Otra vez saltan las alarmas en las relaciones entre Marruecos y España. Los desacuerdos históricos entre ambos países son conocidos; es decir, Ceuta y Melilla y la visión sobre una solución al conflicto del Sáhara. Cuestiones que aparecen en cada incidente y tensan el entorno.
Las repercusiones de esta última crisis, a pesar de los esfuerzos políticos y la contención oficial, se han extendido a nivel popular y mediático. Las relaciones con España se han convertido en el principal tema de interés para el público marroquí, y son también de interés y causa de divisiones de opinión en España. A medida que se apaga un fuego se enciende otro, lo que indica que hace falta una normalización verdadera de las relaciones, no condicionada a un incidente, provocación o el uso para otros fines en un lado u otro.
El reto de esta carrera de fondo es una tarea de todos, no solo corresponde a los gobiernos, sino a todos los actores implicados -partidos políticos y sociedad civil- que estas relaciones no sean materia de uso en los debates internos, sobre todo en épocas electorales, sino un tema de consenso nacional, de una política de Estado. Las necesidades de colaboración son enormes y las soluciones temporales se quedarán cortas si no van acompañadas de un acuerdo global entre ambos países que permita blindar las relaciones bilaterales y evitar las repercusiones de futuros incidentes en su desarrollo global. Otros países, como Francia, lo han conseguido a pesar de las herencias y heridas coloniales.
Marruecos y España han superado los últimos acontecimientos y el desarrollo de las relaciones, sobre todo económicas, entre ambos países ha seguido su crecimiento, lo que demuestra que en este ámbito de cooperación la aproximación entre los tejidos empresariales ha dado muestras de dinamismo y una mayor efectividad.
Nunca antes estas relaciones habían alcanzado un nivel tan importante como el actual, España ha hecho de Marruecos un centro de atención prioritario y las empresas se han implicado en este proceso como verdaderos embajadores y creadores de riquezas. Las relaciones comerciales han conocido un incremento espectacular en los últimos 10 años: un 250%. El 24% de las exportaciones de Marruecos hacia la UE tienen como destino España y el 22% de las exportaciones de la UE tienen como origen España. Catalunya representa el 25% del total español. España es el segundo socio comercial de Marruecos, con intercambios comerciales oficiales que alcanzan los 5.500 millones de euros. Hay que añadir los flujos de mercancías entre Ceuta y Melilla y el norte de Marruecos. También refleja el incremento de las relaciones la presencia de más de 1.500 empresas instaladas en Marruecos. Y es necesario añadir la presencia de una comunidad de 700.000 marroquís residentes en España, que son una fuente de ingresos importantes para la economía marroquí.
La vecindad geográfica y la complementariedad exigen dar un nuevo impulso a la cooperación bilateral y que las relaciones políticas, económicas y sociales entre ambos países inauguren una nueva etapa. Pero, para que ello sea posible, se hace imprescindible la creación de marcos estables de cooperación que favorezcan no solo la difusión adecuada de la realidad de ambos países, sino que, a la vez, fomenten la actuación de los agentes económicos, culturales y sociales.
En resumidas cuentas, se trata de blindar las relaciones creando mecanismos que permitan superar los incidentes y el desconocimiento mutuo existente, y que puedan funcionar como un cinturón de seguridad para prevenir futuras crisis, hacer valer más los interés comunes que unen y no los puntos conocidos que separan. No hay que olvidar que en el entendimiento común y las relaciones de buena vecindad entre España y Marruecos reposa buena parte de su futura prosperidad económica. Y un Marruecos próspero es una necesidad para España y Europa.
Está clara la necesidad de apoyar el camino emprendido por Marruecos e impulsar una acción prioritaria de cooperación política, económica y social desde la UE, que ha otorgado a Marruecos un estatus de asociación más avanzado, lo que permite triplicar la ayuda financiera y técnica. Porque ya no se puede seguir dando la espalda a la realidad: los hechos demuestran que el abismo económico que separan los 14 kilómetros del Estrecho se acorta y su impacto alcanza la parte norte en distintas formas.
Multiplicar la cooperación y el conocimiento mutuo dan un beneficio claro. Estamos en presencia de una sociedad compleja. La adopción de respuestas globales es un antídoto para eliminar potenciales factores de desestabilización como la pobreza y la ausencia de horizontes para la juventud, que son un caldo de cultivo para engaños y promesas de paraísos mejores.
El Periódico, 30 de Septiembre 2010
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