"No cuenten conmigo para comprobar la longitud de las faldas de las mujeres", declaró el nuevo jefe de Gobierno de Marruecos, Abdelila Benkirán , líder de un partido islamista, encargado por el Rey Mohamed VI de formar Gobierno de acuerdo con la nueva Constitución. El Partido Justicia y Desarrollo (PJD) ganó las elecciones celebradas el 25 de noviembre asegurando 107 de las 395 actas del Parlamento (es el partido más votado, pero sin mayoría, lo que le obliga a formar una coalición).
Así, Marruecos, en comparación con la agitación que sacude gran parte de la región, se ha convertido en el primer país del Magreb en acordar un programa de reforma constitucional y realizar elecciones limpias a pesar de la participación de solo la mitad del censo, ya que el resentimiento de los votantes hacia la élite política es real, y los activistas del Movimiento 20 de Febrero invitaron al boicot.
Algunos han llamado a los cambios una evolución o la "revolución silenciosa". Los manifestantes han salido a las calles, pero no de forma masiva, ha habido una respuesta en ocasiones violenta de las fuerzas de seguridad, pero no ha sido abrumadora como en otros países vecinos. Se han hecho llamamientos para la reforma, pero a diferencia de otras zonas de la región, las demandas para el derrocamiento del rey han sido escasas.
HISTORICAMENTEx, el nivel de legitimidad popular de la monarquía es mayor. Por ahora parece haber poco interés por un cambio radical del régimen. Siempre hay quienes se oponen, que creen en un sistema diferente. Pero no son numerosos.
La experiencia de Marruecos pone de manifiesto que hay otra manera de tratar de implicar a los partidos islamistas en lugar de enfrentarse a ellos. Creando una atmósfera democrática que les permite ser socios en la responsabilidad, que la gente pueda comprobar su capacidad de gobernar. La mayoría votó por el PJD por ser una fuerza política fuerte y con una reputación limpia. Y están dispuestos a darle tiempo para probarse a sí mismo más allá de los eslóganes de la calle. Esa es la novedad de una experiencia sin precedentes.
La nueva Constitución es un gran paso adelante. Algunos analistas dicen que lo más llamativo no es lo que cambia, sino lo que sigue siendo igual, en referencia al poder del rey y la debilidad del sistema de partidos políticos. Pero hay que edificar sobre los cambios claves, como la descentralización, los derechos humanos, la independencia del poder judicial, la lucha contra la corrupción y el abuso de poder, y que el rey designa al partido con mayor apoyo de votos y parlamentario para la jefatura del Gobierno, con nuevas competencias para el primer ministro para seleccionar y destituir a los miembros del Gabinete.
Si las demandas populares de mayor representación política y una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos se cumplen, entonces se avanzará más rápido, si no las protestas van a continuar, y la estabilidad política, en vez de asegurarse con los cambios constitucionales, podría verse aún más afectada.
La misión principal del nuevo Gobierno será afianzar el proceso de reforma y armonizar las nuevas leyes. La clave será la eficacia con que se aplican, pero tan importantes son los cambios políticos, como enfrentarse a la situación económica. El punto de partida no es tan sombrío. La economía marroquí ha logrado resistir mejor que sus vecinos durante la última década, aunque el crecimiento del PIB ha sido lento, ya que es un importador neto de materias primas. En el 2011 ha tenido un crecimiento del 4,3%. Pero la asignatura pendiente es hacer frente a la pobreza, el desempleo y las enormes disparidades de ingresos. A pesar de cierto optimismo sobre un repunte en el 2012, dependerá del desarrollo político y sobre todo de la situación económica europea.
El reino sabe que puede confiar en la ayuda internacional. EEUU y la UE siguen siendo donantes generosos. También Arabia Saudí y los países del Golfo tienen un gran interés en la protección de esta monarquía y han impulsado un plan para estrechar las relaciones económicas y políticas.
La nueva Carta Magna no puede por sí sola transformar la sociedad. Su grado de éxito o la regresión del proceso dependerán de la capacidad de la clase política de ocupar su espacio y equilibrar la relación con la monarquía. Es una carta de navegación para edificar el Marruecos del mañana, a pesar del presente nublado y un entorno tormentoso. La calle ha expresado sus aspiraciones y el palacio está abriendo sus puertas incorporando savia nueva. Se muestra dispuesto a escuchar el pulso de la calle actuando con rapidez. Ha empezado una transición. Los marroquís son conscientes de que las cosas podrían escapárseles de las manos, así que hay un mayor grado de paciencia y más deseo de cambio gradual y progresivo. Saben que es el comienzo de un largo proceso como lo fue la transición española, el espejo donde más miran
Publicado en El Periódico de Catalunya, Opinión, Pag.8, Lunes 9 de enero de 2012
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