viernes, 26 de julio de 2013

Egipto y los militares


  Todavía no está del todo claro porque el ejército egipcio decidió entrar en la arena política de esta forma el 3 de julio. Los egipcios, preocupados por una situación que presagiaba una amenaza de desintegración del país, se lanzaron a la calle por defender la libertad y su revolución. El objetivo de estos millones no era un semi golpe militar teniendo en cuenta las experiencias dolorosas con el consejo militar

Para cualquier demócrata una intervención militar en los asuntos políticos ni es aceptable ni deseable. El presidente destituido podría haberlo evitado convocando elecciones anticipadas A pesar de ello muchos creen que sin la intervención del ejército, Egipto hoy hubiera entrado en una espiral de guerra civil.

No sólo la democracia está en juego sino los temores de un colapso del estado por la mala gestión del presidente destituido. Era obvio que Mohamed Mursi, el primer presidente elegido democráticamente, había perdido la confianza que le otorgaron millones de egipcios, incluyendo muchos liberales que pensaban que su elección podría llevar el país hacia un sistema que respete el pluralismo y la mejora del concepto de ciudadanía igualitaria para todos.

Pero en lugar de utilizar este mandato democrático para realizar las consignas levantamiento del 25 de enero de 2011, Mursi sucumbió a la tendencia de los autoritarios, se puso por encima de la ley, apostó por una Constitución partidista sin tener el consenso de todos los egipcios; intentó fortalecer el agarre de su partido islamista al estado, y poniendo en peligro la neutralidad de las instituciones en un momento que el clamor unánime estaba a favor del consenso y de la unidad nacional.

Pero hay que ser cauto y vigilar el papel del ejército, sobre todo su experiencia de gobierno en el período transitorio entre 2011 y 2012 demostró que no era protector justo de las libertades políticas y no evitó las violaciones de los derechos de los manifestantes en la Plaza Tahrir que ahora están documentados.

La revuelta en Egipto, ha descolocado a muchas potencias sobre todo a EEUU, A diferencia de la gran acogida que encontraron los países del este de Europa, los vecinos mediterráneos del sur parecen huérfanos, la ambigüedad de los gobernantes occidentales ha dado alas a regímenes autoritarios en lugar de posicionarse a favor de las aspiraciones legitimas del pueblo.

La estabilidad de Egipto y el éxito de su democracia están sujetos a un enfoque político que no excluye los hermanos musulmanes. Cualquier intento de reprimirlos y privarles de sus derechos sería una medicina peor que la enfermedad, sólo conducirá a más violencia y explosión.


Post publicado en el portal de Opinión 50x7 ,  Domingo, 9 de Julio de 2013
También en elPeriódico.com,  Lunes, 22 de Julio de 2013

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