Los litigios que enfrentan a Sonatrach con Gas Natural acerca del precio de los contratos de aprovisionamiento de gas y los presuntos reproches de Argelia a España por el supuesto pago de rescate para liberar a los cooperantes Albert Vilalta y Roque Pascual, secuestrados por Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), dada la procedencia argelina de la mayoría de miembros de esta organización, además de algunas divergencias sobre el desarrollo del conflicto del Sáhara, han hecho que algunos medios hablen de un aumento de tensión a pesar de que ambos gobiernos lo han negado. Sin embargo, es importante que actúen de forma rápida para que no se contaminen las relaciones y ayuden a buscar soluciones a los litigios o desencuentros, y a resaltar los beneficios que las relaciones históricas han aportado a ambos no solo a propósito del gas. Es un hecho lógico, por la proximidad geográfica: España ha desempeñado un papel decisivo en el desarrollo de la política mediterránea de la UE y en la articulación de unas relaciones bilaterales más sólidas con Argelia, además de la lucha común contra el terrorismo y la emigración ilegal.
La apuesta de Pere Duran Farell por el gas argelino, tejiendo una relación muy estrecha con los dirigentes Huari Bumedian y Abdelaziz Buteflika, abrieron las puertas a unas relaciones privilegiadas. Eran tiempos de una economía argelina planificada en la órbita del bloque socialista y el monopolio de Sonatrach, pero el país inicio cambios radicales a finales de los 90, después de la terrible guerra civil. Sus alianzas exteriores empezaron a cambiar, pasando a ser un socio estratégico de Estados Unidos. El punto de inflexión fue la denominada guerra contra el terrorismo. Tras los atentados contra las Torres Gemelas del 2001 y la coincidencia de los intereses en la lucha contra el terrorismo de Estados Unidos con los de Argelia, tuvo la necesidad de salir de su aislamiento, lo que ofreció muchas ventajas a los grandes grupos del sector de los hidrocarburos. En España, Argelia multiplicó sus socios y los gaseoductos que transportan su gas a la UE, adonde va el 70% de su producción. Es el tercer exportador mundial de gas y las autoridades intentan jugar esta carta en la escena regional como en los años 70; además, el gas es un factor de cohesión interna, al crear un fondo para las generaciones futuras, gracias a sus ingresos récord.
ARGELIA vive actualmente una situación financiera muy favorable. El precio del petróleo y la gestión eficaz de la deuda exterior han permitido llenar las arcas del Estado (cerca de 144.000 millones de dólares de reservas en el 2009), con un tímido aumento del poder adquisitivo de los argelinos. En este contexto, el Gobierno se esfuerza en relanzar la actividad y diversificar la economía, pero con tímidos pasos, a veces, insuficientes.
El peso del Estado ha disminuido y numerosos sectores han sido privatizados: telecomunicaciones, transporte marítimo y aéreo, agricultura, turismo y minas. El último bastión, el energético, está en un proceso lento, pero aparentemente irreversible de liberalización. El progreso económico dependerá de la capacidad de las autoridades de mejorar el clima social, de atraer a los inversores y del desarrollo de las pymes. Para consolidar las reformas y crecer es prioritario salir de la dependencia energética así como reformar la banca y reestructurar el tejido industrial.
El Gobierno ha emprendido un Plan Marshall para el periodo 2010-2014 con un presupuesto de 286.000 millones de dólares con el objetivo de crear tres millones de puestos de trabajo y fuertes inversiones en infraestructuras, y la construcción de dos millones de viviendas, así como la mejora de los servicios sociales en salud, educación y servicios públicos. Lo nunca visto en un país emergente.
Argelia se consolida como un importante socio de España, con 6.000 millones de euros de intercambios comerciales, el 35% del gas consumido en España y la presencia de numerosas empresas españolas instaladas y presentes en decenas de proyectos de energía, desalación de aguas, transporte ferroviario , alimentación y las grandes oportunidades que ofrecen para las empresas españolas el sector turístico, el medio ambiente, la construcción y la gestión hospitalaria, entre otros sectores prioritarios para el país.
Con estas grandes sumas para financiar su plan, el Gobierno está en condiciones de cumplir sus promesas y evitar la escalada de tensión social. Las necesidades hoy en día son colosales y las esperanzas, enormes. El tiempo apremia para una población que lucha contra el desempleo, los bajos salarios y la inflación. Además, están por ver las repercusiones de la reorganización del Gabinete, con la salida de los ministros más liberales y afines al presidente, y de la lucha contra la corrupción, que ha salpicado a la cúpula de Sonatrach: si es señal del final del coqueteo con la apertura económica o es una lucha soterrado por el poder
El Periódico, 25 Octubre 2010
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