Jordania vive con preocupación una posible guerra en Iraq, tanto por las consecuencias directas que ello pueda tener en su economía,como por el futuro papel estratégico que puede estar destinada a desempeñar en la región. Hasta su ventajosa situación geoestratégica le ha reportado numerosas ayudas de la comunidad internacional y una relación privilegiada con la economía iraquí, que representan un 5% de su PIB. Un hipotético cambio en Iraq podría cuestionar o redibujar el interés de la comunidad internacional en el reino hachemí, caracterizado hasta la fecha por su tradicional papel de estabilidad en medio de las fuertes turbulencias regionales.
Para entender la estrecha imbricación existente entre las economías de Iraq y Jordania hay que tener en cuenta varios aspectos.En primer lugar, la fuerte dependencia energética jordana del crudo iraquí. Jordania consume anualmente unos 45 millones de barriles de crudo, por un valor estimado de unos 800 millones de dólares, de los cuales Iraq ofrece gratis la mitad y le vende la otra mitad,descontando 5 dólares por barril al precio del mercado internacional. Además, el territorio jordano es el principal camino de paso de las importaciones iraquíes que llegan a través del puerto de Aqaba,considerado el pulmón y la salida de Iraq al mar Rojo, y cuya importancia geoestratégica se ha visto incrementada primero, por el cierre del único puerto iraquí Al-Bakr durante los años ochenta en el marco de la guerra Irán-Iraq, y luego por el embargo internacional a Iraq, que lleva más de doce años.
A esto hay que añadir el hecho de que Iraq no sólo sea un mercado comercial natural de Jordania, si no un mercado casi en exclusividad con respecto a otros mercados vecinos de Iraq gracias a los conflictos políticos y militar es de Iraq con estos países. Así, por ejemplo, las exportaciones jordanas oficiales a Iraq representaron en el 2001 el 12% de sus exportaciones ( 230 millones de dólares ) a lo que hay que añadir la entrada de mercancías de contrabando (valoradas en 500 millones de dólares), que en los primeros 9 meses de este año han aumentado un 19%. Por su parte, las importaciones jordanas a Iraq representan el 14% del total.
Por todo ello, un cambio en el poder político de Bagdad afectaría sin lugar a dudas a la economía jordana. Un Iraq integrado en la comunidad internacional y abierto a sus vecinos provocaría un cambio radical en las relaciones económicas exclusivas que mantiene con Jordania y la competencia con otros países vecinos (ejemplos: Siria, Egipto, Arabia Saudí o Líbano), que encontrarían en el mercado iraquí grandes oportunidades para sus productos de consumos y agroalimentarios en competencia directa con los jordanos. Otro aspecto que también preocupa a Jordania es la posible apertura de las fronteras orientales de Iraq a Asia central y Turquía. Unas hipotéticas buenas relaciones con Irán y Turquía redibujarían una nueva realidad comercial,favorecida por las potencialidades de estos dos mercados vecinos.
Un cambio de régimen político en Iraq y la cosecha de los frutos de un hipotético acuerdo de paz en Oriente Medio,que Jordania siempre ha apostado por recoger,puesto que su papel histórico en la zona le ha permitido ser receptor de grandes ayudas internacionales,podría cambiar de signo a favor de un nuevo poder proamericano en Bagdad y la creación de un Estado palestino. A su vez, Israel,otro de los vecinos importantes de Jordania, con el que tiene un tratado de paz que no ha dado los frutos económicos deseados por el reino hachemí, también podría cambiar el sentido de sus escasas inversiones hacia el mercado iraquí, un mercado interior mucho más grande ( 24 millones habitantes), el segundo productor de petróleo y tierras más fértiles. Con todo, algunos analistas apuntan hacia un crecimiento de la economía jordana y restan importancia a las consecuencias de un cambio de régimen en Iraq, apoyándose en una apertura global del mercado iraquí a mercancías jordanas, ya que factores geográficos y culturales impulsarían a Iraq a seguir dando petróleo a un precio económico como señal de buena vecindad.
Otro factor que considerar es la presencia norteamericana en Iraq, y los grandes proyectos y contratos para su reconstrucción,estimados en unos 100.000 millones de dólares. Sin obviar las grandes posibilidades de Iraq,lo cierto es que también hay que tener en cuenta que con un PIB de 30.000 millones de dólares, su economía sufre las consecuencias de más de 22 años de guerras; de un gasto de 180.000 millones de dólares que debe abonar a Kuwait en concepto de compensación por la invasión en 1991 y con una deuda externa superior a 75.000 millones de dólares con un servicio de deuda entre 5.000 y 10.000 millones dólares anuales.
Aunque Iraq también tiene un dato a su favor: posee el 35% de las reservas mundiales de petróleo y tiene capacidad de producirlo en los próximos 15 años. En todo caso, la economía jordana sufrirá a corto plazo las consecuencias de un conflicto militar y un cambio de régimen en Bagdad.De todas maneras, si bien es cierto que inicialmente ello puede producir una situación de inestabilidad, a medio plazo puede permitirle potenciarlas relaciones bilaterales,dado el conocimiento mutuo y los vínculos existentes no sólo geográficos sino también entre la comunidad empresarial de ambos países.
En resumen, las puertas están abiertas a toda suerte de posibilidades, entre las que no cabe descartar la integración económica entre ambos países, que dependerá del ritmo de las relaciones regionales que EE.UU. quiera tejer en Oriente Medio.
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