lunes, 29 de julio de 2024

Una comisaria europea para el Mediterráneo

El anuncio de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de crear una cartera separada para ocuparse del Mediterráneo como parte de su próximo equipo es una decisión acertada y necesaria para impulsar la cooperación y la búsqueda de nuevas sinergias entre ambas orillas de la región.

"El Mediterráneo debe tener una atención prioritaria", dijo Von der Leyen en el Parlamento Europeo en Estrasburgo el pasado 18 de julio. "Por eso nombraré un comisario europeo para la región y propondré una nueva agenda para el Mediterráneo porque el futuro de las dos orillas del Mediterráneo es el mismo", apuntó la máxima representante de la UE.

En el Mediterráneo se acumulan los problemas y se multiplican los actores y los conflictos, lo que constituye un desafío común que precisa de un enfoque coordinado y global. Las buenas intenciones y palabras sin contenido no son suficientes. Las tragedias humanas que se suceden diariamente en nuestra región evidencian los desequilibrios y desigualdades que siguen existiendo.

Todo el Mediterráneo está experimentando un cambio radical. La región vive una situación de incertidumbre: crisis económica, guerras, intentos lentos de reformas,... Estamos en una etapa clave. No actuar multiplica el riesgo y afecta al conjunto de países.

Los conflictos, la cuestión de la seguridad, la necesidad de energías renovables, la crisis de los refugiados o la crisis migratoria son desafíos que la UE debe resolver con carácter de urgencia.

El sistema de valores europeos está en juego. A priori, la UE no tiene una estrategia o un plan concreto para abordar todos estos retos. Hasta el momento, ha actuado como un socio secundario, a veces incluso sin tener voz propia. Sin embargo, la región, desde Marruecos hasta el Golfo, es donde Europa tiene más intereses económicos y estratégicos.

En el Mediterráneo Sur y Oriental y el Magreb 50 millones de jóvenes están en paro, 27 millones sin formación y el 50% de los 388 millones de habitantes son menores de 25. Esto es una bomba de relojería. Europa tampoco está en su mejor momento, pues en los últimos años ha tenido que lidiar con graves crisis, como la guerra en Ucrania o la tensión en Oriente Medio. Los esfuerzos por integrar países de la región bajo un mismo paraguas, como el Proceso de Barcelona en 1995, la Política Europea de Vecindad en 2004, el instrumento de Vecindad y Asociación en 2007 y la Unión por el Mediterráneo en 2008 han dado pocos frutos, y menos aún credibilidad.

El futuro depende de la capacidad para adaptarse a las nuevas realidades y no levantar nuevos muros en el Mediterráneo. Lo que está en juego es mucho. Se necesita un nuevo enfoque europeo sobre las bases de la cooperación. Los cambios de paradigma, las nuevas tendencias en todos los sectores económicos y el nuevo escenario geopolítico global implican hoy una revisión urgente de la relación entre el Mediterráneo y Europa, caracterizada durante mucho tiempo por ser una relación donante-beneficiario. Trabajando en igualdad de condiciones fomentaremos una mejor cooperación que conducirá al fortalecimiento de economías más inclusivas y a un mayor bienestar social en ambas orillas de la región. Además, esta mayor cooperación nos permitirá convertir retos como la revolución digital o la economía verde y azul en nuevas oportunidades de futuro para explorar nuevos horizontes.

En la carrera entre EEUU y China, la Unión Europea solo encontrará su lugar en el nuevo orden mundial aliándose a sus socios del Mediterráneo y asociándose con África para crear un polo competitivo global. Pero ello requiere desplazar el centro de gravedad hacia el sur. Fomentar la cooperación económica ayudaría a solucionar los problemas de inmigración y radicalización, además de impulsar la interacción intrarregional, la creación de empleo, la inversión, el apoyo a las mujeres y jóvenes, la experiencia crediticia, o la promoción del turismo sostenible. Hablamos de políticas clave que podrían ayudar a resolver las condiciones socioeconómicas desesperadas en algunos países de la orilla sur. Se lucharía contra la pobreza y el desequilibrio.

