitad de los 380 millones de habitantes de la región son menores de 25 años y la población puede llegar a los 700 millones en 2050.
El desempleo fue uno de los factores fundamentales de los movimientos de protesta de la llamada Primavera Árabe. Junto con la lucha contra la corrupción y una mayor participación democrática. Pero, casi seis años después, el cumplimiento de estas expectativas se ve lejano y el duro invierno ha provocado que decenas de miles de jóvenes decepcionados se radicalicen, se unan a organizaciones extremistas o intenten emigrar lejos de la guerra y la miseria. Debido al fracaso político y económico, sus vidas se han transformado en un infierno, no hay futuro, y solo por vivir están dispuestos a todo, incluso a asumir el riesgo de morir.
Para frenar la tragedia hay que proporcionar herramientas, un proyecto, alternativas para acomodar la enorme energía de la juventud. No se les puede decir: “siéntate y permanece callado” por que se les está empujando al bando equivocado. Es preciso usar esa fuerza para reconstruir la región, liberarla del sectarismo, la tiranía y la injusticia.
Sólo el 49,2% de la población de la región participa en el mercado laboral, en comparación con el 63.5% a nivel mundial. Entre los graduados, el desempleo ha alcanzado niveles insostenibles. Entre las mujeres llega al 45%, y pese al logro educativo están excluidas. Aumentar su participación añadiría un 47% al PIB la próxima década. El mundo árabe debe crear 60 millones de nuevos puestos de trabajo para el año 2020 sólo para mantener las tasas de desempleo constantes.
El mayor desafío es crear empleo al mismo ritmo que el crecimiento de la población. La demografía puede ser un dividendo o un desafío, dependiendo del acierto.
Desde 2010 hasta 2015, la región ha perdido 613.800 millones de dólares en actividad económica, casi el 6% del PIB. Algunos países árabes están al borde de la ruina económica y financiera por las guerras y la inestabilidad política. Además, los riesgos geopolíticos surgen por el terrorismo y la insistencia de algunos gobernantes en no dejar sus sillas aunque esto cueste cientos de miles de vidas y millones de desplazados.
La oportunidad para la región se está escapando. Se necesita una acción seria para crear economías inclusivas y empleo juvenil. Se requiere un enfoque dual en la creación de puestos de trabajo, incluido el autoempleo, y adaptar los conocimientos al mercado laboral, liberar el camino para el sector privado, una mayor inversión pública en infraestructuras, en sanidad y educación.
Pese a este panorama, los jóvenes de la región necesitan tener esperanza y un deseo de estabilidad y prosperidad. Nada es más poderoso que la esperanza de una vida mejor.
El Periódico de Catalunya, Pag. 2 Opinión, Jueves, 12 enero 2017
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