El objetivo del nuevo Gobierno del partido Justícia y Desarrollo tras su victoria electoral, es el cumplimiento de los compromisos internacionales adquiridos con la integración en el espacio europeo.
En este sentido, el esfuerzo realizado por Turquía por acercarse a Europa, y no es algo novedoso sino que se remonta ya a mediados del siglo XIX, la voluntad de Turquía por estar en Europa hace que la historia se repita. A pesar de la aprobación del Parlamento Turco de una serie de medidas políticas de gran transcendencia como la derogación de la pena de muerte, la concesión de derechos culturales a la minoria kurda, el apoyo manifestado por la UE a las medidas adoptadas, la realidad muestra que la travesía será muy larga.
Cabe recordar que la posición geoestratégica de Turquía con una superficie de 779.452 kilómetros (3% en Europa y 97% en Asia); con un papel regional clave, posible ruta alternativa del petróleo del Mar Caspio; único miembro musulman de la OTAN, le ha permitido ser receptor de grandes ayudas económicas para hacer frentre a los desastres económicos y naturales.
Los flujos de ayuda internacional tienen una importancia vital para su supervivencia económica debido a la escasez de recursos financieros del país. Así, la aportación total del Fondo Monetario Internacional (FMI) entre los años 2002-2005 se prevé que alcance los 35.000 millones de euros, lo que convertiría a Turquía en el primer deudor del FMI.
De ahí que la principal preocupación de las autoridades económicas turcas se haya centrado en superar la precaria situación económica del país, la peor desde 1945, y emprender un programa de reformas estructurales que permita recuperar la confianza de los inversores extranjeros.
A la hora de analizar la integración turca en la UE hay que tener en cuenta los siguientes datos demográficos y económicos: Turquía tiene una tasa de crecimiento demográfico del 1,8% - una de las más altas de los países de la OCDE y de la OTAN- con más de 65 millones de habitantes. Esta cifra aumentará a los 80 millones en el 2025; 98% de la población de religión musulmana; 10 millones de minoría kurda; 2.200 euros/PIB habitante, 15% de paro, y una deuda externa en torno a los 120.000 millones de euros.
Además, el país sufre una notable dependencia económica de Europa; el 85% de las inversiones, el 50% de sus importaciones tienen como origen la UE.
La UE siempre ha otorgado a Turquía un trato privilegiado. Algunas muestras del evidente interés de Europa por lograr la estabilidad de Turquía son: el Tratado de Unión Aduanera (a pesar de la exclusión en el mismo de los capítulos agrícola y de servicios), los fondos Meda 2000-2006 (con mas de 3.000 millones de euros), el auxilio económico prestado por la UE a Turquía en los organismos financieros internacionales.
Ahora bien, estas relaciones han topado también con el mismo muro que encontraron en el pasado los defensores turcos del acercamiento a Europa. Esto es, el problema de la minoría Kurda, la ocupación del norte de la isla de Chipre, la armonización jurídica, la necesidad de acometer reformas económicas estructurales, asentar el sector bancario y continuar con el programa de privatización.
A pesar de las importantes reformas, todavía quedan muchos asuntos que necesitarán su tiempo; tiempo que puede ser decisivo a la hora de redibujar el papel de Turquía en Europa y su aportación a una nueva realidad capaz de ofrecer respuesta a los desafíos económicos y los retos culturales.
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