"Un país o patria no es el lugar donde se nace, sino donde se pueda vivir con dignidad y humanidad, y se pueda lograr las metas a las que uno aspira". Así lo expresó un sirio que consiguió llegar a Italia después del hundimiento de la embarcación de la que solo se salvaron la mitad de sus ocupantes. Tuvo más suerte que los miles de personas que se ahogan en aguas del Mediterráneo. No les basta con la desesperación, el hambre y las guerras, hasta el mar les ha defraudado.
Hoy, el mundo, sobretodo Europa y Estados Unidos, pagan el precio del terrible fracaso por no evitar las guerras en Libia y Siria que han alimentado ríos de odio, fracaso económico, la injusticia y la tiranía. Es peligroso distraernos del sur del Mediterráneo. Europa tiene que implicarse, su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo de esta región por la fuerte interdependencia y los múltiples canales de transmisión.
Muchos políticos europeos, de la cancillera Merkel al ministro De Guindos, han resaltado el aspecto humanitario de la acogida de refugiados que huyen de la guerra y la muerte, pero que también buscan una oportunidad económica. Una oportunidad que puede incrementar los potenciales de crecimiento en Europa. No hay que olvidar que países como Alemania, Italia, Portugal y España tienen las poblaciones con un índice más rápido de envejecimiento del continente.
El tsunami económico, y la guerras y conflictos que recorren el mundo han dejado a millones de personas sin futuro, y también han desatado disturbios y conflictos. Emigrar es una de las salidas que muchos elijen. El 4% de la población mundial vive y trabaja fuera de sus países de origen.
En este flujo transnacional de personas, capitales e ideas, el inmigrante es una persona con dos o más países. Y los inmigrantes, deben luchar los primeros años con las dificultades económicas, las barreras del idioma y temas culturales, pero muchos están decididos a perseguir su sueño. La contribución de la diversidad a la economía puede ser un éxito anecdótico o una verdadera tendencia creciente, depende de cómo se valore. La diversidad puede ayudar a crear empresas y también ser la punta de lanza hacia nuevos mercados. Es un gran revulsivo tanto en la gestión de personas como en la creación de nuevas empresas.
En EEUU, pese a los obstáculos de todo tipo, muchos han conseguido emprender con éxito y dinamismo en beneficio de la economía de su país de adopción. Una muestra lo indica: el 40% de la lista de empresas Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o sus hijos. Y los empresarios inmigrantes crearon el 28,5% de las nuevas empresas en 2014, frente al 25,9% del 2013.
Y sin embargo, en Europa, en tiempos de crisis económica los temas de inmigración y diversidad son particularmente apremiantes. Y la gran pregunta: ¿Son las identidades específicas de los inmigrantes y sus descendientes compatibles con la identidad de la sociedad de acogida? El mundo cambia y las nuevas potencias mueven sus fichas. Las relaciones Norte-Sur están cada vez más equilibradas, y los países emergentes aumentan, no sin dificultades, su participación en la economía mundial. Nos enfrentamos a múltiples desafíos. Países y empresas precisan de líderes globales, capaces de interpretar y decodificar situaciones y entender otras perspectivas. Líderes bien informados para analizar y comprender las diferencias, el reparto de poder, el control de lo incierto, y que puedan trascender las barreras culturales. Capaces de crear puentes, gestionar los recursos y el talento sin fronteras, con un estilo incluyente y adaptable que cultive la capacidad para sacar lo mejor de la fuerza laboral diversa.
Hay que mirar las diferencias como oportunidades. En EEUU, donde conviven y trabajan diferentes nacionalidades, las empresas más exitosas son las que incorporan las influencias, prácticas y valores de otras culturas. Permiten a un amplio espectro de personas participar activamente, contribuir y aprovechar su potencial. Se necesita un proceso dinámico para inventar un camino donde sumar culturas y capacidades y utilizar esta suma en la búsqueda de nuevas soluciones más allá del pensamiento en blanco o negro.
La sociedad debe aprovechar la creatividad y el potencial de su diversidad. Se debe apoyar la oportunidad y la libertad para hacer su contribución. Aferrarse a las tradiciones obsoletas es cómodo, pero puede matar el genio de la innovación. El cambio es inevitable y hay que aceptarlo porque sin duda puede ser enriquecedor si todos participan y abarca las ideas y opiniones de todos, especialmente los emigrantes emprendedores.
