El Mediterráneo, un mar que une tres continentes, creó hace 2000 años en sus orillas, el primer concepto de puerto libre y franco. Caldeos, fenicios y cartagineses impulsaron este marco como plataforma alternativa para facilitar el comercio y la logística de los mercaderes.
Hoy como ayer, consolidar el Mare Nostrum como una gran plataforma logística es el reto que persiguen ambas riberas; transformar este mar, con unas ventajas naturales extraordinarias, en un gran centro logistico internacional, una red de comunicación terrestre, aérea y marítima, en definitiva: un espacio compartido de comunicación y un puente para acercar sus pueblos entre sí y con el mundo. Esta es la aspiración de los países de esta región debido a su importancia como factor clave para impulsar el desarrollo y consolidar unas economías prosperas.
La región mediterránea tiene elementos que permiten facilitar esta apuesta: la interrelación de corrientes de intercambio euro-mediterráneo y trasatlántico, que constituyen una interfaz entre los países vecinos, una plataforma estratégica para las grandes potencias; es un lugar de paso obligado entre los ribereños, así como un lugar de tránsito entre otros espacios marítimos. Sin embargo, este espacio presenta algunos puntos débiles, como, por ejemplo, la falta de infraestructuras sobre todo en su costa sur, economías dispares y un desarrollo a varias velocidades.
Para impulsar el desarrollo de esta enorme plataforma hay que promover el concepto de red en la definición de nuevas infraestructuras y dar prioridad a las interconexiones que faltan como las autopistas del mar y de acceso a los hinterland, e integrar las normas internacionales de interoperabilidad técnica y administrativa en los proyectos.
Las grandes transformaciones experimentadas en los últimos años, unas reformas profundas con la tendencia en perspectiva de crear una gran área de integración económica en la región Mediterránea teniendo en cuenta el proceso vivido por la UE, y el hecho de que la UE representa el mayor socio de los países del sur y la parte oriental. Esto ayudará a impulsar la construcción, modernización y gestión de las infraestructuras imprescindibles para consolidar la UpM y el establecimiento de la Zona Euro-Mediterránea de Libre Comercio.
Deben figurar como prioridades para la Unión por el Mediterráneo una mejor integración de las infraestructuras, desarrollar la interconexión sur-sur y su enlace con la Red Trans-Europea de transporte, las autopistas del mar, las autopistas trans-Magreb, los corredores multimodales y el proyecto del túnel de Gibraltar.
Cabe destacar que, hasta el 2009, y a pesar de la recesión económica mundial y la caída de la demanda, se han invertido más de 150.0000 millones de euros en planes y proyectos de transporte y infraestructuras en toda la región y 150.000 millones de euros serán destinados al sector marítimo, aeropuertos y ferrocarriles (la mitad para el sector portuario).
Para llegar a buen puerto hay que superar los obstáculos y trabajar para profundizar en el partenariado del conocimiento en el espacio euro mediterráneo con el fin de controlar mejor los retos del desarrollo económico y favorecer las reformas institucionales. En este sentido, es necesario reforzar la capacidad de las instituciones financieras internacionales para que asuman riesgos en la financiación de infraestructuras e incluso, en la implantación de estructuras de garantía y facilitar el acceso de las instituciones financieras y de los operadores apostando por un mayor papel del sector privado.
Los mediterráneos deben luchar contra algunas carencias, incluso convertirlas en oportunidades para consolidar una gran plataforma logística capaz de competir con otras regiones en una alianza entre los operadores y las instituciones de ambas orillas de este "Mar de todos".
La Vanguardia, SIL 2010, Martes 25 de Mayo de 2010
Articulo en el marco del 8º Forum Mediterráneo de la Logística y el Transporte
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