Ha llegado el momento de poner en marcha un programa ambicioso que apoye la creación de un espacio común. La UE debe adoptar una nueva política clara y efectiva. La figura de un Comisario Europeo para el Mediterráneo supondría una respuesta efectiva y una apuesta estratégica ante la situación crítica que atraviesa nuestra región. Es necesario revitalizar la Unión por el Mediterráneo que constituye el marco regional de cooperación adecuado entre los 43 Estados miembros.

Europa tiene que implicarse ya que su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo de la otra orilla. Si los europeos y los mediterráneos quieren ser más que vecinos y convertirse en propietarios de un futuro común, deben entender esta evidencia

Hay que pasar de las emociones a las soluciones, y no esperar con los brazos cruzados a que aumenten los riesgos, los desafíos y los costes. Las oportunidades perdidas han sido muchas y muy dolorosas.

Anwar Zibaoui, EXPANSIÓN, Tribuna-opinión, 23 de Julio 2024

lunes, 15 de julio de 2024

La economía del mar azul

   El Mediterráneo, el mar azul por excelencia, como lo definió Julio Verne en 20.000 Leguas de Viaje Submarino, es el nexo de los pueblos de nuestra región, el epicentro de nuestras vidas, el gran catalizador de los principales acontecimientos del pasado, presente y futuro. Pero, además, el Mar Mediterráneo ha sido y sigue siendo un modo de subsistencia de los pueblos de la región, pues obtenemos suministros esenciales y servicios, como la acuicultura y pesca, y es uno de los principales destinos turísticos del mundo.

A pesar de todo este potencial y de la innegable dependencia del Mar, en los últimos años han surgido varios desafíos que ponen en riesgo la estabilidad y el desarrollo económico de la región. Lo vemos en la industria turística o en la seguridad alimentaria -se han interrumpido cadenas de suministro por las cuarentenas y sectores como la pesca están en una situación de máxima vulnerabilidad-. Los desafíos actuales se evalúan en términos de salud, medicina, seguridad alimentaria y energética, mitigación y adaptación al cambio climático, y transferencia de conocimiento y avances científicos. Aunque el desafío de futuro más importante es fortalecer la resiliencia para prevenir pandemias y choques.

Necesitamos aprovechar ese potencial del mar, el 70% de nuestro planeta, para proporcionar el impulso azul a nuestras economías, y construir un mundo más resistente y sostenible. Las comunidades costeras deben adaptarse a los riesgos crecientes. Para 2050, más de 500 ciudades costeras se enfrentarán a un aumento del nivel del mar de al menos 0,5 metros. Los costes de los daños causados por las inundaciones podrían alcanzar los 5,5 billones de dólares en unos años.

El océano es fundamental para la vida en la Tierra. Absorbe una cuarta parte de todas las emisiones de dióxido de carbono y captura más del 90% del calor adicional que generan. La economía azul está valorada en más de 2.5 billones de dólares anuales. Proporciona pescado y marisco a más de 3.000 millones de personas cada día. Transporta alrededor del 90% del comercio mundial. Es una fuente de energía e ingredientes clave para combatir enfermedades. Para muchos, es su medio de vida, un lugar de trabajo y un hogar.

La economía azul proporciona alimentos y agua, genera empleos y es una fuente de crecimiento económico para millones de personas, sobre todo los segmentos de población más pobres y vulnerables. Según una estimación, genera entre 3 y 6 billones de dólares para la economía mundial. Si fuera un país, la economía Azul sería el séptimo más grande del mundo. Estamos hablando de un importante motor del desarrollo urbano y regional. En las ciudades costeras, la economía azul proporciona empleo a millones de personas, incluso en el sector náutico, la investigación biomarina o las tecnologías azules. En España, la economía azul genera una facturación anual de 3.800 millones de euros sólo en Barcelona, y en la región sur de Andalucía representa alrededor del 10,5% del PIB.

