Desde 2008, una crisis económica recorre el mundo, dejando a millones de personas sin empleo. Muchos eligen emigrar y algunos gobiernos promueven esta opción para aligerar la presión social. Actualmente hay 215 millones de emigrantes en el mundo.
Tras la lógica del libre desplazamiento de capitales y mercancías, llega también el de las personas. Esta movilidad humana es, en gran parte, consecuencia de los desequilibrios territoriales que las políticas económicas han dejado en numerosos países. En España, la emigración ha aumentado el 21% en 2011, siendo Catalunya la comunidad de donde salieron más personas.
La economía receptora valora el trabajo humano como factor para su desarrollo. Pero, aunque para los países emisores, los inmigrantes se han constituido en factores clave, para sus economías al generar enormes remesas, también es innegable la pérdida de su capital humano, sobre todo el cualificado, que es de un valor insustituible.
El crecimiento del comercio y la globalización han asegurado que el trabajo se mueva en busca de oportunidades pese a la incertidumbre económica. Este año, las remesas internacionales llegaran a los 400.000 millones de dólares, -en 2011 fueron 372.000 millones- y alcanzaran los 515.000 en 2014.
El dinero está tomando un nuevo giro. Los responsables públicos deberían considerar las remesas envíos personales, no dinero público. Probablemente, los esfuerzos por gravar las remesas o por dirigirlas resulten ineficaces. Las remesas son más eficaces cuando están respaldadas por un mejor entorno inversor y una buena infraestructura.
En el lado positivo, se cree que las remesas reducen el paro y la pobreza, también ayudan a mejorar el rendimiento económico, especialmente si se destinan para financiar la educación infantil y los gastos sanitarios. Incluso cuando se usan para el consumo, generan efectos multiplicadores, especialmente en países con un elevado índice de desempleo.
De hecho, hay países, como en la región del Golfo, que se basan en los flujos migratorios. Las remesas son importantes, tanto si son de envío como de recepción. Por ejemplo, los inmigrantes representan casi el 86 % de la población de Qatar.
La carencia de políticas que aborden de manera eficaz el tema de la movilidad humana ha planteado un desafío internacional, que nos recuerda en primer lugar que el carácter universal de los derechos humanos y libertades fundamentales no debería admitir dudas.
Expansión, Ed. Catalunya, Pag.2 Opinión, Martes,6 Noviembre 2012
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