Mientras en Barcelona y en algunas ciudades del norte del Mediterráneo crecen las quejas por las llegadas masivas de turistas, en el sur el turismo se desploma y se echan de menos estos millones de visitantes prestados por la situación de inestabilidad y seguridad.
El Mediterráneo es la zona principal de turismo del mundo, con el 32% de las llegadas de turistas internacionales y el 30% de los ingresos, y una previsión de 420 millones de turistas para el año 2020. Además, representa el 13% de las exportaciones de los países mediterráneos y el 23% del sector de servicios, y emplea a millones de personas. Sin embargo, el turismo sigue siendo heterogéneo y fragmentado.
Es necesario un cambio, La crisis, los conflictos, la inseguridad y la competencia internacional obligan a repensar el modelo y a encontrar nuevas formas de comercialización y de reinventarse.
Hay que trabajar con los territorios, revisar el turismo social, y cuidar el patrimonio y la visión sostenible para seguir atrayendo. En este contexto, la necesidad es obvia. Pero, ¿Cuál es la estrategia? ¿Qué herramientas pondrán en marcha los actores? El intercambio y la coordinación entre los países mediterráneos debería ser la prioridad.
La misma perspectiva de cambio climático supone una seria amenaza para el desarrollo y la sostenibilidad. Hay muchos desafíos determinantes para el futuro, como la gestión del turismo, el clima, la estrategia y la planificación del espacio. Es urgente potenciar la oferta en toda la región, tanto por su diversidad cultural como por su importancia histórica, poniendo especial énfasis en la gran biodiversidad existente. Es el momento para pensar en el largo plazo, ya que competencia y cliente han cambiado.
Hay que trabajar juntos, sumar para competir en un mundo global, y apostar por un desarrollo sostenible capaz de crear nuevas oportunidades que permitan continuar en la senda del crecimiento.
La creación de un consorcio regional, como fruto de la cooperación público-privada, es una necesidad y facilitaría el lanzamiento de una marca común para una promoción conjunta en el mundo.
Impulsar la cooperación para consolidar el liderazgo será será necesario para generar ingresos, crear puestos de trabajo, reducir la pobreza y contribuir a la paz. A la luz de los recientes acontecimientos, la incertidumbre y el desafío continuado que plantea el cambio climático, es fundamental para la perdurabilidad a largo plazo y para que de Algeciras a Estambul se sigan pintando de azul las largas noches de invierno.
El Mediterráneo es la zona principal de turismo del mundo, con el 32% de las llegadas de turistas internacionales y el 30% de los ingresos, y una previsión de 420 millones de turistas para el año 2020. Además, representa el 13% de las exportaciones de los países mediterráneos y el 23% del sector de servicios, y emplea a millones de personas. Sin embargo, el turismo sigue siendo heterogéneo y fragmentado.
Es necesario un cambio, La crisis, los conflictos, la inseguridad y la competencia internacional obligan a repensar el modelo y a encontrar nuevas formas de comercialización y de reinventarse.
Hay que trabajar con los territorios, revisar el turismo social, y cuidar el patrimonio y la visión sostenible para seguir atrayendo. En este contexto, la necesidad es obvia. Pero, ¿Cuál es la estrategia? ¿Qué herramientas pondrán en marcha los actores? El intercambio y la coordinación entre los países mediterráneos debería ser la prioridad.
La misma perspectiva de cambio climático supone una seria amenaza para el desarrollo y la sostenibilidad. Hay muchos desafíos determinantes para el futuro, como la gestión del turismo, el clima, la estrategia y la planificación del espacio. Es urgente potenciar la oferta en toda la región, tanto por su diversidad cultural como por su importancia histórica, poniendo especial énfasis en la gran biodiversidad existente. Es el momento para pensar en el largo plazo, ya que competencia y cliente han cambiado.
Hay que trabajar juntos, sumar para competir en un mundo global, y apostar por un desarrollo sostenible capaz de crear nuevas oportunidades que permitan continuar en la senda del crecimiento.
La creación de un consorcio regional, como fruto de la cooperación público-privada, es una necesidad y facilitaría el lanzamiento de una marca común para una promoción conjunta en el mundo.
Impulsar la cooperación para consolidar el liderazgo será será necesario para generar ingresos, crear puestos de trabajo, reducir la pobreza y contribuir a la paz. A la luz de los recientes acontecimientos, la incertidumbre y el desafío continuado que plantea el cambio climático, es fundamental para la perdurabilidad a largo plazo y para que de Algeciras a Estambul se sigan pintando de azul las largas noches de invierno.
Expansión, Edición Catalunya, Pag.2 Opinión, Miércoles, 9 noviembre 2016
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