Economía Digital Miércoles, 04/01/2017
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Ha terminado 2016 dejando para el 2017 un balance muy complejo que representa más incertidumbres que esperanzas. El panorama no es halagüeño para el mundo: Putin busca afianzarse y recuperar glorias de antes de la caída del muro de Berlín, Trump llega con mucho ruido pero no sabemos si pocas o muchas nueces, los dragones chinos siguen insaciables y Europa, envejecida, está marcada por el Brexit y la llegada de refugiados. Los neonacionalistas nostálgicos de imperios perdidos y de guerras fratricidas utilizan la religión, la mitología y la anti-globalización para conseguir el distanciamiento entre culturas.
Así es muy difícil ser optimista. El final de año es una fecha arbitraria en el largo proceso de la política. Los acontecimientos que se han puesto en marcha en 2016, o que ya estaban en movimiento, ni se terminarán el 31 de diciembre ni cambiaran el 1 de enero. La incertidumbre creada nos afectará a todos.
No solo Oriente Medio vive grandes dificultades, y algunos momentos fundamentales. La guerra civil de Siria se ha prolongado demasiado, 6 años. La lucha contra Daesh no terminará en Mosul o Raqqa y tomará mucho más tiempo. Turquía, ha sufrido en el 2016 un año muy difícil con 20 ataques terroristas centenares de víctimas y un fallido golpe de Estado.
2016 ha confirmado el auge del populismo y el retroceso de la política. Somos testigos de un retroceso, de populismos y autoritarismos y de cómo se aprovechan los mecanismos democráticos y las estructuras de Estado para aborregar a los ciudadanos y conseguir el distanciamiento.
Muchas son las preguntas y escasas las respuestas ¿Es cierto que algunos no pueden soportar al otro diferente que vive en su misma escalera o barrio, ciudad o país? ¿Realmente no reconocen el derecho del otro a la diferencia étnica, religiosa, o incluso cultural? ¿Consideran la existencia del otro una amenaza a su identidad y la pureza de su país, un enemigo con el que deben ser cautos, y cuyas conspiraciones deben enfrentar? ¿Por qué algunos consideran una agresión cuando el otro reclama respeto a su patrimonio, a sus aspiraciones, su idioma o dialecto?
¿Por qué a algunos les aterroriza la diferencia? ¿Por qué no pueden imaginar que su vecino pueda tener sueños que no se corresponden con los suyos ? ¿Que tenga una historia que no sea una copia exacta de la suya ? ¿Que lea de un libro diferente al que leen? ¿Que sus niños bailan al ritmo de melodías diferentes?
¿Por qué cuando el mismo terror ataca un país árabe o musulmán parece tener menos importancia que un atentado en Europa o Estados Unidos? ¿Es que las victimas no son todas seres humanos?
Así es muy difícil ser optimista. El final de año es una fecha arbitraria en el largo proceso de la política. Los acontecimientos que se han puesto en marcha en 2016, o que ya estaban en movimiento, ni se terminarán el 31 de diciembre ni cambiaran el 1 de enero. La incertidumbre creada nos afectará a todos.
No solo Oriente Medio vive grandes dificultades, y algunos momentos fundamentales. La guerra civil de Siria se ha prolongado demasiado, 6 años. La lucha contra Daesh no terminará en Mosul o Raqqa y tomará mucho más tiempo. Turquía, ha sufrido en el 2016 un año muy difícil con 20 ataques terroristas centenares de víctimas y un fallido golpe de Estado.
2016 ha confirmado el auge del populismo y el retroceso de la política. Somos testigos de un retroceso, de populismos y autoritarismos y de cómo se aprovechan los mecanismos democráticos y las estructuras de Estado para aborregar a los ciudadanos y conseguir el distanciamiento.
Muchas son las preguntas y escasas las respuestas ¿Es cierto que algunos no pueden soportar al otro diferente que vive en su misma escalera o barrio, ciudad o país? ¿Realmente no reconocen el derecho del otro a la diferencia étnica, religiosa, o incluso cultural? ¿Consideran la existencia del otro una amenaza a su identidad y la pureza de su país, un enemigo con el que deben ser cautos, y cuyas conspiraciones deben enfrentar? ¿Por qué algunos consideran una agresión cuando el otro reclama respeto a su patrimonio, a sus aspiraciones, su idioma o dialecto?
¿Por qué a algunos les aterroriza la diferencia? ¿Por qué no pueden imaginar que su vecino pueda tener sueños que no se corresponden con los suyos ? ¿Que tenga una historia que no sea una copia exacta de la suya ? ¿Que lea de un libro diferente al que leen? ¿Que sus niños bailan al ritmo de melodías diferentes?
¿Por qué cuando el mismo terror ataca un país árabe o musulmán parece tener menos importancia que un atentado en Europa o Estados Unidos? ¿Es que las victimas no son todas seres humanos?
El desafío radica en cómo gestionar la próxima etapa. Desarrollar nuevas herramientas para hacer frente a diferentes demandas: cómo enfrentarse al paro y al sufrimiento de la mitad de los jóvenes del mundo. Cómo luchar contra la corrupción, que consume un parte importante del PIB. O la pobreza extrema que aqueja a casi la mitad de la población, sin olvidar una burocracia obsoleta y enquistada que ahoga las iniciativas creativas.
Tenemos una afición por las fechas. Nos ayudan a regular nuestras vidas, nos dicen cuando termina la semana y comienza el mes, cuando hay que pagar impuestos y recordar el día para celebrar nuestro nacimiento. Pero las cosas que nos llenan de incertidumbre o de la ansiedad así como de esperanza y felicidad no están vinculadas a una fecha determinada. Todas las dificultades a las que nos enfrentamos se pueden resolver, no el 1 de enero, pero si con el tiempo.
2017 ya está con nosotros y se quedará más allá de 2017. Nuestras esperanzas y temores no están vinculados a una fecha particular. Pero algunas fechas nos pueden hacer reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas.
Y, por supuesto, el nuevo año nos hace mirar hacia adelante y esperar tiempos mejores.
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