Las exportaciones de España han crecido, entre los años 2008-2015, un 28%, El año pasado batieron un récord, ascendiendo a 250.241,3 millones de euros. Lo que supuso un crecimiento de un 4,3%, y, en el primer semestre del 2016, han vuelto a marcar otro récord, creciendo un 2,3% respecto al año pasado.
La UE sigue absorbiendo casi el 65% del total de ventas al exterior. Falta una diversificación de los destinos, y la consolidación de nuevos mercados regionales podrían ayudar a medio y largo plazo al plan de internacionalización, y alejar esta dependencia histórica.
El déficit comercial sigue bajando. Se situó en 6.521 millones de euros en mayo pasado, pero sería un error ignorarlo. El desequilibrio en la balanza comercial revela lo que aqueja a la economía y las debilidades de las empresas frente a la competencia internacional.
Las cifras indican que la situación está mejorando, pero hay que consolidar la apuesta por la internacionalización, que durante los años de la crisis se ha convertido para muchos países y empresas en un imperativo inaplazable. Pero esto debería ser no solo una salida temporal, sino un objetivo fijo de una estrategia a largo plazo en una economía compleja sin fronteras, puesto que este proceso incrementa los beneficios. No obstante, no está exento de riesgos.
Conflictos políticos o económicos, religiosos o culturales, étnicos o lingüísticos son una realidad en el mundo complejo en el que vivimos. Estas cuestiones tienen efectos directos en el proceso de internacionalización. Muchas empresas no están preparados para gestionar estas realidades, son vulnerables y crece su exposición a los riesgos globales. Por ello,se deben desarrollar modelos de negocio altamente flexibles que les permitan responder a nuevas oportunidades y amenazas para construir empresas solidas.
Muchos son los factores que preocupan a los empresarios, como el conocimiento del mercado objetivo, su atractivo, el riesgo país, tanto comercial como financiero, su legislación, sus recursos humanos, su cultura, su disponibilidad de mecanismos de acompañamiento o la seguridad en países en conflicto.
Y como dice la famosa canción "Nunca caminarás solo"... Esta aventura exterior requiere abrir oficinas, redes de distribución o crear fabricas, encontrar socios locales o crear negocios conjuntos podría ser la opción menos costosa para reducir los riesgos. Para ello, se necesita un proceso dinámico para trazar un camino donde aglutinar capacidades y utilizar esta suma en la estrategia de expansión exterior. Trabajar con empresas locales es una buena política.
La UE sigue absorbiendo casi el 65% del total de ventas al exterior. Falta una diversificación de los destinos, y la consolidación de nuevos mercados regionales podrían ayudar a medio y largo plazo al plan de internacionalización, y alejar esta dependencia histórica.
El déficit comercial sigue bajando. Se situó en 6.521 millones de euros en mayo pasado, pero sería un error ignorarlo. El desequilibrio en la balanza comercial revela lo que aqueja a la economía y las debilidades de las empresas frente a la competencia internacional.
Las cifras indican que la situación está mejorando, pero hay que consolidar la apuesta por la internacionalización, que durante los años de la crisis se ha convertido para muchos países y empresas en un imperativo inaplazable. Pero esto debería ser no solo una salida temporal, sino un objetivo fijo de una estrategia a largo plazo en una economía compleja sin fronteras, puesto que este proceso incrementa los beneficios. No obstante, no está exento de riesgos.
Conflictos políticos o económicos, religiosos o culturales, étnicos o lingüísticos son una realidad en el mundo complejo en el que vivimos. Estas cuestiones tienen efectos directos en el proceso de internacionalización. Muchas empresas no están preparados para gestionar estas realidades, son vulnerables y crece su exposición a los riesgos globales. Por ello,se deben desarrollar modelos de negocio altamente flexibles que les permitan responder a nuevas oportunidades y amenazas para construir empresas solidas.
Muchos son los factores que preocupan a los empresarios, como el conocimiento del mercado objetivo, su atractivo, el riesgo país, tanto comercial como financiero, su legislación, sus recursos humanos, su cultura, su disponibilidad de mecanismos de acompañamiento o la seguridad en países en conflicto.
Y como dice la famosa canción "Nunca caminarás solo"... Esta aventura exterior requiere abrir oficinas, redes de distribución o crear fabricas, encontrar socios locales o crear negocios conjuntos podría ser la opción menos costosa para reducir los riesgos. Para ello, se necesita un proceso dinámico para trazar un camino donde aglutinar capacidades y utilizar esta suma en la estrategia de expansión exterior. Trabajar con empresas locales es una buena política.
Expansión, Edición Catalunya, Opinión, Pag.2, Martes, 27 septiembre 2016
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