Pero la economía azul no va sólo de ingresos económicos, sino también de beneficios no comerciales, como el almacenamiento de carbono, la protección costera, los valores culturales y la biodiversidad. A nivel mundial, los servicios ecosistémicos, como la producción de energía eólica y la protección costera, generan beneficios por valor de 140 billones de dólares al año, lo que representa más de una vez y media el tamaño del PIB mundial.

En este contexto, el Mediterráneo debe cooperar para poner en marcha e implementar un sistema de gobernanza marítima sostenible y así impulsar la contribución económica de los océanos, contribuyendo al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ello, es necesario un nuevo modelo económico que impulse el potencial del Mediterráneo. Hay que unir esfuerzos y fortalecer la colaboración de las comunidades empresariales relacionadas con el sector marítimo regional para aprovechar las oportunidades y enfrentar estos desafíos.

La economía azul abarca muchos sectores con diferentes tipos de oportunidades de inversión. No es tan fácil de definir como ocurre con la economía verde, que tiene que ver con la producción de energías "limpias" para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la ciudad de vida de los ciudadanos. Pero, el azul podría ser el nuevo verde. Engloba la seguridad y gestión marítimas, el transporte y las actividades portuarias, la construcción naval, el reciclaje, la energía offshore, la bio-prospección, el papel de los ecosistemas, la pesca y la acuicultura, los servicios.... La educación de la juventud es fundamental para darle forma: la economía azul tiene la capacidad de proporcionar empleos muy necesarios en toda la región.

La economía azul es una fuente  de riqueza y prosperidad para el Mediterráneo. La región debe aprovechar ese potencial y las oportunidades de crecimiento, empleo e inversiones. Las estrategias nacionales deben identificar claramente las prioridades, desarrollar una visión clara para el desarrollo sostenible y garantizar las políticas y las acciones necesarias para promover la economía azul, además de salvaguardar el mar.

Los sectores de esta economía del mar se apoyan en los ecosistemas marinos naturales y los recursos marítimos. Existen interrelaciones evidentes: los turistas requieren transporte marítimo y son grandes consumidores de pescado o marisco tradicional. La energía eólica marina puede interferir con las actividades pesqueras. La construcción naval y el reciclaje dependen en gran medida de la demanda del sector del transporte. Algunas actividades innovadoras (por ejemplo, turismo de pesca) enfatizan aún más la importancia de la integración entre diferentes sectores. La adopción de un enfoque intersectorial es crucial para analizar y desarrollar estrategias que beneficien a varios sectores económicos.

Desarrollar una economía azul saludable y sostenible es imprescindible. Invertir en acciones oceánicas clave como la descarbonización del transporte marítimo, la conservación y restauración de manglares, la producción sostenible de productos del mar o el desarrollo de energías renovables proporciona beneficios globales. No solo beneficios financieros, sino también mejores resultados de salud para los consumidores, una biodiversidad más rica y trabajos más seguros, entre otras prestaciones. Un mar sostenible debe verse no solo como un imperativo de conservación, sino también como una prioridad para el futuro de la economía, el ecosistema y la sociedad.
 
Anwar Zibaoui, EXPANSIÓN, Edición Catalunya, Opinión,  11 Julio 2024



lunes, 1 de julio de 2024

Marca Mediterránea

En un entorno competitivo global, el Mediterráneo se enfrenta a múltiples desafíos. Estos se refieren principalmente a su posicionamiento entre regiones. Para impulsar su éxito será necesario unir el largo plazo y los proyectos capaces de garantizar el desarrollo económico, y la ejecución oportuna y eficiente de los planes operativos. Otros elementos esenciales son la selección de los instrumentos idóneos, el establecimiento de las prioridades correctas y confiar en los procesos de ejecución.

