El regreso de Irán al concierto de las naciones, fruto del acuerdo nuclear, no solo afectará el mercado del petróleo. También abrirá numerosas oportunidades para empresas e inversores internacionales en un país de 79 millones de habitantes, y un PIB de 404.000 millones de dólares. Se necesitará tiempo para recuperarse de los daños que causaron las sanciones. Las empresas energéticas empiezan a negociar inversiones y nuevos contratos. El país necesita con urgencia sacar provecho de sus 157 millones de barriles de petróleo y 34 billones de metros cúbicos de reservas de gas, el 9% y el 18% del total mundial, respectivamente.
Mientras, Irán está alentando el interés empresarial para poner en marcha su economía en crisis, y los gobiernos ejercen una diplomacia prudente. Las delegaciones empresariales de Europa y Asia, están en la línea de salida, preparando el terreno para ofertas y anticipando grandes beneficios del desarrollo de las infraestructuras, instalaciones de petróleo y gas y la importación o la fabricación de bienes de consumo, sobre todo los coches.
La recuperación se apoyará en los ingresos del petróleo, el acceso a los 100.000 millones de dólares activos congelados en el extranjero y el retorno de la inversión extranjera, lo que podría acelerar el crecimiento del 2% este año a un 5,2% anual hasta 2019. Los años duros de embargo han puesto a prueba el ingenio de Irán, buscando formas y medios para desarrollar sectores económicos alternativos a los hidrocarburos. Lo encontraron en bienes, servicios, manufacturas, transporte y construcción que fueron la base del crecimiento no petrolero y representan el 70% del PIB.
Los efectos directos del comercio con Irán serán limitados, ciertos sectores necesitarán tiempo para materializarse. Las empresas extranjeras pueden invertir en la actualidad en las zonas francas o formar una empresa conjunta con un socio local. Pero en esta nueva etapa encontrar los socios será un gran desafío. La estructura y relaciones de negocios son opacas y quienes no están familiarizados con el país podrían tener problemas. Así, de momento, la mejor estrategia para las empresas es prudencia, contenerse, investigar el mercado y buscar socios adecuados.
Falta por ver cómo se van a gestionar las esperanzas de los iraníes, los temores de sus vecinos y el impacto de las sanciones de Occidente y cómo serán las nuevas líneas de demarcación entre los reformistas y los intransigentes. Al igual que todos los cambios, está cargado de incertidumbre y riesgo, pero también lleva potenciales oportunidades.
Expansión, Ed.Catalunya, Pag.2, Miércoles, 2 diciembre 2015
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