En plena revuelta popular que recorre la orilla sur del Mediterráneo, un nuevo muro de Berlín se está derribando. Pero a diferencia de lo que encontraron los países del este cuándo apostaron por la libertad y fueron acogidos por la UE, ahora los vecinos del sur parecen huérfanos. Y es cuando se demuestra la necesidad de apostar de una vez por el Mediterráneo y su integración.
En esta situación compleja, el proyecto de impulsar un Banco de Desarrollo para Mediterráneo cobra vida sobre todo cuando la comisión liderada por Charles Milhaud, expatrón de las cajas francesas, ha elaborado un proyecto de viabilidad para establecer este banco y ha propuesto construir un modelo a semejanza del Banco Europeo para la reconstrucción. Porque crear esta institución sería una medida útil si la Unión por el Mediterráneo pretende proporcionar una referencia creíble y expectativas favorables indispensables para su emergencia. Hay que dar una mayor relevancia a los instrumentos financieros e institucionalizarlos, dotarles de sus propios medios.
El futuro banco tendría que ser un espacio privilegiado de acción para instituciones y empresas, con una estrecha colaboración entre ellas, lo que permitirá dar una respuesta más adecuada a las necesidades de financiación. Hay que destinar sus recursos tanto a las reformas como a canalizar las nuevas inversiones, proyectos y sobre todos aquellos consideradas prioritarias en el marco de la UpM. Además, el banco debería intermediar a favor de las empresas y sobretodo que en su consejo tengan cabida todos los actores implicados, desde los Estados miembros a los organismos multilaterales como el FMI, BEI, Banco Islámico y los fondos soberanos, lo que reforzaría su credibilidad en el mercado de capitales y contribuiría a aumentar la capacidad de préstamo.
Entre las prioridades del Banco también debe figurar facilitar el acceso de las pymes a la financiación; estas constituyen más del 90% del tejido empresarial, pero son las más vulnerables. Por eso, es necesario diseñar políticas, programas e iniciativas especificas de apoyo a las pymes, teniendo en cuenta que son y serán el motor del crecimiento de la región, generadoras de empleo e impulsoras de una verdadera integración económica y social.
Existe una necesidad de crear un Banco para responder a los retos, que participe activamente en la reconstrucción, que cofinancie las infraestructuras, que estimule la inversión directa, que fomente los flujos comerciales y armonice las políticas monetarias. Un banco que potencie el diálogo económico norte-sur y sur-sur y agilice la integración en los sistemas financieros europeos.
En definitiva hay que apostar por un nuevo marco de cooperación común de carácter innovador que implicaría una política de priorización y orientado a constituir un eje básico de la evolución de la UpM, sobre la base de una acción privilegiada para alcanzar el objetivo una zona de paz y prosperidad, libertad y desarrollo.
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