El Mediterráneo, cuna de civilizaciones, puente entre Oriente y Occidente, origen del pensamiento político y filosófico, tiene ahora la oportunidad de recuperar el esplendor y la hegemonía del pasado. El ADN Mediterráneo es rebelde, creativo, viajero, curioso. Es sinónimo de innovación, un factor clave para superar múltiples crisis y reinventarse continuamente para inspirar y ofrecer un horizonte ambicioso, para crecer y emprender. Si en el pasado las naciones mediterráneas estaban unidas por el comercio del vino y del aceite, hoy en día lo están por los acuerdos bilaterales en sectores como los de energía, agricultura y salud, por la transferencia de conocimiento y tecnología y, sobre todo, por las ideas y los intereses compartidos.

Hablar acerca del Mediterráneo es hablar de la “Marca Mediterránea”, un concepto que engloba el patrimonio cultural e histórico, la idiosincrasia de sus pueblos con sus estereotipos particulares, la gastronomía e, incluso, la estética mediterránea. Sin duda, nuestra región se está convirtiendo en el centro de un poderoso imaginario que inspira propuestas y valores de marca y se convierte en parte de un sugerente lenguaje de marca.

Las marcas crecen y se desarrollan en contextos o entornos específicos que proporcionan (y a veces limitan) su desarrollo. Dicho contexto podría definirse por el convencionalismo, los antecedentes culturales, los marcos de categorías o las premisas establecidas por diferentes operadores e influyentes. Es decir, las marcas están condicionadas por antecedentes culturales y apelan a la autenticidad y a la singularidad, al valor diferencial, como ocurre en el sector turístico del Mediterráneo, con un auge de destinos y productos conectados con la tradición y los valores culturales.

Los países mediterráneos tienen mucho en común. Un mar, una historia, una cultura, una comida y unos valores que nos recuerdan que es posible trabajar juntos y crear un nuevo destino común. Para avanzar será necesario crear un espacio común de carácter innovador y dirigido a constituir un eje básico de la evolución entre ambas orillas del Mediterráneo. Para ello, no es suficiente con comprender únicamente el contexto de la marca, sino indagar en el contenido, es decir, en esos valores únicos que todos identificamos con el Mediterráneo. La clave está en potenciar un “referente de especificidad”, es decir, poner el foco en lo que diferencia nuestra región de otras. De esta manera, daremos a conocer la riqueza y la diversidad de nuestros pueblos, proporcionaremos referencias significativas a los consumidores y evitaremos la mercantilización de los rasgos mediterráneos y la indiferenciación.

Ha llegado el momento de construir todos juntos esta marca que nos identifica, nos diferencia y nos enorgullece. Para avanzar en el desarrollo económico del Mediterráneo es necesario establecer un lenguaje de marca mediterránea más segmentado y pluralista. Es hora de buscar respuestas que permitan el desarrollo y la construcción de un futuro común entre las dos orillas. La región debe promover su modelo económico e ilustrar su desempeño, excelencia y demostrar su capacidad para afrontar cualquier desafío, igual que en el pasado. Desafíos que afectan por igual a todos los países de la región, como son la transformación digital y la implementación de nuevas tecnologías, o la economía verde y azul. 

Para convertir desafíos en oportunidades es necesario configurar nuevas alianzas. Sólo así crearemos un entorno que favorezca la convivencia y la cooperación entre los pueblos de ambas orillas. Esta acción permitiría la integración de las generaciones emergentes y el arraigo de los valores de tolerancia y aceptación del otro, más allá de los estereotipos manidos, lejos de cualquier forma de exclusión y rechazo que engendre irreparablemente una lógica de confrontación y antagonismo. Es posible construir una relación sana y alejada de prejuicios, con una gestión común de problemas comunes. Un enfoque global e integrado y una responsabilidad compartida son posibles. Los mediterráneos debemos construir un futuro en común, porque sabemos que cuando nos unimos emprendemos iniciativas que nos hacen avanzar. Porque mantenernos juntos es progresar. Trabajar juntos es triunfar. 

Anwar Zibaoui, ON Economia, Opinión, 22 Junio 2024

https://www.elnacional.cat/oneconomia/es/opinion/marca-mediterranea-anwar-zibaoui_1239192_102.html