lunes, 10 de diciembre de 2012

Europa Mediterránea


Más de 600 expertos, empresarios, gobiernos y Organismos internacionales provenientes de ambas orillas del Mediterráneo se han reunido en Barcelona a lo largo de 5 días para debatir, analizar e impulsar oportunidades de negocios.

La región vive una transformación: la crisis económica en el norte y la primavera árabe en el sur cambian las relaciones entre estabilidad, democracia, crecimiento e inversión. Por eso, el proceso de integración mediterránea y su asociación con Europa debe ser prioritaria a pesar de los problemas.

Es el momento de impulsar un proyecto regional capaz de competir en un mundo cada vez más global y centrado áreas o uniones económicas gigantes, como la creación de una futura zona de Libre comercio en Asia o las que impulsan EEUU.
Europa tiene que implicarse, ya que su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo económico de los países de la otra orilla. En estos momentos de cambios profundos es cuando se demuestra la necesidad del proyecto Mediterráneo. Si no, EEUU, China y otros ya están situados en el patio de este vecino cercano.

La región euro-mediterránea, con una población de 800 millones de habitantes, ofrece ventajas específicas y competitividad dentro de la nueva división internacional del trabajo y de la cooperación.

Pero esta complementariedad y sinergias podrían jugar un papel protagonista en el panorama mundial. La región es uno de los primeros socios comerciales de la Unión Europea, con más de 250.000 millones de euros. El 70% de las importaciones proviene de la UE, mientras que el 12% de las exportaciones comunitarias se dirigen a esta zona. Se trata del mayor inversor con más del 50% del total, el 40% del suministro energético de la UE proviene del sur. Además hay una apuesta conjunta energética, como el plan solar.  

No obstante, existen elementos que dificultan un desarrollo armonizado de esta asociación: los sistemas políticos opuestos y niveles desiguales de desarrollo económico.Pero el potencial y la interrelación entre ambas orillas es claro, y los impactos pueden cruzar al otro lado, como revela la fuerza de las interdependencias. 

La apuesta por la Unión del Mediterráneo, con sede en Barcelona y que agrupa a 43 países tiene que dotarse de instrumentos eficaces. La creación de un espacio económico mediterráneo no es una ilusión,es una necesidad. Una oportunidad histórica que no se debe dejar escapar.

Expansión, Edición Catalunya, Opinión, martes 04 diciembre, 2012

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