En 2001, Jim O’Neill, de Goldman Sachs inventó el acrónimo BRIC: iniciales de Brasil, Rusia, India y China. Después se añadiría Sudáfrica. No sé si previó el terremoto que sacudiría la economía mundial y el cambio del centro de gravedad debido al agotamiento de las economías avanzadas y sus seguidas crisis.
Los BRIC se reunieron en Durban (Sudafrica). Estudiaron coordinarse y crear su propio banco de desarrollo para pesar en la escena internacional, pero no lo consiguieron. Todavía no parecen una alternativa capaz de asumir un liderazgo político o económico en el mundo, y aunque la riqueza puede producir poder de mercado, no tiene porqué generar influencia geopolítica. Para muchos, el banco BRICS seria la afirmación del poder político, aunque primero tienen que superar sus diferencias y los obstaculos entre ellos que no son menores, como la sede y la asignación de capital. Hay tensiones entre Sudáfrica y china que representan los extremos del grupo.
La potencia número uno hoyes un país en expansión: China. Teniendo en cuenta que una de cada seis personas en el mundo es china, no es de extrañar que este gigante lidere los ránkings de consumo, producción y comercio.
Per aparte de China, encontramos una serie de países que se sitúan como serios candidatos a líderes en un futuro no muy lejano. como Brasil, India, Rusia, México o Indonesia, que están adelantando puestos en el ranking mundial de países más ricos (por PIB), dejando atrás a otros como Italia, España, Suecia, Noruega, Canadá y Holanda. Además, las divisiones BRIC no paralizan el grupo aunque limitan la efectividad. No hay indicios de cooperación militar y el comercio es sólo de 300.000 millones de dólares.
Pero si los BRIC tienen que ser algo, simplemente no tienen que hacer nada. Estos gigantes son capaces de criticar la gestión de la economía, como el fracaso de la ronda de Doha, pero sin ofrecer alternativas o romper el estancamiento. Y a pesar de que el grupo es incoherente, la marca ha calado y se han convertido en sinónimo de cambio y crecimiento.
Los BRIC no pueden reclamar coherencia jurídica, histórica o geográfica, en la forma que lo hace la UE. No se enfrentan a una amenaza de seguridad común. Pero los acontecimientos son una prueba de que nuevas combinaciones de las grandes potencias emergentes pueden desempeñar un papel en el escenario mundial. Los BRIC, como concluye el Sr.O'Neill, son un buen mecanismo para presionar a los países ricos a cambiar su papel en la gestión de la economía mundial mas radicalmente.
Expansión, Edición Catalunya, Pag.2, Opinión, Martes 28 Mayo 2013
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