El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) es una alianza económica, política y de defensa creada en 1981 por los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahréin y Omán. Los seis miembros controlan más de un tercio del petróleo y la quinta parte de los recursos de gas del mundo. En conjunto, con un PIB combinado de 1,4 billones de dólares, son la decimotercera economía más poderosa del mundo - el PIB mundial está en 70 billones de dólares en 2011 - y el quinto mayor exportador de petróleo.
La población del CCG se ha triplicado en los últimos 30 años, pasando de 14 millones en 1981 a 45 millones en 2011. Los ciudadanos de esta región se encuentran entre los más ricos del mundo, con un PIB per cápita de 30.000 dólares en 2011, casi el triple del promedio mundial de 10.000 dólares.
Los intercambios comerciales del CCG con el resto del mundo se situaron en 2011 en torno a los 1,2 billones de dólares, con exportaciones de alrededor de 811.000 millones de dólares. Por otro lado, las importaciones se estimaron en 379.000 millones, lo que significa un superávit de alrededor de 432.000 Millones en 2011, el mayor superávit en el mundo. Son el quinto exportador más grande después de China, los EE.UU, Alemania y Japón. El comercio del CCG con el resto del mundo se multiplicó por 10 desde 1984. en los últimos años, han aumentado también sus intercambios comerciales internos, pasando de 32.000 millones en 2005 a 100.000 millones en 2012, un proceso facilitado por la creación de un mercado aduanero común.
Estos datos impresionan, tanto por el exceso de liquidez que suponen, como por el auge de la economía. Los días en los que el Golfo se limitaba a confiar en las exportaciones de crudo para llenar las arcas se han terminado. Sus fondos están invirtiendo en más de 50 países y disponen cada vez de más sectores diversificados. Sin embargo, esto no es suficiente, y hay que recordar que un mercado no puede ser unidireccional. Esto es así para cualquier región o país.
La región tendrá que acelerar sus esfuerzos de diversificación y mejorar la eficacia de las políticas actuales, así como los desafíos e imperativos estratégicos relacionados. Además de la naturaleza cíclica del mercado del petróleo y la dificultad de estabilizar los ingresos de exportación, tres cuestiones estructurales se destacan en el largo plazo: el impacto de la seguridad energética, el cambio climático y el nexo entre la exportación de petróleo y la falta de sostenibilidad a largo plazo de la actual política fiscal y su capacidad para generar suficientes oportunidades de empleo.
Expansión, Edición Catalunya, Opinión, Jueves 20 de junio 2013
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