La crisis financiera internacional ha mostrado que la banca islámica es más saludable que la mayoría de sus compañeras convencionales, aunque representa una pequeña proporción del sector. En el sector financiero islámico son numerosas las entidades y los países que intentan desarrollar instrumentos adaptados a las reglas que rigen este concepto.
Esta novedad está demostrando su capacidad de movilizar recursos con una gama diversificada de productos de inversión y ahorro, que podrían beneficiar y atraer importantes flujos para invertir en los diferentes sectores productivos, turísticos y financieros en todo el mundo. Este fenómeno crecerá, pero se deberán liberalizar los mercados islámicos, asegurar la libertad de inversión y la coherencia jurídica, lo que facilitará la incorporación de los bancos internacionales; la banca internacional empieza a apuntarse a esta actividad creando bancos o filiales especializadas. Malasia es una plaza fuerte, pero en Londres destaca la apertura de cinco bancos específicos, lo que le convierte en la principal plataforma de las finanzas islámicas.
En 1974, el Banco Islámico de Desarrollo puso las bases de un sistema de ayuda inspirado en los principios islámicos. Con mas de 1.200 millones de musulmanes, existen 350 bancos islámicos y se calculan actualmente activos de 1 trillón de dólares. La previsión apunta a que este valor llegará a triplicarse hasta 2,8 trillones de dólares en 2015.
El mercado de productos incluye servicios de banca minorista, distribución, fondos de capital inversión, hipotecas, renta fija, o los nuevos productos financieros para sus clientes, musulmanes o no. Los takaful (seguros) y los sukuks (emisiones de deuda) han tenido en los últimos años un crecimiento sostenido gracias a las inversiones del Golfo, que acumula grandes reservas en sus fondos soberanos.
Las implicaciones religiosas asociadas a estos instrumentos crean una relación conceptual diferente entre actividades financieras y económicas. El vínculo acreedor-deudor se convierte en un reparto equitativo de los riesgos entre el proveedor del capital y el emprendedor. Y de esto se deriva la prohibición de ingresar o percibir intereses. Además, el dinero ha de estar vinculado a una actividad propia o para la comunidad.
Ante esta realidad, los bancos y cajas catalanes y españoles podrían dedicar esfuerzos a captar parte de estos fondos y no quedarse al margen. Han de mirar a esta realidad como una nueva oportunidad. Al fin y al cabo, este modelo no es tan diferente del modelo fundacional de las cajas de ahorros que se crearon en la segunda mitad del siglo XVIII, y que originariamente estaban vinculadas a instituciones de tipo benéfico y religioso. Las cajas, que nacieron con finalidad social, ahora mantienen importantes actividades de carácter cultural y científico; en este aspecto, tienen una gran coincidencia con el fenómeno de la banca islámica. Barcelona y España podrían competir como nuevo referente con Londres y París.
Diario Expansión. Edición Catalunya. Lunes,28 febrero 2011
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