Hoy, el mundo, sobretodo Europa y Estados Unidos, pagan el precio del terrible fracaso por no evitar las guerras en Libia y Siria que han alimentado ríos de odio, fracaso económico, la injusticia y la tiranía. Es peligroso distraernos del sur del Mediterráneo. Europa tiene que implicarse, su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo de esta región por la fuerte interdependencia y los múltiples canales de transmisión.
Muchos políticos europeos, de la cancillera Merkel al ministro De Guindos, han resaltado el aspecto humanitario de la acogida de refugiados que huyen de la guerra y la muerte, pero que también buscan una oportunidad económica. Una oportunidad que puede incrementar los potenciales de crecimiento en Europa. No hay que olvidar que países como Alemania, Italia, Portugal y España tienen las poblaciones con un índice más rápido de envejecimiento del continente.
El tsunami económico, y la guerras y conflictos que recorren el mundo han dejado a millones de personas sin futuro, y también han desatado disturbios y conflictos. Emigrar es una de las salidas que muchos elijen. El 4% de la población mundial vive y trabaja fuera de sus países de origen.
En este flujo transnacional de personas, capitales e ideas, el inmigrante es una persona con dos o más países. Y los inmigrantes, deben luchar los primeros años con las dificultades económicas, las barreras del idioma y temas culturales, pero muchos están decididos a perseguir su sueño. La contribución de la diversidad a la economía puede ser un éxito anecdótico o una verdadera tendencia creciente, depende de cómo se valore. La diversidad puede ayudar a crear empresas y también ser la punta de lanza hacia nuevos mercados. Es un gran revulsivo tanto en la gestión de personas como en la creación de nuevas empresas.
En EEUU, pese a los obstáculos de todo tipo, muchos han conseguido emprender con éxito y dinamismo en beneficio de la economía de su país de adopción. Una muestra lo indica: el 40% de la lista de empresas Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o sus hijos. Y los empresarios inmigrantes crearon el 28,5% de las nuevas empresas en 2014, frente al 25,9% del 2013.
Y sin embargo, en Europa, en tiempos de crisis económica los temas de inmigración y diversidad son particularmente apremiantes. Y la gran pregunta: ¿Son las identidades específicas de los inmigrantes y sus descendientes compatibles con la identidad de la sociedad de acogida? El mundo cambia y las nuevas potencias mueven sus fichas. Las relaciones Norte-Sur están cada vez más equilibradas, y los países emergentes aumentan, no sin dificultades, su participación en la economía mundial. Nos enfrentamos a múltiples desafíos. Países y empresas precisan de líderes globales, capaces de interpretar y decodificar situaciones y entender otras perspectivas. Líderes bien informados para analizar y comprender las diferencias, el reparto de poder, el control de lo incierto, y que puedan trascender las barreras culturales. Capaces de crear puentes, gestionar los recursos y el talento sin fronteras, con un estilo incluyente y adaptable que cultive la capacidad para sacar lo mejor de la fuerza laboral diversa.
Hay que mirar las diferencias como oportunidades. En EEUU, donde conviven y trabajan diferentes nacionalidades, las empresas más exitosas son las que incorporan las influencias, prácticas y valores de otras culturas. Permiten a un amplio espectro de personas participar activamente, contribuir y aprovechar su potencial. Se necesita un proceso dinámico para inventar un camino donde sumar culturas y capacidades y utilizar esta suma en la búsqueda de nuevas soluciones más allá del pensamiento en blanco o negro.
La sociedad debe aprovechar la creatividad y el potencial de su diversidad. Se debe apoyar la oportunidad y la libertad para hacer su contribución. Aferrarse a las tradiciones obsoletas es cómodo, pero puede matar el genio de la innovación. El cambio es inevitable y hay que aceptarlo porque sin duda puede ser enriquecedor si todos participan y abarca las ideas y opiniones de todos, especialmente los emigrantes emprendedores.
El Periódico de Catalunya, Opinión Pag. 36, Lunes, 26 de septiembre de 2015
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