Las ciudades ocupan un 2% de la superficie del planeta pero albergan el 50% de su población, A finales de 2015, la población urbana mundial se habrá incrementado un 2%, o 70 millones, equivalente a Francia. La próxima década, habrá 500 ciudades con más de un millón de habitantes, algunas con más de 20 millones. Este crecimiento es importante en el Mediterráneo sobre todo en el norte de África y Oriente Medio, la necesidad de un nuevo modelo sostenible de desarrollo urbano es apremiante.
Las ciudades son el motor económico, generan empleo y riqueza, pero se enfrentan a múltiples retos y se convierten en espejo amplificador de los países. Su contribución fluctúa entre 50-80% del PIB, como en El Cairo, Estambul, Beirut, Casablanca o Barcelona.
Apostar por la ciudad inteligente es el camino. Al invertir en el capital creativo y social y la incorporación de la tecnología , la ciudad inteligente fomenta la competitividad gestiona eficazmente sus recursos y la infraestructura física, e involucra a los ciudadanos en la gobernabilidad. De este modo promueve el desarrollo económico y urbano sostenible y garantiza una mejor calidad de vida. Pero una ciudad inteligente no es una talla única para todos. En el Mediterráneo, la orilla sur no tiene los mismos retos que las ciudades del norte. Muchas de las necesidades se centra en proporcionar y mantener carreteras, electricidad, agua y transportes.
El modelo de ciudad mediterránea, compacta, compleja, eficiente y estable socialmente es el que consigue preservar y adaptarse a los tiempos actuales, La asociación entre organismos públicos y privados adquiere más importancia como modelo, con experiencias exitosas como Barcelona. La habitabilidad, y no solo la rentabilidad, debe ser la apuesta. Las ciudades tienen que ser buenos lugares para vivir y atraer a empresas y talento. En consecuencia, posicionarse y construir una reputación es fundamental. Una ciudad será atractiva mientras sea diferente.
La calidad urbana, la economía, la satisfacción de los residentes, y la cohesión garantizarán el éxito y competitividad de una ciudad.
La ciudad es un hecho permanente de la historia mediterránea. En ella se desarrollaron el comercio, y las rutas marítimas. Las ciudades del futuro serán innovadoras y emprendedoras que se adapten al mundo conectado que ofrece nuevos empleos y nuevas salidas económicas. Después de años de ensayo y error, el modelo económico de la ciudad inteligente comienza a madurar.
Las ciudades son el motor económico, generan empleo y riqueza, pero se enfrentan a múltiples retos y se convierten en espejo amplificador de los países. Su contribución fluctúa entre 50-80% del PIB, como en El Cairo, Estambul, Beirut, Casablanca o Barcelona.
Apostar por la ciudad inteligente es el camino. Al invertir en el capital creativo y social y la incorporación de la tecnología , la ciudad inteligente fomenta la competitividad gestiona eficazmente sus recursos y la infraestructura física, e involucra a los ciudadanos en la gobernabilidad. De este modo promueve el desarrollo económico y urbano sostenible y garantiza una mejor calidad de vida. Pero una ciudad inteligente no es una talla única para todos. En el Mediterráneo, la orilla sur no tiene los mismos retos que las ciudades del norte. Muchas de las necesidades se centra en proporcionar y mantener carreteras, electricidad, agua y transportes.
El modelo de ciudad mediterránea, compacta, compleja, eficiente y estable socialmente es el que consigue preservar y adaptarse a los tiempos actuales, La asociación entre organismos públicos y privados adquiere más importancia como modelo, con experiencias exitosas como Barcelona. La habitabilidad, y no solo la rentabilidad, debe ser la apuesta. Las ciudades tienen que ser buenos lugares para vivir y atraer a empresas y talento. En consecuencia, posicionarse y construir una reputación es fundamental. Una ciudad será atractiva mientras sea diferente.
La calidad urbana, la economía, la satisfacción de los residentes, y la cohesión garantizarán el éxito y competitividad de una ciudad.
La ciudad es un hecho permanente de la historia mediterránea. En ella se desarrollaron el comercio, y las rutas marítimas. Las ciudades del futuro serán innovadoras y emprendedoras que se adapten al mundo conectado que ofrece nuevos empleos y nuevas salidas económicas. Después de años de ensayo y error, el modelo económico de la ciudad inteligente comienza a madurar.
Expansión, Edición Catalunya, Pag. 2, Jueves 9 abril 2015
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