El nuevo presidente de Irán está en condiciones de sacar adelante reformas vitales para el país.
Hassán Rohani ya ha asumido la presidencia de Irán tras su aplastante victoria en las elecciones del 14 de junio. Un triunfo que fue una sorpresa incluso para el propio candidato, bastante desconocido, y su entorno. Rohani ganó por el 50,7% de los votos, en la primera vuelta y con una participación importante, el 72% del electorado. Pero está claro que el voto mayoritario fue un voto contra el sistema que representan los conservadores y una apuesta por un cambio de rumbo que Rohani tendrá que gestionar. Con los nombramientos ministeriales, el nuevo presidente ha dado ya alguna indicación de sus prioridades. Las dudas sobre su capacidad para sacar adelante sus planes están muy extendidas, aunque su conocimiento del sistema podría ayudarle para su programa de reformas.
El periodo de Mahmud Ahmadineyad en la presidencia fue largo y costoso a pesar de varios éxitos en Irak, Siria y Líbano. Y terminó con graves consecuencias: sanciones internacionales que paralizaron la economía, una confrontación más aguda con sus enemigos y un mayor aislamiento. La situación económica iraní no necesita mayores análisis, y las cifras hablan por si solas. La tensión con Occidente es clara. El enredo en Siria tiene un alto precio. Rohani llega al cargo con el país sumido en una grave crisis interna y una complicada situación externa, que puede empeorar. Hay un profundo resentimiento por las malas condiciones económicas, resultado de las citadas sanciones, y el Estado no puede beneficiarse de sus recursos naturales por su política exterior.El desempleo está creciendo y el coste de la vida ha pasado a ser intolerable. ¿Durante cuánto tiempo el Estado podrá amortiguar la ira y el desánimo de los iranís?
Las sanciones están teniendo un efecto devastador.El PIB se contrajo un 1,9% en el 2012 y se prevé que disminuya un 1,3% este año. el rial ha perdido más de dos tercios de su valor, la inflación está en el 30% y los precios de los alimentos han aumentado hasta un 70%. Al mismo tiempo, las exportaciones de petróleo han caído al peor nivel de los últimos 30 años y los ingresos han bajado un 27% a pesar del alto precio del crudo. El desempleo es del 13%, pero es más alto si se incluyen las mujeres y la población estudiantil universitaria que puede elegir formación o educación gratuita en lugar de permanecer en el paro.
Por lo que respecta a la política exterior y regional, se cree que con Rohani van a mejorar las posibilidades de un acuerdo con Occidente sobre la disputa nuclear, pero no se prevén cambios en relación a Siria o Irak, los aliados en la zona. Rohani, que era el principal negociador iraní con Occidente sobre el tema nuclear, ha dicho que Irán está listo para ser más transparente sobre su programa atómico pero que no suspenderá el enriquecimiento de uranio. Él está dispuesto a trabajar por una interacción constructiva con el mundo, y su desafío será convencer a los conservadores y al líder supremo iraní, Alí Jamenei, de que en el tema nuclear algún tipo de acuerdo se puede alcanzar con Occidente. Y, por otra parte, Teherán sigue apoyando firmemente al régimen sirio de Asad mediante el envío de ayuda militar y la participación de Hizbulá.
Cierto optimismo cunde hoy en las calles de Teherán, porque se cree que el presidente electo será capaz de lograr un cambio significativo, con un discurso más conciliador con Occidente. Y se espera que, como privilegiada parte del régimen, sea capaz de trabajar con los centros de poder para impulsar reformas muy necesarias.
El futuro político es incierto. El régimen mantiene la línea dura alegando que hay una conspiración extranjera contra Irán, y si esta posición no varia a Rohani li puede faltar autoridad para un diálogo político interno, porque los reformistas y liberales de Jatami, Rafsanjani y el propio presidente insisten en pertenecer a la revolución islámica y sus valores. Pero Rohani está en condiciones de forjar la unidad entre los distintos centros de poder y sacar adelante reformas vitales, especialmente la recuperación de la situación económica, supeditada a un posible alivio de las sanciones. Hay que esperar aún para ver cómo va a gestionar el dirigente las esperanzas de los iranis, los temores de los países vecinos y las sanciones de Occidente. Y también cómo serán las nuevas líneas de demarcación entre los reformistas y los intransigentes.
En todo caso, Rohani deberá ser extremadamente cauteloso. En Irán existe una guía de la revolución que rechaza cualquier acercamiento a Occidente, y especialmente a EEUU, aunque los jóvenes siguen su música y su moda. La alfombra de la democracia persa está cosida y atada por este líder supremo, y en los grandes temas, como el programa nuclear y la política exterior, la palabra clave la tiene el ayatolá Jamenei.
El periódico de Catalunya, Pag. 7, Opinión, Viernes, 7 agosto del 2013
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